Murcia, la región dominada históricamente por el PP que Vox ha convertido en su laboratorio
Tres décadas de poder. Desde 1995 el PP está instalado en el Palacio de San Esteban de Murcia al mando de la Región. Una comunidad volcada hacia la derecha y que es uno de los grandes símbolos para los conservadores. En las reuniones del Partido Popular a puerta cerrada durante años en Génova, Esperanza Aguirre siempre lamentaba entre bromas que le ganaba en porcentaje en las urnas Ramón Luis Valcárcel.
La localidad murciana de Torre Pacheco encadena titulares desde el fin de semana por los altercados provocados por grupos ultras de “cacerías” de personas migrantes tras la agresión a un vecino. Y durante estas tardes de tensión Vox ha azuzado los actos contra los migrantes, acudiendo hasta allí el líder regional del partido de ultraderecha, José Ángel Antelo.
Murcia políticamente es un lugar clave tanto para el PP como para Vox. Una comunidad en la que los de Santiago Abascal obtuvieron el mayor porcentaje de voto en toda España el pasado 23J con un 21,96% (la media nacional fue del 12,48%). Y en las elecciones generales de noviembre de 2019, con un alicaído Partido Popular con Pablo Casado, la formación de ultraderecha llegó a ser la más votada en la comunidad, con un 28,16%.
Vox ha hecho tambalear la hegemonía absoluta de los populares en la región. En las pasadas elecciones autonómicas subió cinco escaños y se hizo con más del 17% de los votos. Esto obligó al presidente de Murcia, Fernando López Miras, a tener que depender de ellos y formar un Gobierno de coalición con Antelo como vicepresidente. Un Ejecutivo que saltó por los aires, por orden de Madrid, cuando Vox decidió romper con el PP en todas las autonomías durante julio del año pasado.
El dominio abrumador en las urnas
La derecha y la ultraderecha, con sus luchas internas, mantienen un dominio absoluto de la comunidad en número de votantes. En las autonómicas sumaron un 60,56% de las papeletas, en las generales un 63,42%, en las municipales un 55,97% y en las últimas europeas un 65,66% (incluyendo también a Se Acabó la Fiesta).
Esa supremacía de las derechas de la política murciana trató de cambiarla el PSOE a través de una moción de censura fallida que se pactó entre Ferraz y la dirección de Cs, con Inés Arrimadas al frente, en marzo de 2021. Pero los tránsfugas naranjas evitaron que se conformara un Gobierno con los socialistas a los mandos y, además, provocó el efecto mariposa de unas elecciones en Madrid que llevaron a Isabel Díaz Ayuso a aumentar su mayoría y hacer caer a Ciudadanos del Ejecutivo.
Los altercados racistas en Torre Pacheco han puesto otra vez en el centro a Vox en Murcia, en un momento en el que las encuestas reflejan que la ultraderecha está subiendo. Y, además, el Partido Popular trata de no confrontar con los de Santiago Abascal, con los que acaba de firmar un pacto de Presupuestos en la Región. Desde el Palacio de La Moncloa, se acusa a la ultraderecha de “incitar al odio” y al Partido Popular de mantener un “silencio cómplice”.
La política murciana está totalmente controlada por las derechas, donde su discurso cala con más intensidad en el electorado por una serie de peculiaridades sociales y económicas. Pero esa preeminencia también tiene que ver con una oposición débil que no ha logrado durante estos años despertar ilusión y que no ha encontrado a una figura que pueda encarnar la alternativa. El PSOE, en su último congreso regional, ha elegido a una cara de una nueva generación, Francisco Lucas, para tratar de hacer frente a López Miras.
"Vox ha logrado naturalizar discursos muy duros"
Anna López, politóloga y profesora de la Universidad de Valencia, analiza así el marco político: “Murcia es hoy uno de los grandes laboratorios de la ultraderecha en España. No se trata solo de los resultados, aunque es significativo que Vox supere allí su media nacional —con un 17,7% en las últimas autonómicas—, sino de cómo ha logrado naturalizar discursos muy duros, especialmente en lo que respecta a la inmigración, el ecologismo o la educación. En municipios agrícolas como los del Campo de Cartagena, la formación llega incluso al 30%”.
