El debate de investidura

La presión de la derecha para impedir la investidura de Sánchez marca la horas previas a la votación decisiva

Pleno de investidura de Pedro Sánchez

Si algo puso de manifiesto la votación de investidura de este domingo es la fragilidad de la mayoría de votos trabajosamente construida para dar soporte este martes a la investidura de Pedro Sánchez y desbloquear la XIV Legislatura tras ocho meses de parálisis institucional. El candidato socialista consiguió sumar un solo voto más a favor que en contra: 166 frente a 165. Del lado del sí se alinearon PSOE (120), Unidas Podemos (34), PNV (6), Más País (2), Compromís (1), BNG (1), Nueva Canarias (1) y Teruel Existe (1). En contra votaron PP (88), Vox (52), Ciudadanos (10), Junts (8), CUP (2), UPN (2), Foro Asturias (1), PRC (1) y la única diputada de Coalición Canaria (1). Esquerra Republicana (13) y EH Bildu (5) optaron por abstenerse.

La ausencia por enfermedad de la diputada Aina Vidal, de En Comú Podem, que sí tiene previsto asistir el martes al hemiciclo, evidencia lo endeble de la mayoría que da soporte a la reelección de Sánchez. De hecho, la consigna de la mayoría de los grupos era este domingo tomar toda clase de precauciones para asegurar la llegada a tiempo de todos sus diputados al pleno convocado para el mediodía del martes, sobre todo de aquellos desplazados a sus localidades de origen para celebrar la festividad de reyes con sus familias.

Y la presión puesta en marcha por la derecha política, económica y mediática para tratar de convencer a algunos diputados con el fin de que retiren su apoyo a Sánchez, que lleva días en marcha, alcanzó este fin de semana niveles sin precedentes. De hecho ya ha cosechado algunos frutos: ha convencido al PRC de Miguel Ángel Revilla y a la única diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, de que el candidato socialista se dispone a romper la unidad de España, a pesar de las veces que ha reafirmado su compromiso por mantener sus actuaciones dentro de la Constitución. Los regionalistas cántabros han pasado del ‘sí’ al ‘no’ y la parlamentaria tinerfeña de la abstención al voto negativo —esta última ha llegado al extremo de desafiar a su propio partido, que ya ha anunciado acciones disciplinarias que pueden conducir a su expulsión—.

Ambos han recibido inmediatamente el respaldo y los elogios, entre otros, del PP y de Ciudadanos. El partido de Pablo Casado se ha ofrecido incluso a respaldar la Presidencia de Revilla en el caso de que el PSOE consume su amenaza de romper en Cantabria el acuerdo de gobierno y le retire su apoyo. La segunda, a su vez, ha sido elevada a la categoría de “heroína” por el conjunto de la derecha.

La presión, en cambio, no surtió efecto —al menos de momento— en el único diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte, sometido a ataques en las redes sociales y objeto de pintadas en su localidad natal exigiéndole romper el acuerdo suscrito con el PSOE. Ni tampoco en los diputados socialistas, entre los que la derecha busca parlamentarios dispuestos a traicionar Sánchez y a los que la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, pidió de viva voz en medio del pleno de investidura que rompiesen con su candidato, en una estrategia que recuerda el tamayazo, la operación que en 2003 impidió la elección de Rafael Simancas como presidente de Madrid gracias a dos diputados socialistas que decidieron favorecer a la derecha.

La “coalición del apocalipsis”

El propio Sánchez se hizo eco de esa presión manifesando desde la tribuna su “solidaridad con los 120 diputados socialistas que estos días sufren una campaña de acoso, insulto y amenaza por defender sus convicciones. Lo que hemos escuchado estos días por parte de algunos potavoces llamando vergonzosamente al transfuguismo es el síntoma preocupante de la colonización del discurso del espacio conservador por parte de la ultraderecha. Frente a la coalición del apocalipsis, la coalición progresista que vamos a sacar adelante”, proclamó.

La actitud de la derecha es tal y el margen de la mayoría progresista tan pequeño que no faltan voces que piden a Esquerra Republicana que, en caso de necesidad, permita a algunos de sus diputados votar a favor y salvar así la investidura. Entre ellos la del único diputado de Compromís, Joan Baldoví.

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La derecha, PP, Vox y Compromís, además de sus socios Foro Asturias y UPN, recalentaron el pleno de este fin de semana para aumentar la presión y enmarcar la investidura en un contexto de gravedad extrema que la mayoría progresista niega. La portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, cuya abstención facilita también la reelección de Sánchez, lo vivió este domingo en sus propias carnes al convertirse en blanco de toda clase de insultos por atreverse a criticar al rey Felipe VI desde la tribuna de oradores.

Con todo, la actitud tan extrema de la derecha durante el pleno también alimentó la conciencia de los partidos favorables a la investidura de la trascendencia del momento político y de la importancia de no sufrir ninguna fisura que ponga en peligro el desbloqueo de la legislatura. Nunca socialistas y morados, gravemente enfrentados hasta hace apenas dos meses, dieron tantas muestras de sintonía política.

Tanto el PSOE como Unidas Podemos y sus aliados parlamentarios —PNV, Más País, Compromís, BNG, Nueva Canarias y Teruel Existe, además de Esquerra— confían en que la derecha no se salga con la suya y que la investidura salga adelante. De manera que el martes Sánchez sea elegido presidente y al día siguiente nombre el primer gobierno de coalición de la moderna historia democrática española. Un gabinete inédito en el que se espera la presencia del líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, al frente de una vicepresidencia, así como de varios ministros de la formación morada.

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