Un Día de Europa muy especial

Ibán García del Blanco

Este 9 de mayo nos encontramos ante un Día de Europa muy especial. El próximo año los ciudadanos y ciudadanas europeos serán llamados a las urnas, en una cita electoral clave para definir el rumbo que tomará la Unión durante esta década. 

Si echamos la vista atrás, Europa ha afrontado estos últimos años crisis cuasi estructurales, que han llegado hasta los cimientos del proyecto que comenzó a germinarse ya hace más de 72 años  con la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. La situación de emergencia sanitaria internacional ocasionada por la pandemia de la Covid-19 que detuvo el mundo en  2020 (cuyo fin fue declarado por la OMS el pasado viernes) y la invasión rusa de Ucrania, que trajo la guerra a las puertas de Europa, son hitos históricos que han definido indudablemente los últimos cuatro años. Sin embargo, a pesar de esta difícil coyuntura, Europa ha sabido estar a la altura respondiendo contundentemente y saliendo más reforzada que al inicio de la crisis. Prueba de esto son los fondos del plan de recuperación NextGeneration EU, los paquetes de sanciones a Rusia o el progresivo abandono de los combustibles fósiles rusos.  

Y aunque ya estamos en la recta final de una convulsa legislatura, aún queda un último empujón,  que vendrá de la mano de la Presidencia española del Consejo en el segundo semestre de este año. La prominencia del papel de España en la arena política europea ha cambiado radicalmente con el gobierno de Pedro Sánchez, convirtiendo a nuestro país en un referente que ha liderado  el proyecto europeo a través de iniciativas clave para un avance progresista y demócrata de la UE. Recordemos que fue precisamente España quien presentó la idea de los fondos de  recuperación que han dado lugar a los actuales fondos de resiliencia; también su liderazgo en la facción socialdemócrata europea o en materia energética, que ha desembocado en la reforma  del mercado eléctrico europeo. Ahora España tiene la oportunidad de dar de manera efectiva un último empuje para la culminación del proyecto legislativo europeo de estos últimos cinco años. Así, leyes tan importantes como la Ley de Inteligencia Artificial o la Directiva sobre la  diligencia debida de las empresas (Due Diligence) serán negociadas durante la presidencia española, dando el impulso necesario que acelere su aprobación. A esto se añade la dimensión  en materia de acción exterior de la UE, liderada por Josep Borrell a través del SEAE, y que pretende europeizar y ahondar en nuestra especial vinculación con América Latina, un socio estratégico principal. Somos indudablemente un país europeísta, y durante la presidencia demostraremos y reforzaremos esta cara de una España progresista y comprometida con los  valores europeos. 

Somos indudablemente un país europeísta, y durante la presidencia demostraremos y reforzaremos esta cara de una España progresista y comprometida con los valores europeos

No obstante, además de estas oportunidades, también podemos vislumbrar numerosos retos en el horizonte. Por un lado, la evolución de la guerra en Ucrania y de la estrategia rusa siguen suponiendo una fuente de incertidumbre para una Unión Europea que, aunque cada vez es menos dependiente, debe seguir de cerca el curso del conflicto y de sus implicaciones en la región. Aun así, debemos seguir mostrándonos firmes en defensa de la democracia, de la integridad territorial de Ucrania y de nuestro proyecto y valores europeos.  

Por otro lado, no debemos desatender otra de las grandes amenazas para nuestras democracias: el preocupante avance de la extrema derecha. Para frenar su expansión e intromisión en  nuestros sistemas, es fundamental que construyamos grandes alianzas en todo el espectro democrático europeo, buscando puntos comunes para afianzar la democracia y poder culminar el proyecto de transformación económica, digital y medioambiental ya emprendido por la UE. Debemos luchar por mantener el alma socialdemócrata en el proyecto europeo de estos últimos  cinco años, garantizando que los ciudadanos y ciudadanas tengan un acceso igualitario a los servicios y a los beneficios resultantes de una redistribución justa de la riqueza. Estos objetivos forman parte de un proyecto europeo a largo plazo, en el que aún hay muchos retos por conseguir para mejorar la vida de millones de europeos. Ejemplo de esto es la reciente resolución para un salario mínimo europeo y otros avances para lograr un marco social europeo por los que seguimos trabajando, como lo es afrontar una última reforma estructural: un salto cualitativo en la reforma fiscal. Necesitamos ahondar en la construcción de un sistema fiscal efectivo, estableciendo un marco fiscal a escala europea cuyo germen se encuentra ya en algunas decisiones que hemos tomado a través de los fondos de resiliencia (NextGenerationEU). 

En cuanto a este último punto, es necesario señalar los últimos movimientos dentro del Partido Popular Europeo (EPP). La actual corriente encabezada por Manfred Weber, líder del Grupo Popular Europeo, es profundamente preocupante, ya que podría suponer una rendición de la familia popular ante la extrema derecha en Europa. Una subordinación de los populares en favor de una corriente que desprecia la democracia y los valores fundamentales de la UE, aunque totalmente indeseable, es un escenario que ya hemos visto en Italia y que está replicándose en Francia, y que debemos contrarrestar por la salud de nuestros sistemas democráticos europeos. 

Este martes, día 9 de mayo de 2023, una cosa es indudable: el futuro pasa por más Europa. En el contexto complejo y convulso en el que nos movemos, necesitamos acumular todo el músculo posible para fortalecer a nuestra Unión ante los retos y adversidades que están por venir. Es por esto que necesitamos profundizar en grandes alianzas que nos permitan salir de las crisis más fuertes, resilientes y mejorados. Es hora de mirar a nuestros orígenes como brújula para el futuro, y entender que la mejor versión de Europa se basa indudablemente en dos elementos: la unión y la democracia. 

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Ibán García del Blanco es eurodiputado del grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo (S&D).

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