La cultura de 2017

Un cine español renovado y diverso

Laia Artigas en 'Verano 1993', una película de Carla Simón.

Cuando se revisaba la lista de nominados a los Goya de 2016, una palabra resumía el resultado: thriller. Era el año de El hombre de las mil caras, de Tarde para la ira, de Que dios nos perdone... aunque finalmente saliera victoriosa Un monstruo viene a verme, el drama de J. A. Bayona rodado en inglés. Muchos empezaban a preguntarse si la intriga y la acción iban a ser los rasgos dominantes del nuevo cine español. Si los demás géneros iban a quedar desplazados, en la taquilla y en la prensa, en favor de este nuevo filón. Las nominaciones a los Goya de 2018, anunciadas el pasado miércoles, contradicen aquellos vaticinios. No es solo que el thriller esté prácticamente ausentethriller de las candidaturas —si tomamos El autor como filme de intriga literaria—, sino que los galardones certifican una añada del cine español excepcionalmente rica, variada... y joven, con cuatro óperas prima entre las cintas más señaladas.

Antes de empezar este repaso por las películas más señaladas del año, una advertencia: el filme español más visto es Tadeo Jones 2: El secreto del Rey Midas, que acumula 17,8 millones de euros y 3,2 millones de espectadores cuando se escriben estas líneas. Esta obra está, al menos, nominada al Goya a mejor película de animación. Pero Es por tu bien —1,5 millones de espectadores, 9,5 millones de euros en taquilla—, la segunda más popular, no opta a ningún premio de la Academia de Cine y fue, además, fríamente recibida por la crítica. Calidad artística y éxito comercial, ya se sabe, no siempre van de la mano. Pero también aquí el cine español puede estar de enhorabuena: en los tres últimos meses, al menos 5 de las 20 películas más vistas han sido de producción nacional. 

Estiu 1993 (Verano 1993)

Más de 160.000 espectadores. 1 millón de euros recaudados. 

"Lo de Berlín fue muy fuerte, me acordaré toda mi vida". La cineasta Carla Simón (Barcelona, 1986) llegaba a la Berlinale con su primera película bajo el brazo, satisfecha ya de haber entrado en la sección paralela Generation KPlus, pero acabó ganando no solo el gran premio del jurado en esa categoría, sino el galardón a la mejor ópera prima de todo el festival. "Puede que Verano 1993 relate con ojos infantiles el esfuerzo de una niña de seis años para lidiar con el duelo, pero transmite con madurez, empatía y emoción verdadera la realidad incierta que le sigue", escribía en febrero el medio estadounidense Screendaily, una de las referencias en la prensa especializada. Luego vendría la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga y, finalmente, la selección para representar a España en los Oscar. Aunque esta última se haya frustrado en la primera criba de la Academia de Hollywood, está claro que el recorrido de Verano 1993 ha sido más que bueno. 

Las ocho nominaciones a los Goya —incluidas mejor película, guion y directora y actriz revelación (para la joven protagonista Laia Artigas)— no han hecho sino confirmar que el filme ha sido uno de los más relevantes para el cine español en 2017. Y eso, con una primera película. Mucho tiene que ver el guion trabajado durante tres años a partir de la biografía de la directora, que comparte con su protagonista la experiencia del duelo por sus padres biológicos y la nueva vida con sus tíos y su prima, que son ya su padre, madre y hermana. Pero también tiene que ver con Valérie Delpierre, productora que ya había trabajado con Simón en sus cortos de la London Film School y se embarcó en seguida en la película. Juntas, consiguieron las ayudas de la Comisión Europea y del Ministerio de Cultura, y la financiación de TVE y TV3. Más de 960.000 euros de presupuesto para una ópera prima independiente. No es frecuente. 

Pero el éxito de Verano 1993 es también simbólico y sintomático. Simbólico, porque no puede sino serlo el hecho de que una película catalana y en catalán sea elegida para representar a España en Hollywood. Sintomático, porque el filme de Carla Simón es exponente también del nuevo cine catalán, representado también por directores como Carles Marques-Marcet —10.000km, la recién estrenada Tierra firme— o destacables óperas prima como Les amigues de l'Àgata (Las amigas de Àgata, 2016) o Júlia ist (2017). 

Handia

Más de 83.000 espectadores. Casi medio millón de euros recaudados. 

