Illa es el preferido para gobernar Cataluña desde mayo y podría hacerlo según los sondeos actuales con el apoyo de ERC (quizá no necesitara el de los Comunes). De algún modo, la “Gran Coalición” que muchos han reclamado en los últimos años para la “salvación” de España en forma de una alianza del PSOE con el PP, pueda hacerse viable en una versión peculiar, en Cataluña, con el acuerdo del PSC y Esquerra Republicana.

Cualquier otra opción parece menos probable: el bloque independentista (ERC+Junts+CUP) no parece sumar a día de hoy y la derechas estatales (PP, Vox y Ciudadanos) son casi testimoniales.

Por supuesto, montaría en cólera como siempre el PP de Feijóo —¡un gobierno catalán de socialistas y terroristas!— y un decadente y gamberro Junts quedaría aislado y respondería con rencor. Pero lo cierto es que el exministro podría ser el salvador del asunto catalán, porque es conocido por su bondadoso talante, su pragmatismo, su capacidad incansable de escucha y de trabajo, su moderación y su equilibrio ante los nacionalismos paletos de un lado y del otro.

Ese cambio fundamental en el Gobierno de la Generalitat, que lleva ejerciendo el independentismo desde 2010, sería un auténtico bálsamo para Cataluña y un cortafuegos de los conflictos provocados por el decaído procés, que sería del agrado también de los líderes de ERC, más gradualistas, menos vociferantes y más prácticos que los de Puigdemont. Se mantendría así el clima más relajado que, sobre todo desde los indultos, ya se respira en Cataluña, agotada por la bronca y paralizada por sus consecuencias.

Ha sabido mantenerse discreto pero firme en los principios mientras el Gobierno negociaba con los independentistas. No se le conoce pifia alguna y concita el respeto de la mayoría de la población, incluso de quienes discrepan de él

Si el PSOE tiene un problema de liderazgo en los territorios de España, como ha reconocido su propio secretario general, eso desde luego no sucede en Cataluña, donde Illa es conocido por todos y reconocido por la mayoría. Lleva ejerciendo como líder de la oposición desde que dejó la cartera de Sanidad. Él ha estado preparándose en el terreno, su terreno, y ha sabido mantenerse discreto pero firme en los principios mientras el PSOE y el Gobierno negociaban con los independentistas. No se le conoce pifia alguna y concita el respeto de la mayoría de la población, incluso de quienes discrepan de él.

Claro que el cambio en Cataluña, de producirse, que no está escrito, suscitaría de inmediato una recomposición en el parlamento español. Junts acentuaría su irredentismo y pondría en dificultades adicionales a Sánchez, que podría parecer más débil en España siendo más fuerte en Cataluña, qué paradoja.

Estamos jugando con hipótesis tempranas, porque aquí cada día pasa algo nuevo y la convocatoria electoral nos ha pillado como tantas veces por sorpresa. Pero hay una base sobre la que sí se puede trabajar: hace ya tiempo que no sólo los socialistas, sino también una buena parte de la población catalana, ve en este “salvador”, de apellido Illa, al líder que puede ayudar a sacar a los catalanes del embrollo en que sus penúltimos gobernantes independentistas de derechas (Mas, Puigdemont y Torra, en concreto) les metieron desde hace ya década y media.

Si eso remueve el ya agitado avispero del resto de España, ya se verá. Cada día tiene su afán.

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