El PSOE frena su recuperación y Vox sigue sin tocar techo a costa del PP: claves para entender el CIS

El líder de Vox, Santiago Abascal durante la rueda de prensa ofrecida este lunes tras la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del partido.

El análisis independiente de las tablas del barómetro del CIS publicado este lunes nos deja una mayoría absoluta de PP y Vox de 189 escaños, propiciada en gran medida por el crecimiento imparable de Vox (19,5%). El PSOE frena su recuperación, pero se sitúa como primera fuerza en número de votos (28,0%), un resultado que pocos hubieran pronosticado hace tan solo tres meses, cuando el shock electoral por la entrada en la cárcel de Santos Cerdán mandaba al PSOE a los 100 escaños. El resultado es, en todo caso, insuficiente para los socialistas, que están lejos de discutir la aritmética a las derechas. Sumar y Podemos se dan una pequeña alegría y suben un escaño cada uno en el último mes. A continuación presentamos los resultados completos:

Más allá de la foto fija de este CIS, es un buen momento para repasar cuatro claves imprescindibles para entender ésta y otras encuestas que se están publicando estos días.

1.- Vox rompe la barrera de los 70 escaños y sigue sin tocar techo. Está hoy en los cinco millones de votos (dos más que en las últimas elecciones generales) y podría irse más arriba en el corto plazo. La tendencia alcista se inició en octubre del año pasado, tras la digestión de la salida de los gobiernos autonómicos y, pese a algunos altibajos, se ha mantenido inalterada desde entonces. Que Vox crece lo recogen ya todas las encuestas sin excepción, y cada vez son más las que coinciden en situarle por encima de los 60 diputados. En el último mes, 40dB lo aupaba al 16,7% de votos, Opina 360 al 20,6% y este domingo GESOP situaba en El Periódico a la formación de Abascal en el 18,4% y 68-72 asientos. El efecto directo de esto, ley D’Hondt mediante, es que el bloque de la derecha refuerza su posición y hoy cuenta con un colchón de seguridad importante: si en otoño del año pasado alcanzaban una mayoría intranquila de 180-185 escaños (solo 4-9 por encima de la absoluta), ésta se ha ampliado sensiblemente hasta los 185-195 diputados (GESOP les sitúa en 185-193, muy cerca del cálculo resultante con las tablas del CIS, que la deja en 189).

Sobre las causas del ascenso de Vox mucho se ha escrito ya, empezando por las dinámicas transnacionales y acabando por su capacidad para hacerse hegemónico en el nuevo voto antisistema (vivienda, dana, apagón, incendios, etc), con una capacidad notable para penetrar en capas de población que por pulsión ideológica, generacional o de clase no han sido históricamente las más propicias a la derecha. Ahí está su resultado entre los más jóvenes, triplicando el voto declarado al PP (23% vs 8%). Vox ha tejido por el camino una red de prescriptores en redes sociales capaz de saltarse los canales convencionales y alterar el mensaje, casi siempre bajo el esquema de “solo queda Vox”. En esa estrategia son constantes los gestos “al pueblo” (solo el pueblo salva al pueblo), como refugio frente a lo institucional. El último de ellos, la decisión de Santiago Abascal de ver el desfile del 12 de octubre a pie de calle “como un español más” y no junto a las autoridades. El marco de fondo, más allá del habitual argumento contra el Gobierno, es el “ellos y nosotros”. La burbuja política y Vox. 

Aparte de esto, la formación verde ha logrado de un tiempo a esta parte que el PP baile al ritmo que más le conviene, girando el tablero de debate hacia los temas en los que es más fuerte, la inmigración el principal de ellos, pero no el único. No sería descabellado verle superar el 20% para fin de año, con lo que esto supone.

2.- El PP (27,0%) cae por debajo de su resultado en julio’23 y toca un nuevo mínimo. Hay que retrotraerse a la época de Pablo Casado para encontrarlo en una situación similar. La dinámica del Partido Popular es inversamente proporcional a la de Vox, se ha dejado 6,3 puntos en 12 meses, o lo que es lo mismo, un millón seiscientos mil votos. Mucho tiene que ver en ello la transferencia que envía a los de Abascal (casi un millón y medio de votos), pero no solo, porque sus números con la abstención también se han resentido, de nuevo a causa de la ascendencia de Vox, que prácticamente duplica la capacidad de los populares de captar en el público desalineado o desconectado: 4,8% vs 2,6%.

En cuanto a la transferencia origen PSOE, trescientos cincuenta mil votantes socialistas en 2023 optarían hoy por el PP, sin que haya apenas votantes que hagan el camino inverso. No es un mal dato para los de Feijóo, pero es que hace un año eran seiscientos mil.

En otras palabras, su estrategia, lejos de agradar al elector indeciso moderado o al más volcado hacia Vox, ha disgustado a los dos. A esto se une la caída en picado de la valoración de Núñez Feijóo, no solo entre el conjunto de españoles, sino, sobre todo, entre sus propios votantes, que a la postre es el principal valor a vigilar: en octubre del año pasado obtenía una nota entre sus votantes de 6,4, que hoy se ha reducido hasta el 5,5. Por el camino el líder gallego ha cambiado su imagen personal, se ha quitado las gafas, y ha apostado por un estilo y tono más duro y aguerrido, alejado de aquel pretendido hombre de Estado que decía aterrizar en Madrid para hacer política para adultos, tras amasar cuatro mayorías absolutas en la plural Galicia. El resultado no ha sido el deseado. A la pregunta de “quién preferiría que fuera presidente de gobierno”, Abascal (16%) supera ya a Núñez Feijóo (14%) entre el conjunto de españoles.

