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El Falcon y el Audi

Feijóo llegó al gobierno de Galicia transportado por un coche blindado de mentira. En concreto, por un Audi A8 Security de medio millón de euros. Si el personal no lo remedia, el domingo podría llegar al gobierno de España a bordo de un Falcon.

Se nos ha olvidado ya porque sucedió en 2009, pero las similitudes del viaje emprendido por el candidato gallego entonces y ahora ponen los pelos de punta. Igual marrullería. La misma hipocresía. Idéntica ausencia de vergüenza. Hagamos memoria:

El entonces presidente de la Xunta de Galicia, el socialista Emilio Pérez Touriño, que gobernaba en coalición con el BNG, tuvo que soportar la insidiosa crítica del PP, liderado por Feijóo, por haber comprado un coche exactamente igual que el que tenían otros presidentes de la época, como los mismísimos Aguirre, Gallardón o Barberá. El coche con el que Aznar salvó su vida. La campaña fue feroz: el maldito Audi trataba de simbolizar el despilfarro y la soberbia que el PP atribuía a los socialistas y a su socio nacionalista.

El Audi de Touriño fue el eje de la campaña electoral y la causa de su derrota, porque por solo un escaño, por un puñado de votos, el presidente no pudo reeditar su gobierno de coalición. Así nació el gobernante Feijóo: con una mayoría precaria lograda con una gran mentira.

Claro que ya se sabe: de un presidente de izquierdas se espera austeridad monacal. A uno de derechas se le perdona el dispendio

Porque no fue solo que el coche de Touriño fuera igual que el que usaban sus colegas en toda España, sino que luego descubrimos que Fraga había comprado los mismos vehículos y vimos atónitos que, gobernando ya Feijóo, aquel coche se subastó, perdiendo la Xunta en la demagógica operación la indecente cifra de 200.000 euros. 

Feijóo, que había prometido comprar un coche fabricado en Galicia, en concreto en la Citröen local, tuvo en realidad que comprarse el coche en Francia, porque en su tierra solo se hacían los Xara, los Berlingo, los Picasso y similares. Poca cosa para el flamante presidente, que se compró una berlina francesa a la altura de su hipocresía.

¿Subastaría Feijóo los Falcon si fuese presidente? ¿Dejaría de usarlos? ¿Le explicaría a los reyes y a sus ministros que, a partir de ahora, tendrían que viajar en vuelos comerciales?

En 2009, justo antes de aquellas elecciones autonómicas, visité a Touriño para preparar un debate en el suntuoso Palacio de Monte Pío, una lujosa mansión que Fraga hizo construir como residencia oficial. Resultaba desagradablemente irónico tener que defender al maltrecho presidente de los ataques de Feijóo por su supuesto despilfarro, sentado en aquellas salas minimalistas de hormigón vanguardista en las que Fraga invirtió más de siete millones de euros de fondos públicos, aunque las cifras reales nunca se desvelaron. 25.000 metros cuadrados de vivienda con piscina climatizada, sauna, gimnasio y jardines privados.

El propio Feijóo, que tanto daño hizo con el Audi a su adversario, habitó luego el Palacio hasta que se mudó a La Coruña. Así se las gasta Feijóo; esa es la anchura de su moral. El mismo candidato que en 2009 no tenía pudor para utilizar el blindado oficial de modo capcioso, usa ahora el Falcon con el mismo objetivo.

Touriño, pese a la recomendaciones en contra, no quiso entrar en el barro del Audi y las acusaciones contra él quedaron sin responder. Solo cuando perdió la Presidencia se hizo público el enorme fariseísmo de las críticas. Puede que en breve asistamos a un ejercicio similar y observemos que Feijóo vuela en los aviones del Estado igual que sus antecesores.

Claro que ya se sabe: de un presidente de izquierdas se espera austeridad monacal. A uno de derechas se le perdona el dispendio. En fin… ojalá no tengamos que comprobarlo como en aquella Galicia de 2009.

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