Plaza Pública

La "liberal- testosterona" del consejero Imbroda, por poner un caso…

El consejero de Educación y Deporte, Javier Imbroda

Joaquín Ivars

Por poner un caso…, pero no por casualidad. Aunque algunas cuestiones de las que aquí hablo se podrían extender a varios responsables políticos de distintas filiaciones y niveles, me centro en este caso en el que el carácter autoritario de la autoridad educativa en Andalucía marca diferencias que producen muchas dudas y dan bastante miedo: vamos de golpe al cole a ver qué pasa y luego ya vamos viendo, contando las víctimas de esta maldita enfermedad infectocontagiosa y rectificando sobre la marcha. Y no se trata de ponernos alarmistas, sino de tratar este asunto como si la vida nos fuese en ello, como suele decirse. Además, desde la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, se "advierte" a los padres de la toma de medidas judiciales o sancionadoras si dejan de llevar a sus hijos al colegio por miedo a que enfermen o a que trasladen el virus a sus hogares, algo que seguramente requiere alguna reflexión.

Diario de Sevilla, 6 de mayo de 2020: "Javier Imbroda revela que ha tenido coronavirus y no entiende cómo se ha ido 'esto' de las manos". Entonces estábamos en 25.000 fallecidos y los colegios se habían cerrado a cal y canto semanas antes. Imbroda manifiesta en el mismo artículo que considera que a Pedro Sánchez le ha tocado vivir una situación inédita pero que tampoco transmite certeza ni confianza.

Cadena SER radio, 9 de julio de 2020. Imbroda indica a los padres que deben superar el miedo a la vuelta presencial a las aulas y que cada 15 días, en función de cómo evolucione la pandemia, se revisarán las medidas de prevención y seguridad. En el mismo medio asegura que no bajará la ratio de 25 alumnos por falta de recursos y de centros educativos, pero que rebajará la presión sobre determinados centros gracias al refuerzo del número de profesores.

El plural, titular del 6 de agosto de 2020: "Andalucía denunciará a los padres cuyos niños falten al colegio por miedo al coronavirus". Y en destacado: "La Junta desoye a AMPAs, profesores y sindicatos, y aplicará sanciones recogidas en el protocolo del absentismo escolar" […] "Un aviso nítido de que en caso de que los padres o madres no lleven a sus hijos a los centros escolares desde el inicio del curso, la Junta de Andalucía no dudará en aplicarle las medidas sancionadoras correspondientes al protocolo del absentismo escolar. Este protocolo haría que la dirección de los colegios, junto a la Inspección, activase un proceso que podría acabar en denuncias a los padres por el hecho de que sus hijos falten a clase. La Junta no contempla que el miedo o prevención ante el riesgo de contagio de covid-19 justifique la ausencia". Y sigue: "En el decálogo se especifica que la vuelta a las aulas y el comienzo del próximo curso serán presenciales. Para nada han servido ni las presiones de las AMPAs ni el rechazo y oposición de los sindicatos. También la Junta de Andalucía hace caso omiso al temor más que justificado de los equipos directivos de colegios e institutos. Nada ni nadie ha podido cambiar de opinión a un tozudo Imbroda que ha visto este asunto en clave de pulso personal a la autoridad docente".

ABC edición de Andalucía, 30 de agosto de 2020. Se transcribe una entrevista al Consejero Imbroda al respecto de la vuelta al cole. Titular: "El riesgo cero no existe, habrá casos de coronavirus en los colegios seguro". A continuación, Imbroda, a la pregunta de cuánto dinero necesitaría para afrontar esta crisis educativo/sanitaria, responde que no lo tiene cuantificado (algo muy de estos tiempos de política de tuits) pero que le gustaría que fuese más. "Nos gustaría que hubiese una aportación extraordinaria de enero a junio de 2021" (refiriéndose al fondo de 2.000 millones que ya ha trasladado el Ministerio de Educación a las comunidades para 2020).

La Razón, edición de Huelva, 2 de septiembre de 2020: "Imbroda asegura que las medidas aplicadas en los colegios garantizan una vuelta segura a las aulas", y luego se explica que el consejero de Educación destaca los 16.400 test realizados a los docentes y los protocolos de actuación desarrollados por los centros.

