El continuo tiro en el pie del PP

En apenas una semana el Partido Popular ha puesto en evidencia, al menos en tres ocasiones, cómo su política de acercamiento a Vox es un continuo tiro en el pie. En un giro de guion inesperado, se empiezan a conocer detalles de las conversaciones entre el Partido Popular y Junts el pasado verano explorando opciones de acuerdo para una posible investidura de Feijóo. Se acaba de saber que los populares valoraron durante 24 horas la amnistía mientras clamaban contra ella a los cuatro vientos como si fuera la peor de las aberraciones. Dicen que la descartaron por considerarla inconstitucional pero no por la fuerza moral superior que exhibían en sus argumentarios.

Los conservadores se muestran ahora también partidarios de un indulto a Puigdemont si éste se aviene a ser juzgado y dentro de un plan de reconciliación en Cataluña. Todo un ejemplo de sentido común político, si no fuera porque llevan años convirtiendo cualquier gesto de acercamiento al independentismo catalán en la peor de las traiciones. ¿Por qué se desvela ahora todo esto, a una semana de unas elecciones gallegas donde todo parece estar pendiente de decidirse en los últimos días? Por la amenaza lanzada por Puigdemont: “Todo se acaba sabiendo”, dijo el líder independentista.

La pregunta que emerge es: ¿por qué el PP no llegó a un acuerdo con Junts si lo que estaba en juego era nada menos que La Moncloa? Porque la ultraderecha política y el clima de opinión contrario que, sin matices y con beligerancia, él mismo había creado, se le habría vuelto en contra y puesto en peligro los gobiernos autonómicos y ayuntamientos donde gobiernan con Vox. Fue la cercanía a la ultraderecha y su competencia con ella en el discurso más duro, más españolista e identitario lo que dejó a Feijóo sin un Gobierno para el que ya tenían incluso los ministerios repartidos.

En apenas una semana el Partido Popular ha puesto en evidencia, al menos en tres ocasiones, cómo su política de acercamiento a Vox es un continuo tiro en el pie

Los daños que la proximidad a Vox le causan al PP se extienden por doquier, incluso en las movilizaciones agrarias. La plataforma 6F liderada por personas de ultraderecha que poco o nada tienen que ver con la realidad compleja del campo han intentado convertir las cuestiones ambientales, la Agenda 2030 y la propia Unión Europea en los grandes males que asolan a la agricultura. Un conflicto donde los populares se quedan sin espacio, cuando tradicionalmente lo habían tenido de forma muy consolidada. El Partido Popular dio a Vox las consejerías de Agricultura en Aragón, Castilla y León y Comunidad Valenciana, además de una “Consejería de Territorio” en Extremadura. Dejó así que la ultraderecha creciera en un terreno y un discurso con el que ha triunfado en otros países europeos, y ahora los conservadores “de bien” admiten que por ahí les pueden hacer daño sus competidores más radicales.

Mientras las movilizaciones avanzaban jaleadas por la ultraderecha, Feijóo perpetuaba en el error. En la sesión del control al Gobierno del pasado miércoles usó la misma expresión que Abascal para referirse a las políticas de transición ecológica, “dogmatismo ambiental”. Resulta interesante preguntarse qué estará pensando el mundo económico, empresarial y financiero que está haciendo buenos negocios en la economía verde y que es afín a órbitas conservadoras.

Habrá quien piense que estos continuos errores estratégicos en el PP son un regalo para la izquierda, y, en efecto, mucho de eso hubo el 23J. El balance, sin embargo, es devastador. Cada paso que el Partido Popular da para comerle terreno a la ultraderecha, lo contamina más que lo alimenta, y con él, se contamina también la política y la conversación pública española. Casi media España que vota a la derecha está siendo incitada a un airado catastrofismo repleto de afán de revancha. Es absurdo y muy contraproducente para todos. Cuando la teatralización excede ciertos límites, puede que la farsa acabe llevándose la lógica por delante.

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