LA LETRA PEQUEÑA DEL CIS
El partido de la desafección política se consolida en las encuestas

La desafección política atraviesa de lleno la sociedad española. Y es una tendencia al alza. En la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la respuesta espontánea más citada por los entrevistados cuando se les pregunta por el principal problema del país es “el Gobierno y los partidos políticos”, por encima de la vivienda. Pero es que, además, en tercera y cuarta posición aparecen “los problemas políticos en general” y “los malos comportamientos de los políticos”.
La lectura de los datos del último barómetro del CIS evidencia el descontento de los ciudadanos con su clase política. Esas tres respuestas sumadas son dadas por el 47,6% de los españoles al hablar de las preocupaciones del país, mientras que la vivienda está en el 28,4%. Peldaño a peldaño. En la encuesta de marzo de hace un año, estas tres cuestiones sumaban ya un 42,7%. Por ahora no ha tocado techo ese clima de insatisfacción.
La actitud de hastío respeto a la clase política cala más entre los hombres, que citan estas tres cuestiones en un porcentaje del 47,6%, aunque también es alto entre las mujeres (46,5%). Y la generación más enfadada con los representantes públicos es la comprendida entre los 45 y 54 años (donde escala hasta el 53,9%), por delante de la que va entre los 65 y 74 años (51,2%) y entre los 55 y 64 años (50,4%).
Si se mira entre las generaciones más jóvenes, el porcentaje desciende frente a sus mayores. Pero se debe principalmente a que irrumpen con fuerza las preocupaciones por la vivienda y por la incertidumbre económica. No obstante, sumando las respuestas sobre la clase política superan a esos dos problemas concretos. En cambio, según la encuesta de 40 dB de este mes para El País y Cadena Ser, los jóvenes de entre 18 y 24 años son los que registran los porcentajes más altos en la abstención, la indecisión y el voto en blanco (un 33%).
"No hay contenidos amigables sobre política"
La politóloga Ana Salazar pone el foco en varios factores respecto al crecimiento de estas preocupaciones, especialmente en la crispación y en la polarización que dominan la escena de los partidos. Y en este punto señala que con todo esto en un año los posibles abstencionistas en unas generales no suben ni un punto. Al hilo, dice que el principal problema lo tienen ahora ERC y el BNG, cuyos votantes son los que más se pasan a la abstención en estos momentos.
Sostiene que el crecimiento de la preocupación por los problemas políticos se debe a la gran cantidad de “inputs negativos” que reciben los ciudadanos todos los días, principalmente a través de las redes y los móviles: “Lo que llega es una parte haciendo un desgaste a la otra parte, no hay contenidos amigables sobre la política. Se genera una sensación de alejamiento de la ciudadanía por esa bronca, por esa imagen de que todo está mal y que los partidos no lo hacen bien”.
Además, Salazar, directora de Idus3 y miembro del Consejo Director de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), reflexiona que esto tiene mucho que ver con el momento de mitad de legislatura y con el hecho de que no haya urnas de manera inmediata. “Ahora mismo no hay campañas, la gente lleva mucho tiempo votando de manera constante. Es normal que los ciudadanos se alejen”, analiza.
No obstante, la politóloga advierte, ante el contexto internacional, de que hay que observar esas “grietas” y esas “ventanas de oportunidad” que pueden surgir para las fuerzas “ultras y extremistas que quieren poner en jaque a la democracia”. “Nos hemos dado cuenta de que ningún sistema político está anclado en el suelo. Por primera vez en décadas existe esa sensación de peligro”, remata.
El clima de desafección política es una cuestión que preocupa especialmente dentro del Gobierno y en los partidos de la izquierda. Fuentes del Ejecutivo, del PSOE y de Sumar reconocen que este sentimiento está especialmente avivado por la derecha y ponen como ejemplo lo sucedido durante los días de la dana en la Comunidad Valenciana. Tanto entre los socialistas como en Sumar admiten que es complejo hacer frente a la situación pero apelan principalmente a hacer medidas progresistas para que la gente confíe en los servidores públicos. Asimismo, una reflexión generalizada es que no se ha dado la batalla de manera suficiente en las redes frente a la incursión de influencers de extrema derecha que hacen calar ideas antipolíticas.
"La gente ve que no se resuelven sus problemas"
Para Ignacio Urquizu, profesor de Sociología de la Universidad Complutense, no se ha cerrado la crisis política que arrancó algo más de hace diez años, aunque los niveles de desafección no lleguen a los extremos de 2012. Remarca en este plano que la gente sigue “sin tener referentes” y hay “mucho vacío” en la representación pública.
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Analiza que los dos grandes partidos no se han recuperado de aquella crisis y que las nuevas formaciones tampoco han cubierto esa orfandad, como ha sido el caso de Podemos y de Ciudadanos. Manifiesta que ahora ese sentimiento contra la clase política beneficia a Vox cuando hace diez años estuvo capitalizado por la izquierda. Pero, a la vez, comenta que la ultraderecha está de nuevo bajando este mes por el efecto de la política internacional y la pinza entre Donald Trump y Vladímir Putin después de haber subido en los meses anteriores por la dana.
“La gente ve que siguen sin resolverse problemas como la vivienda, la desigualdad y la movilidad social”, relata Urquizu entre los factores que llevan al desencanto. Profundiza el exdiputado que en las encuestas la gente suele responder que vive su situación económica con tranquilidad, pero, de manera paradójica, habla de incertidumbre en la economía general y asocia la política al “enfado”.
La receta para reconectar, prosigue Urquizu, pasa por “escuchar más a la gente”, ya que no se trata de un simple problema de polarización. “Los partidos se centran en generar tensión y en hacer que los electores voten en contra de algo, ya sea la migración, la ultraderecha o la Agenda 2030”, asevera el profesor, que hace una defensa de que los representantes públicos deberían hablar en positivo y centrarse en preocupaciones como el empleo. “No es verdad que el Parlamento sea un reflejo de la calle. La gente es mucho más educada y no se lanza esos improperios”, concluye.