A pesar de que en la página web oficial de la consejería a Imbroda se le muestra como un interlocutor implicado personalmente o a través de su equipo en más de 120 reuniones con los distintos sectores interesados, parece que lo que se impone es su propio criterio avalado por las autoridades de salud, según él mismo explica de distintas maneras. (Ya sabemos que uno puede reunirse millones de veces con alguien y no enterarse de nada; la cantidad no indica nada respecto a la calidad de la interlocución). Estos criterios se imponen en contra, o a pesar, de muchas asociaciones, profesores, familias, etc. que manifiestan su estupor de muchos modos y maneras; agentes sociales que desde distintos ámbitos están dando la batalla por hacer las cosas de un modo menos precipitado, más lógico y más seguro. Para dar cuenta de sus decisiones, la Consejería pone sobre la mesa cifras de contrataciones de profesores (más de 6.000), de personal de limpieza (unos 1.600), y la compra de dispositivos digitales (150.000). Asimismo habla de un decálogo de actuaciones y buenas prácticas que se ponen en funcionamiento preventivamente o que se pondrán en marcha a medida que se vayan necesitando. Y desde luego no se puede olvidar los ya mencionados 16.400 test realizados a los docentes, algo de una grandísima utilidad (porque como todo el mundo sabe, si hoy te ha dado negativo ya puedes quedarte tranquilo para toda la eternidad). Por tanto, todo correcto y en marcha: los colegios perfectamente pertrechados y en estado de revista, los profesores adiestrados en lo suyo y en cuestiones epidémicas, los equipos covid preparados y liberados de otras tareas para cubrir cualquier eventualidad, el personal sanitario atento y las instituciones educativas con todos los deberes hechos, como corresponde.

Recoge el periodista de ABC en el artículo citado palabras del consejero recurriendo a su trayectoria y experiencia como entrenador de baloncesto: "Asegura que estos tiempos tan complicados le han hecho ver, como cuando dirigía equipos de baloncesto en el deporte profesional, quiénes dan un paso al frente y quiénes se quitan de en medio cuando llega la presión". En fin, si esto es como parece, Imbroda —que es el que ha sacado el tema del basket— está preparado para el partido. Como experimentado coach y doctor en Ciencias de la Educación, él da el paso al frente, y asumirá por completo, como cualquier entrenador que se precie, las consecuencias y el desenlace del encuentro. Es decir, en este caso, Imbroda representa el garante máximo de una cascada de decisiones técnicas y burocráticas que deben seguir sus directrices al pie de la letra. Y ahí está su ejemplo: una muestra de valentía, un derroche de testosterona. Pero… las reuniones de alto nivel en los despachos enmoquetados y el papel lo aguantan todo, igual que todo es posible en la pizarrita táctica que usan los entrenadores en los tiempos muertos de los partidos de baloncesto para transmitir ideas y esquemas y lograr la victoria. Luego resulta que muchas veces lo que el papel aguanta, la vida no lo soporta y lo que está muy claro en la pizarrita se convierte en un caos que conduce a una derrota humillante que en este caso se podría transformar en mortal.

El juez Emilio Calatayud, prestigioso jurista reconocido ampliamente por su brillante ejercicio en cuestiones relacionadas con menores, y conocido por algunas de sus peculiares y didácticas sentencias, ha replicado públicamente a Imbroda. Y trata aspectos que quien más y quien menos tiene en la cabeza pero a los que quizás faltaba ese aserto o refuerzo jurídico especializado que es tan necesario en ocasiones como estas. Sus declaraciones fueron emitidas por Canal Sur televisión y recogidas por Sevillainfo el 31 de agosto de 2020. Entre otras cosas, se destaca de las palabras de Calatayud refiriéndose a Imbroda: "resulta inhumano y cruel amenazando a los padres con denunciarlos de absentismo escolar si no llevan a sus hijos al colegio por miedo a que se contagien". Para muchos, la postura de Imbroda "no es más que el reflejo de la actitud generalizada en el Gobierno de la Junta de Andalucía, cada vez más totalitaria y menos cerca de los andaluces".

