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Caso Bárcenas

El PSOE entiende que “no quedaba más salida” que la moción de censura

Alfredo Pérez Rubalcaba y Josep Antoni Duran i Lleida, conversando ayer martes en los pasillos del Senado.

"El mayor riesgo es el inmovilismo. Y esta nos ha salido bien". La frase es de un barón regional del PSOE, pero era una reflexión compartida ayer en el partido, al entender que el anuncio de la presentación de una moción de censura supone "recuperar la iniciativa" de la oposición. Aunque fuera sólo por unas horas, la decisión sirvió para cerrar las fisuras internas, según confirmó una veintena larga de dirigentes a infoLibre. La satisfacción era bien palpable en los pasillos del Senado. Distinto es el apoyo que a esa moción de censura presten las demás fuerzas parlamentarias. UPyD es la más receptiva, Izquierda Plural se muestra dispuesta a escuchar, CiU y PNV exhiben por ahora mucha frialdad. 

"Es una moción por la dignidad de esta Cámara. Para que en esta Cámara podamos debatir y votar. No quiero sustituir al presidente del Gobierno, lo que quiero es que venga a la Cámara. No quiero sustituirle", insistió Alfredo Pérez Rubalcaba, entre los aplausos de sus compañeros en la reunión del Grupo Parlamentario, donde advirtió de que presentará la moción de censura si Mariano Rajoy no acepta el próximo 24 de julio comparecer en el Congreso para explicar el caso Bárcenas

Después del anuncio venían las preguntas. ¿Por qué ahora? ¿Cuándo se presentará? ¿Qué harán los grupos? Según varios miembros que han participado en las reuniones de estrategia de los últimos días, la decisión "estaba ya muy tomada" a la vista del cariz que estaban tomando los hechos, sobre todo tras la divulgación por El Mundo de los mensajes que Rajoy intercambió con su extesorero hasta 2013. "Lo que pasa es que hemos tenido la maña de manejar esto con discreción, y de llegar hasta hoy [por ayer] sin que hubiera trascendido", decía ufano un integrante de la ejecutiva. 

La gota que colmó el vaso fue la declaración de Bárcenas ante el juez, y las posteriores ruedas de prensa de Rajoy y de su número dos en el partido, María Dolores de Cospedal. "No había más salida. Teníamos que tirar hacia delante, no podíamos quedarnos quietos, y éramos nosotros los únicos que podíamos hacerlo, porque disponemos de los 35 diputados necesarios para presentarlos", explicaba un alto cargo de la dirección. La Constitución exige que la firma de una décima parte del Congreso para poder presentar la moción. 

No había ningún "miedo"

En la dirección socialista alegaban ayer martes que no ha influido la competencia con IU, ni siquiera la presión interna. Ha podido más, decían, la presión ambiental, el "clamor" que hay en la calle, que no entiende cómo a estas alturas Rajoy no se ha explicado tras el goteo de informaciones y acusaciones que le apuntan como "connivente" con Bárcenas. En el PSOE explicaban que no se trata de un giro improvisado, sino de la "evolución natural" de su posición respecto al caso Bárcenas: en febrero se pidió la dimisión del presidente y ahora que se han conocido más revelaciones y que el extesorero enseña su munición contra el jefe del Ejecutivo, "había que dar un paso al frente", recurriendo a un último resorte. No había ningún "miedo", esgrimía una diputada que se sienta en la ejecutiva. La decisión se acabó de tomar horas antes, el lunes, una vez que Rubalcaba sondeó a los grupos y vio que no había más punto en común que la petición de explicaciones al jefe del Ejecutivo. 

Segunda cuestión. Los tiempos. La moción se presentará "el 25 de julio" si la víspera el PP se niega a que Rajoy comparezca, según fuentes oficiales. El debate se produciría no antes de los cinco días siguientes a la presentación de la iniciativa. A partir de ahí es donde vienen las dudas, porque julio y agosto son meses de vacaciones parlamentarias, de periodo inhábil, en donde no hay plenos ordinarios, con lo que los socialistas se temen que el PP haga una interpretación estricta del Reglamento del Congreso y de la Constitución y lleve la moción a septiembre. Pero aplazarla más sería un "escándalo inimaginable" para el primer partido de la oposición y para el resto de fuerzas. Los conservadores disfrutan de mayoría absoluta y tienen en su mano el control del orden del día, pero no pueden vetar la moción. 

Lucha anticorrupción y regeneración democrática

Rubalcaba insistió durante su intervención en abierto en subrayar que no pretende la "sustitución" del presidente. Una obviedad, porque el PSOE sólo tiene 110 diputados tras el batacazo electoral de 2011 y el PP tiene una mayoría absoluta holgada. Pero el dirigente socialista quería incidir en que su partido se quiere centrar en la censura al presidente. En su reprobación, y no tanto en la segunda parte a que obliga la Constitución: la presentación de un candidato y un programa alternativos. En cualquier caso, el secretario general, según las fuentes consultadas, defendería un programa sencillo, basado en la lucha contra la corrupción y la regeneración democrática. IU o UPyD desearían que incluyera la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones. 

Los socialistas buscan, en fin, que Rajoy "hable" sobre el caso Bárcenascaso Bárcenas. Aunque eso tampoco está del todo garantizado, lo que explica los recelos de algunos grupos de la oposición. En efecto, ni la Constitución ni el Reglamento del Congreso obligan al presidente a defenderse o siquiera a estar en la sesión. En las dos anteriores experiencias, en 1980 y en 1987, sí intervinieron Adolfo Suárez y Felipe González, aunque quienes les defendieron en la tribuna fueron sus escuderos, Rafael Arias-Salgado y Alfonso Guerra. En la de 1980, varios ministros de UCD tomaron la palabra para interrogar y examinar al candidato, González.

