Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
El mundo no se para. Esta semana el mundo ha girado a más revoluciones de lo habitual. Esta semana, mientras España era pasto de las llamas, en el eje político de Occidente se producía un cambio de rasante. Primero en Alaska y después en Washington. El mundo, convertido en un reality show sin pausa, gira en torno a Donald Trump. Acto Primero: recepción de Putin entre aplausos. Hubo risas y bromas. Nadie diría que en ese momento centenares de drones rusos estaban impactando contra las fachadas de los edificios públicos de Kiev. Segundo acto: reunión con el núcleo duro de Europa, incluido Reino Unido, entre guiños y abrazos.
A Trump le han dado las palancas de Arquímedes y ha movido el mundo. En realidad, el mundo ha girado en torno a Rusia y sus expectativas territoriales sobre Ucrania. Si tiene fuelle suficiente, morderá fuerte en el costado izquierdo de la UE. Trump, después del acuerdo arancelario firmado en Escocia junto a Von der Leyen, ha vuelto a mover otra palanca y ha conseguido arrastrar a la UE hacia los postulados de Moscú. Para Zelenski, el presidente ucraniano, lo imposible, hoy, es sencillamente una arriesgada reforma constitucional. Y ya.
Pero conviene detenerse un instante en la foto de la cumbre de este lunes. El mundo del ayer es una imagen, una fotografía, un encuentro de máximo nivel en la Casa Blanca donde estuvieron presentes las figuras más relevantes de la escena internacional, donde algunas palancas, no todas, sí lograron mover el mundo. El presidente de los EE UU quería esta semana esa foto. La Administración Trump quiso dulcificar su imagen junto a un Zelenski que mudó de uniforme e, incluso, de piel. También quiso hacer patente la presencia de Putin (al otro lado del teléfono, como siniestro Blofer, archienemigo de Bond y del mundo), y quiso ver, finalmente, al resto de protagonistas: a Marc Rutte, Secretario General de la OTAN, a Ursula von der Leyen y a los cuatro principales aliados europeos, Merz, Macrón, Meloni y Starmer, todos ellos sancionando los pasos necesarios para dar un giro a las posiciones de Europa donde Moscú tiene mucho que decir.
Y sí, la foto de este lunes también dejó patente el rechazo de Trump a Pedro Sánchez. Obviamente, la escena quiere decirnos algo más. Lo primero que nos dijo es que la conexión entre la UE y España se ha debilitado tras la última cumbre de la OTAN. Recordemos que el presidente español rechazó hace un mes asumir el compromiso del destinar el 5% del PIB a la financiación de la OTAN. Recuerden esa otra foto, en la que posaba apartado del resto de líderes mundiales, estudiadamente alejado del resto de presidentes y jefes de Estado. Hoy, esa distancia, gracias a las palancas de Trump, es aún mayor. El mundo se ha movido. ¿Y España?
La palanca de la España de hoy ya no mueve con la misma fuerza los mecanismos políticos y diplomáticos del motor de Europa. La palanca de Sánchez hoy se parece más a la palanca del exprimer ministro italiano Giuseppe Conte de hace unos años, del que no se fiaban en Bruselas, después de que su Gobierno firmara un acuerdo preferente de adhesión a la Nueva Ruta de la Seda con China. En EE UU, aquel convenio, firmado en 2019, provocó un gran malestar y en Bruselas se optó por dar un trato preferencial a Pedro Sánchez, convertido en el mejor interlocutor de entre los países del sur de Europa, especialmente, para la Alemania de Angela Merkel, que tenía la acuciante necesidad de pactar los futuros Fondos de Recuperación para mantener cohesionado el mercado común europeo después de los estragos económicos producidos por la pandemia. Siete años más tarde, en la foto de Washington, el asiento de la Europa del Sur lo vuelve a ocupar una italiana: Giorgia Meloni, una mujer que mataría en estos momentos por tener el PIB de España.
La Nueva Diplomacia Española de José Manuel Albares ha marcado una senda diferente. Su autoridad política le ha permitido denunciar el genocidio en Gaza y reconocer el Estado de Palestina. Previsiblemente, Francia lo hará en septiembre. Más allá del afianzamiento moral del Gobierno español en el Creciente Fértil, lo que marca la verdadera diferencia entre España y el resto de miembros de la UE es su posición preferente en China. Conviene recordar que el Consejo Europeo declaró al Gobierno de Xi Ping como adversario estratégico. La astucia de Sánchez está siendo puesta a prueba, mientras se replantean todos los principios de la UE ante la nueva situación internacional.
Sánchez nunca será aceptado en la Casa Blanca, pero seguirá siendo el hombre virtuoso en los jardines del Palacio de Pekín, donde ocupa un lugar privilegiado en el Estanque de los Peces Rojos
En 2020, nadie quiso en Italia que Giuseppe Conte gestionara los fondos de recuperación, una ingente millonada que sirvió para expandir, en cambio, la economía española, convertida cuatro años después en el tren del crecimiento de la UE. Nadie quiso a Conte, ni siquiera el presidente italiano, el maquiavélico Mateo Renzi, quien propició la llegada de Mario Draghi, exgobernador del Banco Central Europeo y, en estos momentos, principal apoyo de Giorgia Meloni. Draghi conoce perfectamente las palancas de la UE y de Washington. Su trágica caída del Gobierno italiano, registrada en la foto de Andrés Ballesteros para EFE, se produjo durante la cumbre de la OTAN celebrada en uno de los salones del Museo del Prado. Fue la “foto del año”. Y la leyenda de que corría una maldición, la de Velázquez, sobre unos cuantos mandatarios.
El debilitamiento de Italia supuso el renacer de España. He aquí una lección de la que tomar buena nota. De momento, Sánchez sigue enviando señales de fortaleza, dentro y fuera de España, convertida en un horno trágico al sur de los Pirineos. El mundo en lo suyo y nosotros en lo nuestro. Nunca será aceptado en la Casa Blanca pero seguirá siendo el hombre virtuoso en los jardines del Palacio de Pekín, donde ocupa un lugar privilegiado en el Estanque de los Peces Rojos. Ni en España ni en Europa hay alternativa al presidente español.
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