El testigo protegido de la 'operación Nécora' sobrevive en la calle

Manuel Fernández Padín en su coche-vivienda, este viernes.

Manuel Fernández Padín vive en la calle. "Me han dejado tirado". Cuando han pasado 35 años desde la operación Nécora, el testigo protegido número 2, cuyo testimonio resultó clave para el gran proceso contra los narcos que operaban en Galicia hasta 1990, sobrevive con un subsidio después de que "nadie cotizase por mí en los años en los que estaba protegido". Padín asegura que desde hace días está durmiendo en su coche y que uno de sus hijos, con graves problemas psiquiátricos, "está al borde del suicidio".

Tras más de 20 años amparado por el plan de protección de testigos, el hombre que en su día delató las actividades criminales del Clan de Los Charlines, la famosa organización criminal en cuyo seno trabajó durante un período de tiempo en la década de 1980, asegura que le han dejado "en la puta calle", con una pensión no contributiva y con escasas posibilidades de reinserción social a causa de su edad y de sus largos años lejos de su tierra.

Padín tuvo problemas serios con el consumo de drogas cuando apenas contaba con 24 años. Una sobredosis le hizo dependiente de los tranquilizantes de por vida y la crisis y la falta de oportunidades le llevó, como a muchos otros, a abrazar el contrabando. O eso pensaba él. "Hablé con Manolito Charlín (el hijo de Manuel Charlín Gama), que era de mi pandilla, para pedirle trabajo en el contrabando de tabaco". Cuando ingresó en el clan se encontró con que iba a descargar hachís, primero, y cocaína, después.

Una de las últimas apariciones públicas del exnarcotraficante arrepentido tuvo lugar a las puertas del Congreso en abril de 2023, cuando, con una pancarta, ponía de manifiesto la situación de "abandono" que ya sufría en aquel momento.

Padín declaró a este periódico que se puso en contacto con la subdelegación del Gobierno en Pontevedra para encontrar amparo, algo que por el momento no ha conseguido. Señala que Baltasar Garzón, el juez con el que colaboró en su momento para instruir la histórica operación, le aseguró entonces que su tratamiento sería similar al que se le da a esta clase de personas en países como Italia o Estados Unidos, con una nueva identidad y una vida nueva, algo que no sucede por el momento en España.

Asegura que el Clan de Los Charlines no le ha matado "porque no han querido", al tiempo que insiste en que su declaración fue la única relevante al ofrecer datos del modus operandi de los narcos desde dentro, en el seno de una de las redes que movían el negocio en su momento, mientras que la otra declaración, la del testigo protegido número 1, Ricardo Portabales, "fue fruto de su imaginación". El propio Portabales lo reconocería años más tarde.

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En la tarde de este domingo, 24 de agosto de 2025, Padín atendía a este periódico desde el césped de una piscina municipal de Sur del país. "Me cobraron dos euros por ser mayor. Es la única forma de poder dormir un rato completamente estirado, porque el coche es muy pequeño".

"Este es el premio que me dan por colaborar con el Estado, y mientras, los que disfrutan de todos los lujos son los delincuentes", concluye el gallego de Vilanova de Arousa que, un día, resultó clave para quitarles la careta a los grandes capos de la droga que operaban en España en la impunidad.

Padín sufre varias patologías y su alimentación es deficiente. Solicita amparo de la Administración o de personas que tengan capacidad para prestarle una ayuda económica para salir adelante. 

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