Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
El PP ha entrado en la guerra cultural con Vox a costa de jugar con derechos fundamentales. Abandonar un centro que necesita le puede salir muy caro como reflejan todas las encuestas. Más allá de que elija como munición electoral la migración o las mujeres, en la vida real el retroceso lo pagamos todos. La última, sobre el derecho al aborto reconocido desde hace cuarenta años, era difícil de prever. No es posible calcular el número de mujeres que dieron la espalda al PP el 23-J por sus pactos con Vox dando aliento a la agenda antifeminista. Que hayan abandonado las políticas liberales, un consenso superado y un posicionamiento que hace no tanto marcó Núñez Feijóo se ha materializado en Madrid de manera gratuita, regalando a Vox una política antiabortista que no hubieran podido sacar solos.
Con su mayoría absoluta, José Luis Martínez-Almeida ha ido más lejos que los presidentes autonómicos del PP atados a Vox. En Castilla y León, con un gobierno de coalición de Alfonso Fernández Mañueco con Juan García-Gallardo, la Consejería de Sanidad frenó ofrecer a las mujeres escuchar el latido fetal antes de abortar. Almeida va más allá porque fuerza a los centros de salud o espacios de igualdad "de manera obligatoria, verbal y escrita, permanente y visible" a difundir un bulo. Ahora las mujeres que aborten en Madrid tendrán que soportar que les digan que su decisión puede causar alcoholismo, depresión o sentimiento de culpa. Cero evidencia científica de ello.
Lo que hace Víktor Orban en Hungría, ahora se hará en Madrid. Sobre un derecho reconocido solo cabe una información: dónde puedes abortar y cuándo. Lo que impacta a las mujeres es no poder hacerlo en condiciones. A escondidas. Sin plenos derechos. Sin la garantía de los recursos sanitarios necesarios. Con centros donde se permiten más objetores que médicos. O presionadas por una propaganda ultra que hasta ahora solo impulsaba Hazte Oír.
Lo que impacta a las mujeres es no poder hacerlo en condiciones. A escondidas. Sin plenos derechos. Sin la garantía de los recursos sanitarios necesarios. Con centros donde se permiten más objetores que médicos
Este corrimiento de tierras del PP no se produce sólo por la presión madrileña de Ayuso y Almeida. La portavoz del PP en el Congreso, Ester Muñoz, ha avalado la decisión del alcalde de Madrid. “La información nunca es un problema”. Al ser falsa, puede tener consecuencias jurídicas. Es una malversación de fondos públicos destinar recursos públicos a difundir información falsa y dañina en centros sanitarios, el SUMA o espacios de igualdad.
La misma información que Almeida normaliza podría darse sobre los efectos de un parto no deseado. Y ni siquiera. El supuesto síndrome post aborto es una información falsa, sesgada, ideológica, ultraconservadora y no probada científicamente. El alcalde que presumía de quitar un “tendedero” como “gesto romántico” para dar una “sorpresa” a su mujer, se atreve a decirle ahora a las mujeres qué información necesitan para tomar una decisión autónoma, libre, reconocida por ley. De un derecho sobre el que el PP siempre ha votado en contra uniéndose después al consenso.
Ahora, en lugar de desmarcarse, la dirección nacional se suma. Falta ver cómo saldrá Feijóo cuando le pregunten directamente por la decisión del ayuntamiento de Madrid. Un recordatorio. Hay Ayusers, no Feijoyers. Esto no debería ser malo a priori. Salvo porque Feijóo no consigue imponer los mensajes de una dirección nacional a rebufo de Vox o el PP de Madrid.
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