Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
Es casi una tradición que la derecha aparezca en las encuestas como mejor opción que la izquierda a la hora de gestionar la economía, la seguridad y las crisis en general (ver aquí). No sólo en España, también en otras democracias. Siempre ha sido un capital electoral difícil de combatir desde opciones progresistas, más valoradas en la gestión de asuntos sociales, empleo o el combate contra la desigualdad. Hace ya tiempo que estos dogmas se han ido deshinchando, a fuerza de topar con realidades concretas que los desmienten (ver aquí). Es pronto aún para comprobar demoscópicamente si en España la gestión política de las distintas crisis afrontadas en los últimos años, a escala autonómica o nacional, está afectando a esas percepciones sociológicas asentadas desde siempre (con la inestimable ayuda de un ecosistema mediático mayormente inclinado a aceptar el marco impuesto por el neoliberalismo en todas sus variantes). Pero quizás sea ya momento de advertir lo que son desgraciadas evidencias de la falsedad de aquel manido axioma.
Empezando por el final. Cuesta imaginar una manera peor de gestionar la actual crisis de los cribados del cáncer de mama en Andalucía. La suma de mentiras, contradicciones y falta de empatía es una mecha encendida para que explote la indignación social. Es tan grave lo ocurrido –y sólo conocemos la punta del iceberg– que no basta con la dimisión de la consejera de Salud que no pudo disimular su ineptitud ni su desprecio a las víctimas. Cada día se produce una nueva prueba de incompetencia y también de mala fe.
Lo demostró el jueves el propio presidente de la Junta, Juanma Moreno Bonilla, cuando intentó colar desde el Parlamento una versión fake de los protocolos aprobados hace años, alguno en la época de María Jesús Montero, candidata a competir con Moreno en las próximas elecciones autonómicas. Esos protocolos no dicen lo que Moreno dice que dicen, sino más bien lo contrario, respecto a la obligación de informar a una paciente a la mínima sospecha de que pueda llegar a sufrir un tumor de mama (ver aquí). Ni, aunque fuera cierto, explicaría tampoco la aplicación de protocolos el hecho de que –al menos hasta el momento– el 90% de los casos se concentren en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
Esto no va a quedar aquí, y no sólo se va a extender el problema a otros puntos de Andalucía. Fuentes bien informadas de la sanidad pública y privada advierten que este dramático fiasco tiene una conexión directa con las listas de espera, los bajos salarios, la escasez de plantillas y las llamadas “peonadas médicas” que se realizan por las tardes y se pagan entre los 300 y los 450 euros por cuatro horas de trabajo de especialistas. Hace bien el Ministerio de Sanidad en reclamar a todas las comunidades autónomas los datos sobre los tiempos de información de los cribados, no sólo en cáncer de mama sino también en cáncer de colon y de cérvix. No quiero ni imaginar lo que podríamos llegar a saber, la incertidumbre de lo que costará mucho saber y la certeza de que toda esta desidia respecto a la sanidad está costando seguramente más vidas que la pandemia.
Sigamos desde hoy hacia atrás. ¿Cuál fue este verano la gestión de la crisis de los incendios por parte de los gobiernos del PP en Castilla y León, Galicia o Extremadura, pero muy especialmente en la primera? Una suma letal de incompetencia, mentiras e intentos de eludir la responsabilidad para dirigirla al Gobierno central.
Mañueco, como político, tendría que estar más quemado que los montes de Las Médulas o de Puebla de Sanabria. Elogió y agradeció la ayuda y cooperación del Ejecutivo central y de la UME –como también lo hicieron responsables de las otras comunidades afectadas– mientras seguía de vacaciones, hasta que Feijóo decidió aplicar a los incendios en territorios de gobernanza de la derecha el manual de instrucciones de Mazón en la gestión de la dana. De modo que todos los dirigentes populares abrasados en mayor o menor grado se lanzaron al unísono a cargar las culpas al Gobierno central, exigiendo incluso medios nacionales y europeos que saben (o deberían saber) que no existen. ¿No se había conseguido ya que el himno del verano en cualquier festejo fuera “Pedro Sánchez, hijo de puta”? (Ver aquí). Había que endosarle también los incendios. Aparte de la bajeza de dedicarse a deshumanizar y destruir personalmente al adversario político, ¿exactamente cuál es el concepto de Estado de las autonomías que defiende el PP si se muestra incapaz de ejercer sus competencias pero al mismo tiempo se resiste siempre a dar el paso de declarar el grado de emergencia por el que cedería legalmente sus funciones al Gobierno central?