Más adelante, el juez aborda algunas inconsistencias jurídicas o abismos a los que se puede estar acercando la Consejería: el peligro de que quede en papel mojado frente a la judicatura pretender enfrentar a padres y madres con delitos que pudiesen suponer sanciones por parte de la inspección de servicios sociales e incluso la retirada de la patria potestad si no llevan a sus hijos al colegio; el riesgo de que se abra el curso escolar a pesar de que las medidas tomadas sean notoriamente insuficientes para evitar la propagación del virus en las aulas; el despropósito de que la vuelta al cole sea precipitada dada la escasa dotación y mala distribución de recursos humanos, espaciales, técnicos y sanitarios. Como medidas inmediatas y mínimas, el juez propone la bajada de ratio de alumnos por profesor como sea y la alternancia de la enseñanza presencial y telemática; eso como mínimo. Según este mismo razonamiento de Calatayud, podemos hacer una cuenta bastante fácil: o duplicamos recursos de todo tipo o reducimos a la mitad la presencialidad para tener ratios tan razonables como los exigidos en cualquier otra faceta de la vida pública (10 personas, aunque decíamos antes que Imbroda no bajará de 25 estudiantes por aula y profe).

Es decir, o se duplican aulas y profesores (cosa que se me antoja imposible) o se opta por una presencialidad alterna, unos días unos estudiantes y otros días otros, y se aguanta el tirón como se pueda, no amenazando a nadie ni arriesgando más de lo absolutamente imprescindible, y procurando que la brecha tecnológica sea la mínima posible (¿no han comprado 150.000 dispositivos digitales?, pues hala, a repartirlos y a usarlos de inmediato. Dinero hay el que hay (más que antes), pero no es ampliable al infinito, salvo milagros. Lo que dudo de verdad es que haya capacidad de mejorar la gestión (más allá del exceso de autoconfianza y de un voluntarismo sin fundamento) y esto sí debería ser posible si los dirigentes políticos no fuesen de este estilo. El artículo termina: "estamos en lo cierto de hallarnos padeciendo el Gobierno de una generación de políticos ineptos, mediocres, alocados a diario en sus determinaciones, irresponsables que no saben lo que se traen entre manos. Imbroda se cree que esto es baloncesto, pero son nuestros hijos".

En fin, el asunto está servido, y a veces parece que algunos quieren hacer de esto una cuestión de hormonas. Su opción es bastante temeraria e insensata, máxime cuando, sin menospreciar la trayectoria baloncestística del míster Imbroda, lo que está en juego, como él mismo debe saber, no es si la pelotita entra o no en la cestita ni cuántos rebotes pillamos, sino que se trata de poner a salvo la vida física y psíquica de niños, jóvenes, adultos y ancianos, de profesionales de la educación y la salud; poner a salvo el bienestar de todo un país que necesita más que nunca políticos de calado y técnicos valiosos con los arrestos suficientes para enfrentarse a quienes firman con autosuficiencia reglamentos, protocolos, decretos y leyes de todo tipo. Igual habría que renovar el banquillo al completo antes de la debacle.

Que la cuestión es peliaguda es indudable, y que unos actúan responsablemente y otros no, también está fuera de duda. Ya lo indiqué en un artículo en infolibre el 24 de julio de 2020, La España responsable y la otra… donde sobre todo hablaba de la responsabilidad individual, pero en el que decía que las autoridades de este país habían llegado tarde y que más les valía reaccionar ya, porque esto ni mucho menos había concluido. Ya vemos por dónde y cómo vamos un mes y pico después.

Imbroda y otros responsables de educación y salud pública de otras comunidades autónomas o del Ministerio de Educación o el de Sanidad (¡ese Illa diciendo con cierta ingenuidad que no se imagina a un padre irresponsable llevando a su hijo enfermo al colegio!) e incluso del de Universidades pueden hacer que el desastre adquiera dimensiones aún mucho mayores de las que estamos viendo venir y se eternice en el tiempo. Ante las citas traídas a este artículo cualquiera que haga una somera reflexión se dará cuenta de que estamos jugando a la ruleta rusa, con la particularidad de que quienes tienen en sus manos el arma y pueden apretar el gatillo están apuntando a toda la población y no a su propia sien. Si la primera ola dejó, que se sepa, más de 25.000 muertos y en ese momento los colegios y centros educativos estaban cerrados a cal y canto, ¿qué creen que pasará cuando todo esté en marcha cada día y millones de chicos y chicas vuelvan a casa después de haber pasado el día juntos? Igual hay listos o listas como Ayuso que dirán, ya lo hacen, que se habrán contagiado al salir de clase, en los parques o en sus casas. Suponiendo por un estúpido momento que fuese así, ¿no reunimos a todos esos contagiados extraescolares en el colegio al día siguiente?