“Lo que vemos en Murcia es una estrategia muy bien estructurada que mezcla elementos del populismo autoritario con una fuerte narrativa identitaria. Vox ha construido ahí el relato del ‘murciano agraviado’, alguien que se siente víctima de un centralismo progresista que intenta imponerle normas, modelos productivos o valores desde fuera”, explica esta experta en temas de ultraderecha, que añade: “Es una operación simbólica muy eficaz, que convierte el resentimiento en una herramienta de movilización política. Y Vox ha sabido instrumentalizar ese malestar, muchas veces real, en torno al modelo agroindustrial y las regulaciones ambientales”.
Para continuar con esta reflexión: “Lo ha hecho articulando una especie de identidad regional resistente, casi insurgente, contra un supuesto enemigo externo: el Gobierno central, las élites progresistas, las ONGs ecologistas... En ese marco, cualquier crítica al modelo económico local se vive como una afrenta a la ‘murcianía”.
"Vox traduce las fórmulas de Le Pen y Meloni"
Señala al hilo esta clave: “Han logrado que el conflicto ideológico se convierta en un conflicto identitario. Y no olvidemos que Abascal utiliza Murcia como un escaparate para su modelo de confrontación y deslegitimación del adversario. Murcia es estratégica para Vox no sólo en términos electorales, sino como campo de pruebas para discursos de odio, retrocesos en derechos sociales y ataques a las instituciones. Lo que allí funciona se adapta y exporta a otros contextos. Es parte de una estrategia transnacional: Vox traduce al idioma local las fórmulas de Le Pen, Meloni o Bolsonaro. Y funciona también porque el resto de fuerzas políticas, en muchos casos, han respondido con tibieza o han acabado normalizando sus postulados”.
Y analiza también por qué el poder está en manos de la derecha allí desde hace décadas: “Murcia no ha roto con ciertas estructuras de poder tradicionales tras la Transición. El caciquismo, especialmente en áreas rurales, ha persistido con nuevas formas. Eso ha creado una cultura política muy conservadora, con redes clientelares fuertes y muy poca pluralidad”. “A esto hay que sumar una realidad sociológica: una región muy rural, con baja afiliación sindical, una economía fuertemente dependiente del agro intensivo... Un entorno donde las relaciones laborales verticales son la norma. Este modelo ha dificultado la articulación de un proyecto político alternativo desde la izquierda, que durante décadas ha carecido de un discurso sólido y de arraigo territorial en la región. Y Vox ha aprovechado esa debilidad”, apostilla.
La autora de La extrema derecha en Europa hace también esta consideración:·”El peso de la Iglesia y los valores tradicionales sigue siendo muy relevante. Hay una hegemonía cultural conservadora que hace que cualquier propuesta que cuestione el statu quo se vea como una amenaza. Vox no ha inventado nada, simplemente ha llevado al extremo los códigos culturales y políticos preexistentes”.
Con este análisis final: “Además, observamos la consolidación de un ecosistema político con fuerte verticalidad, una débil cultura democrática participativa y una estructura de poder local muy cerrada. Vox, en este contexto, representa una radicalización del modelo anterior, pero también la respuesta emocional de quienes se sienten desatendidos por el PP. Es una política del resentimiento, donde la ultraderecha ofrece identidad, pertenencia y enemigos claros. Y eso, cuando el resto de actores no saben cómo responder, tiene un efecto devastador”.
"La incapacidad de la oposición por hacerse hueco"
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También se zambulle en el análisis Pablo Simón, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. La orientación a la derecha de la comunidad, explica, tiene mucho que ver con “la composición social y con el modelo y la estructura ocupacional, con una influencia y un impacto muy relevantes del sector primario, además del turístico”.
Factores como la agricultura y la migración, continúa Simón, favorecen la expansión de las derechas: “Sobre todo, en estos momentos, a Vox”. Con otro elemento que pone sobre la mesa: es una de las comunidades con la población más joven, que hoy es un colectivo más propicio para convertirse en caladero de votos de la ultraderecha.
El politólogo asimismo incluye en su reflexión la “incapacidad de la oposición para hacerse un hueco”, a la vez de que han liderado la papeleta “candidatos poco visibles” en la izquierda. Además, cree que en esta fórmula ganadora de la derecha juega un papel importante “la estructura de los medios de comunicación que perpetúan un statu quo”. Pero advierte de que en política todo es susceptible de cambiar: “Como pasó en Andalucía, que parecía que inevitablemente sería siempre de izquierdas por su tradición y su legado histórico, y ahora el PP es hegemónico”.