Cuando queríamos ser indios Aroa Moreno Durán
El papa León XIV ha aceptado la dimisión de Rafael Zornoza como obispo de Cádiz y Ceuta, quien ha gobernado la diócesis durante 14 años como un rey absoluto en un reino de Taifas de manera autoritaria con total impunidad y sin ningún control del Vaticano, que es quien nombra a los obispos. La respuesta del obispo dimitido al papa no se ha hecho esperar, y no ha sido precisamente de protesta o de malestar por la medida tomada.
Todo lo contrario, le ha expresado su sincero agradecimiento por tres razones: “su comprensión y cercanía pastoral”, el haberle concedido poder de dedicarse plenamente a los tratamientos médicos por el cáncer que padece y que desconocíamos, y el poder atender, “con serenidad y confianza en Dios”, a su defensa por “una acusación injusta y falsa”. ¡Siempre apelando a Dios y confiando en él en situaciones límite como si fuera un “tapaagujeros” o un paracaídas que salvara de un aterrizaje mortal!
El agradecimiento está más que justificado. ¿Por qué? Porque el papa no le ha cesado, como las circunstancias hubieran exigido, dada la gravedad de los delitos de los que se le acusa. Aun respetando la presunción de inocencia, tenía que haberle aplicado las medidas cautelares y haberle cesado, como le pidieron algunos obispos. ¡Pero, no! Se ha limitado a aceptar su dimisión, que ya había presentado Zornoza en 2024 al cumplir los 75 años, como establece el Código de Derecho Canónico.
En la aceptación de la dimisión hay otro encubrimiento. No se hace referencia alguna a la investigación que está llevando a cabo el Vaticano desde el mes de junio sobre la denuncia de un seminarista de la diócesis de la Getafe que ha acusado al obispo de Cádiz y Ceuta de abusos sexuales continuados durante siete años, cuando era rector del seminario de la diócesis getafense.
Gravísima acusación, que hubiera requerido una actuación rápida para demostrar que en la Iglesia católica se funciona con luz y taquígrafos y que hay tolerancia cero. ¡Pero, no! De nuevo el ocultamiento, como viene siendo habitual en la jerarquía eclesiástica ante casos similares, y muy especialmente tratándose de un obispo, por una solidaridad mal entendida. Y la apelación a la presunción de inocencia, perfectamente legítima, que ha sido el recurso más frecuente ante la denuncia contra Zornoza.
El caso fue conocido a través de una información de El País. Nunca o casi nunca la jerarquía eclesiástica, vaticana o nacional ha tenido la iniciativa en la información sobre los casos de pederastia cometidos en el seno de la Iglesia católica por sacerdotes, formadores, directores espirituales, confesores, etc. en seminarios, noviciados, parroquias, campamentos, colegios religiosos, y menos aún tratándose de obispos. Actuando de esa manera contravienen el mandato de Jesús de Nazaret: “Lo que os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; lo que oís al oído, proclamadlo desde los tejados” (Evangelio de Mateo 10,26).
¿Por qué el ocultamiento? Por el miedo a la verdad, cuando el Evangelio no puede ser más claro al respecto: “la verdad os hará libres” (Evangelio de Juan 8,32). En este caso no han podido desmentirlo, como han hecho en otras ocasiones, porque El País ofreció el testimonio del seminarista denunciante. Y aún así y todo, hubo que esperar casi dos semanas para que el Vaticano reaccionara.
Numerosas han sido las denuncias del comportamiento poco ejemplar de Zornoza enviadas al Vaticano y a la Conferencia Episcopal Española. ¿Resultado? La callada por respuesta
Es posible que Zornoza exprese también su agradecimiento al papa Francisco por no aceptar su dimisión y permitirle seguir ejerciendo el ordeno y mando, actuando antievangélica e inmoralmente de espaldas a los mínimos de la justicia social y a la compasión con las víctimas y persiguiendo a los sacerdotes discrepantes y a los colectivos cristianos críticos.
En sus 14 años al frente de la diócesis de Getafe y Ceuta ha contado con el rechazo de un sector importante de los católicos gaditanos, de la sociedad y hasta de los humoristas, que en el Carnaval de este año le han dedicado una chirigota que empieza con elogios al papa Francisco, de quien dicen que “si por él fuera, no habría pobres” y sigue con una crítica a Zornoza, a quien llama “oveja negra del rebaño de Dios” y le acusa de tener pisos vacíos “mientras hay pobres por las calles”.
El obispo Zornoza llevó a los tribunales al expárroco de Conil, canónigo de la Iglesia Catedral de Cádiz y exprofesor del Seminario Rafael Vez Palomino por sus críticas abiertas a determinadas actuaciones del obispo y de su equipo de gobierno, por ser contrarias a los principios evangélicos. Le retiró todas sus funciones dejándole totalmente marginado. Rafael Vez denunció al obispo para poder defenderse por actuaciones que atentaban contra su dignidad personal.
Mostró insensibilidad hacia las numerosas personas migrantes y refugiadas que viven en la ciudad y carecen de vivienda, negándose a darles acogida en los numerosos edificios de propiedad de la diócesis. Despidió arbitrariamente a personas trabajadoras a su cargo, transgrediendo el Estatuto de los Trabajadores y Trabajadoras. Los tribunales declararon improcedentes algunos de dichos despidos. Desahució a varias familias trabajadoras que ocupaban viviendas de la diócesis desde hace varias décadas. Cerró la casa de acogida de inmigrantes de Algeciras, ciudad de entrada de numerosos inmigrantes. En fin, dirigió la diócesis como una empresa
Zornoza se negó sistemáticamente a escuchar las voces críticas de movimientos cristianos como Iniciativa Galilea, Grupo de Reflexión-Acción, Comunidades Cristianas Populares, Comité de Solidaridad Monseñor Romero, MOCEOP, etc. y de sacerdotes comprometidos en la lucha por la justicia que le pedían que pusiera en práctica la opción ético-evangélica por las personas y los colectivos más vulnerables de la sociedad gaditana. Se negó en redondo.
Numerosos han sido los informes y las denuncias de tan poco ejemplar comportamiento enviados por los colectivos citados al Nuncio del papa en España, a los papas Francisco y León XIV y a los diferentes presidentes de la Conferencia Episcopal Española. ¿Resultado? Recibieron la callada por respuesta, hicieron caso omiso a tan graves denuncias y Zornoza se mantuvo en su puesto. ¿No es esto complicidad? Que cada uno valore.
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