Una película en euskera es la más nominada de la próxima edición de los premios Goya. Sus creadores (Jon Garaño y Aitor Arregi a la dirección, con José Mari  Goenaga y Andoni de Carlos también al guion) habían conseguido que su anterior película, Loreak, también en lengua vasca, representara a España en la carrera por los Oscar de 2016. Ahora, este filme, premio especial del Festival de San Sebastián y alabado por la crítica pero que no ha conseguido hacer grandes números en taquilla —debido en parte a la difícil distribución— , tendrá una nueva oportunidad de llegar a las salas. En su haber tiene, por ahora, 13 nominaciones a los premios de la Academia de Cine, incluyendo película, dirección, guion, actor revelación y categorías más técnicas, como dirección de producción, arte o efectos especiales. 

Porque, a diferencia de Loreak y de 80 egunean, sus anteriores filmes, Handia es una gran producción. Debía de serlo para retratar la vida de Miguel Joaquín Eleizegui Arteaga, conocido como Altzoko Handia, el Gigante de Altzo, un joven vasco que llegó a medir 2,30 metros debido a su acromegalia, una enfermedad que provoca que quien la sufre siga creciendo durante toda su vida. La de Eleizegui duró 40 años, que le bastaron para convertirse en una leyenda y para ser exhibido, casi como una atracción de feria, por la Europa del siglo XIX. Sus 3,5 millones de euros, convierten a la cinta en la segunda más cara del cine vasco, y superan con mucho la media de 1,7 millones de euros con la que se trabaja en España, pero  una película de estas características. Salvando las distancias, 1898. Los últimos de Filipinas contó con seis millones de presupuesto. 

El autor

Casi 99.000 espectadores. Más de 600.000 euros recaudados. 

En el caso de El autor, de Manuel Martín Cuenca, las cifras de recaudación no son representativas. Ha sido una de las últimas grandes películas españolas del año en estrenarse, el pasado 17 de noviembre, y su entrada en la temporada de premios supuso una sorpresa relativa. Relativa, porque el filme protagonizado por Javier Gutiérrez se había hecho con el premio de la crítica en el Festival de Toronto poco antes de su paso por San Sebastián. Favorito a los Premios Feroz de la prensa cinematográfica y a los Forqué de los productores —que también votan en los Goya—, el filme se abrió paso el miércoles en los galardones de la Academia con nueve candidaturas, incluyendo película, dirección, guion adaptado —de la novela El móvil de Javier Cercas— y actor protagonista. Pese a que Handia y La librería sumen más nominaciones, la prevalencia de El autor en las otras alfombras rojas parece indicar que es la principal competidora de Verano 1993.  

Manuel Martín Cuenca consiguió hacerse definitivamente un hueco en el cine español con Caníbal (2013), después de trabajos como Malas temporadas (2005) o La flaqueza del bolchevique (2003). Aquel filme se hizo con un Goya, a mejor fotografía, pero optó a ocho. Entonces el cineasta conseguía que el público sintiere empatía por Antonio de la Torre, un sastre retraído pero bondadoso que solo tenía el pequeño defecto de comer carne humana. Ahora se acercará, con diferente resultado, a un vampiro figurado: un aspirante a escritor de poco talento que se sirve de la vida de sus vecinos para escribir su obra definitiva. 

Verónica

Más de 611.000 espectadores. Más de 3,5 millones de euros recaudados.

El caso de Estefanía Gutiérrez Lázaro, adolescente fallecida por causas no del todo claras; un expediente policial que recogía aparentes muestras de actividad paranormal; el paso, este sí material y comprobable, de la niñez a la adolescencia. Estos son los elementos que Paco Plaza, creador de la serie Rec, utiliza para su regreso al cine de terror en Verónica, uno de los hallazgos del año y reconocida con siete nominaciones a los Goya. Y no son en categorías menores reservadas habitualmente a este género: ahí están película, dirección, guion original, actriz revelación... Quizás porque el cineasta se interesa solo en parte por el terror sobrenatural clásico, ese que habla de espíritus y maldiciones, y busca de nuevo adaptarlo a la leyenda urbana patria y, sobre todo, a la soledad, la tristeza y el aburrimiento de sus protagonistas, mucho más sufrientes y reales que los teenagers estadounidenses. 

Las dos concesiones al cine de género —la otra es La llamada, musical del que hablamos más abajo— vienen de mano del productor Enrique Lavigne, cerebro de la compañía Apache y hacedor de títulos como Un monstruo viene a verme o Lo imposible. Estas dos obras son otra historia: producciones modestas —no lo es Oro, que opta a seis cabezones en las categorías técnicas— que han funcionado tanto en taquilla como ante la crítica. 

Abracadabra

Más de 286.000 espectadores. Más de 1,6 millones de euros recaudados. 