Los ingredientes del manual de gestión de crisis del PP se repiten machaconamente: mentiras, incompetencia, negligencia, desvío de responsabilidades y ocultación del rastro de cualquier prueba
En pocos días se cumplirá un año de la dana que costó 228 vidas en la comunidad valenciana. Queda poco que decir más allá de lo ya escrito y documentado por la jueza de Catarroja Nuria Ruiz Tobarra y de lo escuchado y visto en los vídeos que el canal de televisión secuestrado por el Gobierno de Mazón no había emitido y RTVE ha conseguido rescatar y hacer públicos (ver y escuchar aquí). La gestión política del día de la dana fue un cúmulo de negligencias, dejación de funciones y ausencia de decisiones. Y la gestión posterior fue –y sigue siendo– una sarta de mentiras, contradicciones, ocultaciones y falta absoluta de empatía con las víctimas y de respeto a la inteligencia de toda la ciudadanía. Pero ahí está Carlos Mazón, encantado consigo mismo después de la ovación que le dedicó el congreso nacional del PP a principios de verano, deshojando incluso la margarita de si volver a presentarse o no a las próximas elecciones valencianas. ¡Uff!
Surge una pregunta completamente obvia: ¿queda algún resto de liderazgo o autoridad en Feijóo respecto a barones o baronesas, llámense Mazón o Ayuso (dedicada esta directamente a proclamar una república ayusista madrileña en la que la cacareada libertad consiste en que las mujeres que quieran ejercer su derecho al aborto se vayan lo más lejos posible)? No me canso de insistir: entre Feijóo, Ayuso, Mazón, Aznar… quien manda es Abascal, aun dormido, vagueando o medio inconsciente. Es el que marca el paso y quien consigue imponer el marco de conversación en la derecha y más allá.
No quiero aburrirles, pero si continuamos hacia atrás, toparemos con los atentados del 11-M y las mentiras de Aznar, Rajoy, Acebes…, arropados por un circo mediático de varias pistas (Pedrojota, Jiménez Losantos, Carlos Herrera y por ahí…), que aún hoy sigue funcionando a toda mecha. Y, aún más atrás, con el desastre del Yak-42, que aquel 26 de mayo de 2003 costó la vida de 62 militares españoles, cuyos restos quedaron desperdigados cerca de Trebisonda, en Turquía, y que el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, ordenó repatriar aunque fuera mezclados y en bolsas de basura, con tal de llegar a tiempo para montar un espectacular funeral de Estado en Madrid. La lucha constante de las familias dejó en evidencia la ignominia, y todavía cuesta creer que el tal Trillo –ultracatólico, enemigo del aborto y experimentado impulsor de la politización de la justicia– no esté en la cárcel o al menos se esconda a rezar en el más apartado convento, en lugar de pasearse estos días por los platós promocionando sus ¿memorias? “¡A la mierda!”, como diría Fernán Gómez. Por no irnos a noviembre de 2002, cuando se hundió el Prestige frente a las costas gallegas y tuvimos que soportar todo aquel dramático carnaval de los “hilillos de plastilina” (Rajoy dixit. Ver aquí).
Hay una evidente línea de puntos que conforma todo un manual de gestión de crisis por parte del PP en los últimos 25 años, de Aznar a Feijóo pasando por Rajoy (dejamos para otro día el capítulo de su gestión de la crisis financiera y de cómo prometió que el rescate bancario no iba a costar “un solo euro” a los ciudadanos… y se fumó un puro). Los ingredientes se repiten machaconamente: mentiras, incompetencia, negligencia, desvío de responsabilidades y ocultación del rastro de cualquier prueba, siempre confiados en que la justicia no es ciega, pero quizás tuerta cuando las cosas se ponen muy feas.
Tengo curiosidad por saber qué dirán los sondeos –si es que el CIS vuelve a preguntar por este asunto capital, ya que no lo ha hecho desde 2023–. Es posible que el mantra de que la derecha gestiona la economía, la seguridad y las crisis con más eficacia y rigor que la izquierda se haya ido allá por donde envía el loco ultracapitalista Milei a todo aquel que le saque los colores, o sea, “al carajo”.
P.D. La semana pasada propuse en este Buzón de voz (ver aquí) abrir “una ventana de conversación pública en el espacio progresista” que pueda aportar reflexiones para remotivar a unos tres millones de electores a la izquierda del PSOE que se declaran decepcionados y que son imprescindibles si se pretende repetir la posibilidad de un Gobierno de izquierdas y frenar el retroceso provocado por “los bárbaros”, como los denominaba mi añorado Jaime Miquel. En unos días cumpliremos ese propósito estrenando un espacio de análisis y debate en el que acogeremos todo tipo de aportaciones diversas y plurales, de analistas, políticos, pensadores, socias y socios de infoLibre, a quienes se pondrá como única condición respetar las leyes y a las personas, por muy opuestas o indefendibles que nos parezcan sus ideas. Mientras Google y la IA siguen dando pasos para acabar con el oficio de un periodismo honesto, imprescindible para la democracia (ver aquí), nosotros seguiremos dando esta hermosa batalla cívica si usted, ustedes, nos acompañan y ayudan a correr la voz.
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