Cuando queríamos ser indios Aroa Moreno Durán
Contaba un canal televisivo, no recuerdo su nombre, que durante la COP30 que se celebra en Belém (Brasil) y trata del cambio climático (en adelante CC para no aburrir), un personaje –cuyo nombre no voy a citar– había comenzado su discurso en la tribuna principal con esta frase: “El clima es mío y puedo hacer con él lo que quiera, cambiarlo o dejarlo como está”. En esa gran sala, abarrotada de público y con muchas banderas de países y anuncios de las grandes energéticas que sufragaban el evento, se encontraban representantes de muchas organizaciones y países que quieren repensar el asunto del clima. Identifiqué a varios líderes europeos y a magnates de la cosa informática y la IA. En un flash rápido me di cuenta de que, tras escuchar esa contundente afirmación, abundaban los aplausos, mejor decir que atronaban. No puedo dar más detalles porque mi grado de estupefacción fue tal que rápidamente apagué el televisor. Para sosegarme me fui a dar una vuelta por el parque cercano a mi domicilio. Dicen que la naturaleza apacigua las ansiedades; a mí me funciona.
Según lo veo, esa profusión de aplausos da cuenta de una desconexión mental pavorosa. Tanto el individuo que pronunció la memez comentada como los asistentes aplaudidores debían de encontrarse en periodo mental vacacional; no se va a Brasil todos los días, y menos aún se visita el gran Amazonas y Belém, que “disfruta ahora de un aire más contaminado que cualquier ciudad”.
Me entretengo imaginando causas del CC. Así de pronto me digo que la negación de todo lo que tenga que ver con él muestra un colapso de la inteligencia. Más grave en aquellos presidentes de países presentes en la sala, en los directivos de las empresas energéticas y muchos más que no puedo nombrar porque no estuve allí. Me pregunto si no se han enterado de que se han localizado tres mosquitos (Culiseta annulata) en Islandia. Algo nunca visto, y a la vez señal inequívoca para algunos de que el clima ya no es lo que era.
Parece que la desatención ante lo que tienes delante de las narices, una previsible afectación mundial del cambio climático, se extiende como el mal aire que respiramos
Me da por pensar que los negacionistas del clima, entre ellos el individuo que soltó la frase comentada, están manejados por algún espíritu maligno que les ha inoculado un odio manipulado, y manipulador. Con bastante probabilidad, quienes odian el CC solamente percibirán aquellos hechos o situaciones que les reafirmen en su posición. Las mentes malévolas cuentan que el señor aludido, hace unos años, cuando visitó la zona nororiental de su país, casi sepultada por una tremenda nevada, exclamó, más o menos: ¿dónde está el calentamiento global?, venga cambio climático ahora.
Dice la gente que entiende de sociología que la atención humana no funciona bien del todo, se desvanece y ante ese estado de despiste no debe de ser capaz de resolver problemas tan complejos como el CC. Vamos, que no se concentra en el cometido obligado. Sabemos que ser humano y a la vez responsable frente a los problemas de la colectividad es complicado. Parece que la desatención ante lo que tienes delante de las narices, una previsible afectación mundial del CC, se extiende como el mal aire que respiramos.
Noté que me transformaba en un espíritu incorpóreo que recorría parte del mundo a una altura idónea. Entraba en las grandes ciudades y escuchaba afirmaciones similares a las que expulsa el aludido inicialmente; en personas aparentemente normales. Me sumí en una situación de agobio total, existencial, con unos sudores que me parecía encontrarme dentro de una ola de calor aniquiladora como las de este verano; menos mal que desperté.
¡Todo era un sueño! Y los sueños, sueños son (Calderón de la Barca).
Al día siguiente, en la noticias de la mañana, se cuenta que tal personaje no estuvo presente, al menos corporalmente, en la Cumbre del Clima de Belém, como tampoco otros mandatarios de países grandes como China. Me digo que para qué iban a acudir si consideran que el clima mundial ya es suyo. ¿Y lo es?
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Carmelo Marcén Albero es doctor en Geografía por la Universidad de Zaragoza y especialista en educación ambiental.
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