Quien conozca a Pablo Berger (Bilbao, 1963) por Blancanieves (2012), aquel cuento español en blanco y negro, apenas podrá reconocerle en Abracadabra más allá del uso preciosista de los planos y la baraja de recursos que exhibe con orgullo. Aunque su último filme es también, en cierto modo, un cuento con aroma a Torremolinos 73 (2003), su ópera prima igualmente interesada por lo cañí, que aquí se transforma en choni. A caballo entre la parodia nacional, el drama y lo paranormal, la inclasificable Abracadabra ha caído de pie ante la crítica opte ahora a ocho estatuillas, incluyendo las de mejor actriz y actor para Maribel Verdú y Antonio de la Torre. Una demostración de que el cine español puede tirarse a la piscina y que haya agua... aunque las cifras de taquilla, con más de cinco millones de presupuesto, no parezcan las mejores. 

El secreto de Marrowbone

Más de 1,1 millones de espectadores. 7 millones de euros recaudados. 

Una ópera prima rodada en inglés que se convierte en un éxito inmediato de taquilla, alcanzando el millón de euros en su primera semana. Sergio G. Sánchez (Oviedo, 1973) venía con los deberes aprendidos tras su trabajo en el guion de Lo imposible y El orfanato, llevadas a la gran pantalla por J. A. Bayona. Siguiendo también los pasos del mentor, el primerizo se lanzó de inmediato a la producción internacional de la mano de Telecinco Cinema y Lionsgate International, con un presupuesto de unos ocho millones de euros. Terror gótico estadounidense, como el que flotaba en El orfanato —y, ya de paso, en Los otros— y un terror clásico que quizás no hagan historia, pero que permiten pensar que las carreras de Amenábar y Bayona no son una excepción. 

La librería

Más de 328.000 espectadores. Más de dos millones de euros recaudados.

Con su ritmo creativo y su capacidad para sacar adelante proyectos con avales tan sólidos como Juliette Binoche, Jonathan Rhys Meyers o Ben Kingsley, Isabel Coixet es una de las constantes del cine español. La librería (The bookshop en el inglés original), su película basada en la novela homónima de Penelope Fitzgerald, la ha reconciliado, además, con el público. Si Nadie quiere la noche, su anterior largo de ficción, llegó a los Goya con 405.000 euros recaudados, La librería quintuplicará fácilmente esa cifra cuando pise la alfombra roja. Igual que Binoche en 2016, Emily Mortimer y Bill Nighy son candidatos al cabezón. Y Coixet, nominada de nuevo a mejor dirección —y van cinco Goyas—, puede llevarse al menos el premio del reencuentro con el espectador español, con quien no siempre ha mantenido una relación amorosa.  

La llamadaCasi medio millón de espectadores, casi 2,7 millones de euros recaudados. 

Quizás La llamada sea la película que se ajuste mejor, junto con Verano 1993, al concepto de fenómeno. Debut de Javier Ambrossi y Javier Calvo, pareja artística y romántica que tendrá difícil quitarse de encima el apodo de los Javis, el filme no tenía más aval que el de estar respaldado por el olfato de Lavigne... y por una manada de fans. Porque el boca-oreja que ha puesto al equipo artístico en la escena del cine español comenzó con la obra de teatro homónima estrenada por los Javis en el off del madrileño teatro Lara en 2013, que ha conquistado hasta ahora a 300.000 espectadores y que cuenta ya incluso con una versión mexicana. Decir que el elenco formado por Belén Cuesta, Anna Castillo, Gracia Olayo y Macarena García está en estado de gracia es decir poco: las dos primeras compiten por el Goya a mejor actriz de reparto, y ellos por el de director novel y guion adaptado. Habrá que esperar para saber si esto es el comienzo de un nuevo musical español, muy lejos de El otro lado de la cama, o una excepción a la regla.  

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Y además...

No hay suficiente espacio que permita hablar de los logros del cine español en 2017. Porque cómo no mencionar No sé decir adiós, ópera prima (otra más) de Lino Escalera que, pese a sus 12.000 espectadores, ha colocado las interpretaciones de Lola Dueñas y Nathalie Poza como de lo mejor de la temporada. O a Tierra firme, el regreso de Carlos Marques-Marcet, menos redondo acaso que 10.000 km pero una señal de que hay cineasta para rato. O a Colossal, el Godzilla de Nacho Vigalondo que ha conseguido usar la ciencia ficción y la comedia romántica para hablar de violencia machista... y recaudar 4,6 millones de euros en 34 países.  

 

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