Te cuenta el señor Imbroda que no sabe cómo se fue esto de las manos (pues como se va la pelota en un partido, por falta de atención o por un mal pase, entrenador) y tampoco cuánto dinero necesitan, pero quieren ya la pasta de 2021; te explica que no hay riesgo cero (ya, pero ni los niños ni los enfermos ni los ancianos fueron jamás a la guerra, y esto es lo más parecido que hemos visto a una contienda militar desde 1939), y amenaza a esos padres que no lleven a los niños al cole porque se los va a llevar por delante y les va a quitar a sus hijos o a meterles sanciones. En fin, una retahíla que como hemos visto es muy larga y de mal augurio.

Si los responsables de este caos, de esta locura, fuesen medianamente inteligentes o solo un poco prudentes, activarían estrategias y tácticas mucho mejor pensadas y contrastadas, algo de lo que debería estar al día nuestro insigne entrenador. Quizás deberían pensarse en la Consejería de Educación y Deporte de la Junta, o en el Gobierno Popular-Ciudadanos de Juan Manuel Moreno Bonilla apoyados por Vox, varias opciones: si habría sido conveniente retrasar 3 o 4 semanas el inicio de curso (no pasaría absolutamente nada inasumible dadas las circunstancias) y escalonar el acceso por fechas y tramos de edad e ir abriendo poco a poco las aulas y de manera alterna entre presencial y online; si se debería facilitar la conciliación el máximo posible y solicitar del Gobierno central una ampliación de los ERTES a los padres y madres que lo necesiten en función de la posible escolarización; si sería bueno flexibilizar el teletrabajo para adaptarlo a la situación (presencial y online con el mismo calendario que los hijos); si es mejor calibrar y sufragar más gastos útiles de inversión en lugar de tener que reparar posteriormente, y de peor manera, el desastre de salud y económico que pueda sobrevenir... En fin, darse más tiempo para pensar e intentar hacerlo lo mejor posible.

Y en beneficio propio, los señores responsables de educación en Andalucía quizás deberían informarse sobre las demandas que les puedan caer por amedrentar a padres naturalmente asustados y absolutamente responsables del bienestar de sus hijos; están ejerciendo unas amenazas y un matonismo político que no tiene otro nombre, pero que puede tener consecuencias diversas. Denuncias que les pueden llegar también por no tomar las medidas de prevención pertinentes y por jugar con las vidas de cientos de miles de personas de edad avanzada y enfermos de riesgo que conviven con escolares. Y por si eso fuese poco, quizás deberían repasar si junto al deber constitucional a la educación obligatoria, existen el derecho a la salud y el derecho a la defensa del propio bienestar físico y psíquico de los ciudadanos y de sus familias. Sin ciudadanos vivos, no hay necesidad de educación, señor de Ciudadanos. Aunque visto lo visto y leído lo escrito, me temo que el señor Imbroda debe estar seguro de que él transmite "certezas y confianza", no como otros pusilánimes, y además realiza acciones caritativas como todos esos liberales de pro. Si no cambia de actitud y proyecto, aún está a tiempo (parece que hay mesas sectoriales todavía luchando, hasta el último minuto, por las mejoras imprescindibles), veremos hasta dónde llegan los niveles de la "liberal-testosterona" que están segregando ciertas gónadas en este asunto (esa hormona que tanto debe parecerse a las que están estimulando, natural o artificialmente, a tipos muchísimo más viriles políticamente hablando, como Bolsonaro, Putin o Trump) y qué consecuencias tienen esos niveles de hipermasculinidad en nuestras vidas, enfermedades y muertes.

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Joaquín Ivars es escritor, artista visual y profesor de Arte y Arquitectura en la Universidad de Málaga

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