"Sería una torpeza monumental que no compareciese ni en ese caso", de una "estupidez supina", añadían ayer cargos del PSOE. Y también de otros partidos. La tesis sostenida por varios diputados es que Rajoy no podría soportar el "descrédito", dentro y fuera de España, de que se debatiese una moción contra él y sin él presente. Porque una medida tan excepcional como esta tiene repercusión fuera de España. "Moción de censura es una figura que se entiende en todo el mundo, en todos los idiomas, es algo muy claro", agregaban desde la dirección.

La experiencia de 1980 contra Suárez

Rubalcaba, en su exposición ante sus diputados, a puerta cerrada, sí reconoció que la operación tenía "riesgos". Pero varios cargos del PSOE enfatizaban que en este caso, "las ventajas superan los inconvenientes", y que la votación final del candidato alternativo –porque en eso se traduce la moción de censura– "no es lo importante". Algunos socialistas asumían ayer que sí, que el mayor peligro es que el resto de grupos dejen solo al PSOE, que la iniciativa se vuelva contra el partido como un bumerán (como espera, por cierto, el PP).

De modo que el esfuerzo en las siguientes semanas se volcará, según explicaba la cúpula, en explicar al resto de fuerzas que la moción es "contra Rajoy", no a favor de Rubalcaba. "Que los grupos se retraten, que digan si están con el presidente y su escándalo de corrupción o contra él", retaba un miembro de la ejecutiva. No obstante, dos veteranos recordaban la experiencia de 1980: entonces se perdió por 24 votos, "pero se ganó en la calle", pues a partir de entonces el declive de UCD fue imparable. Dos años más tarde, González conquistó una mayoría aplastante en las urnas. El líder apelaba ayer a esa razón, a la "fuerza política y moral" que le asiste. Claro que existe un ejemplo a la inversa: la de 1987, que abofeteó al candidato, Antonio Hernández Mancha, líder de Alianza Popular. 

Otro riesgo: la figura del propio Rubalcaba, porque será él el que se someterá a examen, ya que la configuración constitucional hace que el foco se pose sobre el candidato, no tanto sobre el Gobierno. Ayer no había duda de que él será quien encabece la moción, pese a que su liderazgo interno esté cuestionado. "Pero él es el secretario general y no tenemos otro candidato", justificaban numerosos dirigentes.

"De esta travesía, puede salir reforzado o quemado, pero él ya lo hace por responsabilidad, porque no queda otra en este momento, porque la situación es muy grave", reconocía una diputada madrileña, federación muy crítica con el líder. Lo cierto es que ayer, en cuanto Rubalcaba anunció sus planes, no se oyó ningun comentario a la contra en la reunión del Grupo Socialista. "Ha servido para cohesionarnos –analizaba un miembro de la dirección del grupo–. Han estado de acuerdo desde Odón Elorza hasta Manuel Chaves", los dos diputados que representan posiciones habitualmente divergentes. 

UPyD, más entusiasta, Izquierda Plural quiere "esperar"

El voto de los grupos tampoco preocupa demasiado porque el PSOE calcula que "no será el único que vote a Rubalcaba". La opción más plausible es que si no hay respaldo expreso de las fuerzas minoritarias, al menos se queden en la abstención. Ayer los contactos del secretario general con el resto de la oposición siguieron a la vista de todos, en los pasillos del Senado, donde se había trasladado el pleno, al estar de obras el hemiciclo de la carrera de San Jerónimo. El hervidero era total: corrillos y más corrillos de políticos y periodistas con el órdago de Rubalcaba como tema único. El pleno, que discutía las 11 enmiendas de totalidad a la ley Wert, quedó eclipsado

Los socialistas no se llevaron un no tajante de ninguna formaciónno . La más entusiasta, como en los días anteriores, Rosa Díez, de UPyD, quien insistió en que la moción era "el único instrumento" que le quedaba al Parlamento "para provocar el debate que exigen el conjunto de los españoles" sobre el caso Bárcenas y para salvarlo del "secuestro" al que le somete el PP. Izquierda Plural, que en las últimas semanas venía diciendo que la moción no era el camino, ayer se ofreció a estudiar la propuesta de Rubalcaba cuando llegue.

"Hay que esperar –templó Cayo Lara–. Cuando conozcamos los contenidos de la moción, emitiremos nuestra opinión". La plana mayor de IU negó que el líder del PSOE hubiera prevenido al coordinador de que su idea era la moción. El grupo de IU-ICV-CHA reconoció que con ella, los socialistas retoman la iniciativa. Lo que molestó fue que decidieran plantearla solos. "Que no esperen un apoyo incondicional", avisaba un diputado. 

CiU y PNV, más reacios

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Izquierda Plural, como ERC, quiere elecciones anticipadas. El republicano Alfred Bosch señaló que su grupo no se opondría a ninguna moción que pudiera plantearse, pero añadió que esperaría a conocer el programa del candidato para perfilar su voto.

CiU y PNV, mientras, coincidieron en que esta figura parlamentaria no es la mejor vía para forzar a Rajoy a comparecer, porque ni siquiera lo exigen las normas de la Cámara ni la Constitución. El convergente Josep Antoni Duran i Lleida confió en que sea "innecesaria" y en que el presidente comparezca "por su propia voluntad", y el peneuvista Aitor Esteban puso como pega que la moción exige aspirante y programa, en el que sería "bastante difícil" poner de acuerdo a toda la oposición. Los dos, no obstante, dijeron estar abiertos a escuchar la propuesta.

El Congreso parece abocado, pues, a vivir su tercera moción de censura de la democracia. La primera en 16 años. Porque salvo giro imprevisto, pocos esperan ya que el presidente se atreva a ir a la Cámara a someterse a un durísimo revolcón de la oposición. 

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