El efecto directo de todo ello es que el PP (27%) podría quedar hoy por debajo del PSOE (28%) en unas elecciones generales que se celebraran en la actualidad, pese a que los socialistas acaban de sufrir el tsunami de la encarcelación de su secretario de Organización. Ese marco de retroceso o empate técnico lo hemos visto también en GESOP, Opina 360 y 40dB.

La lectura posibilista en Génova es que, con estos números, Feijóo sería presidente. Se pone de ejemplo Andalucía 2018, donde el PP, con su peor resultado en casi 30 años y un líder cuestionado en ese momento como Moreno Bonilla, se hizo con la presidencia y cuatro años después armó una mayoría absoluta y un liderazgo referente en España. Otros ven el vaso medio vacío, en el medio plazo, por la dinámica peligrosa en la que se ha instalado el partido (a los frentes que ya tenía abiertos hay que sumar en el último mes el cribado de cáncer en Andalucía y el aborto en Madrid), por la recuperación del PSOE y los efectos movilizadores en la izquierda de la masacre contra Palestina y, con las luces largas, por la difícil gobernabilidad que podría derivarse de un gobierno con Vox en los 80 escaños. Las miradas inmediatas están puestas en Andalucía, donde no es segura la mayoría absoluta del PP, en Castilla y León, donde Vox volverá a ser decisivo, y en las elecciones presidenciales francesas de abril de 2027. 

3.- El PSOE, o mejor dicho Pedro Sánchez, ha logrado encapsular lo que hasta el verano amenazaba con ser el caso PSOE, al caso Cerdán, Koldo y Ábalos. Tras retroceder electoralmente desde el 29,5% de junio al 24,6% de julio, ha recuperado buena parte del terreno perdido, situándose de nuevo en la casilla de salida con un 28% de votos. En esto, con algunas variaciones, son coincidentes la mayoría de encuestadoras. Esta dinámica de recuperación se ve reflejada también en los indicadores de imagen de Pedro Sánchez, que ha pasado entre sus votantes, del 6,2 de julio (su nota más baja desde que es líder socialista) hasta el 6,8 actual.

El PSOE recupera porque rescata cuatrocientos mil votantes de la abstención y de partidos minoritarios y/o nacionalistas, que se habían convertido en válvulas de escape para el elector quemado con su partido. Aun así, mantiene otro medio millón desconectados y con pocas perspectivas de que repitan voto, y lo que es más grave para sus intereses, no solo envía trescientos cincuenta mil votos al PP, sino también doscientos cincuenta mil a Vox, una fuga capital que ensancha la distancia entre izquierda y derecha. El frente judicial pesa en este elector.

Con estos mimbres, la primera posición del PSOE puede ser un consuelo, o un estímulo, para el electorado progresista, pero no cambia una realidad hostil: a la fuga de esos seiscientos mil votos a la derecha se une la nula capacidad de captación en el bloque contrario. El margen de maniobra legislativo limitado y la impresión de ausencia de un marco de transformación ilusionante está presente en las causas del deterioro de las expectativas de todo el bloque progresista en su conjunto, y no tiene fácil arreglo. Como no lo tiene la coyuntura con Junts, ahora atenazado por el auge de Alianza Catalana en Cataluña. Los de Silvia Orriols amenazan el futuro de Puigdemont, pero también, indirectamente, la frágil aritmética con la que cuentan los socialistas en el Congreso si dieran el paso (negado hasta el momento) de presentarse al Congreso.

4.- Que Sumar y Podemos por separado (17) aportan menos que juntos (lograron 31 en julio’23) es algo que ya sabíamos, no por esa comparación simplista entre dos momentos que no son equiparables (las elecciones de 2023 y el actual), sino por el ánimo quebrado de una parte del electorado que percibe que este es un momento que demanda reacción por la amenaza cada vez más real de ver a ministros de Vox en el Gobierno. Que ese espacio ha dejado de ilusionar es una evidencia si nos remitimos a los escasos réditos que tanto Sumar como Podemos están sacando de la debilidad en el flanco ético del PSOE, puesto en duda tras las revelaciones de los últimos meses. En junio, antes de estallar definitivamente el caso Cerdán, la transferencia del PSOE a Sumar y Podemos era de 320.000 electores. En julio ascendió hasta los 480.000 y se mantiene en los mismos guarismos. Lo que en otro momento hubiera sido una oportunidad de oro para una oferta alternativa al PSOE, ahora apenas logra un escaso botín.

Esa falta de tracción ilusionante entronca a su vez con la división entre siglas. Las elecciones andaluzas aparecen ya en el horizonte y se especula con la posibilidad de que se presenten hasta tres candidaturas distintas, lo que dará que hablar antes y después de los comicios.

Con todo, los de Yolanda Diaz cogen aire en este barómetro del CIS y obtendrían 12 escaños, con más protagonismo positivo como ministra y una mejor valoración entre sus votantes (6,6). Lo mismo sucede con Podemos, que se vuelve a acercar al 5% de los votos impulsados por un perfil más impugnatorio.

Tanto los unos como los otros han estado muy activos en la resistencia frente a los bombardeos de Gaza y eso se aprecia en una mayor movilización de sus bases. También encuentra premio el PSOE en su posición cerrada a favor del reconocimiento de Palestina como Estado, reduce las fugas hacia la abstención y aumenta las llegadas entre aquellos que no votaron en 2023. Las terribles escenas que hemos presenciado durante la guerra han sido un factor de agitación en una parte del electorado cansado y descreído.

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Todo lo anterior es tan importante como el hecho de que las elecciones se deciden cada vez más en las rectas finales. Según el estudio postelectoral de los últimos comicios generales, un 39% de españoles decidió el sentido de su voto durante la campaña electoral. Esto no significa que vayan a producirse grandes movimientos de voto entre bloques a última hora, puesto que estos son escasos, pero sí en términos de movilización / desmovilización y en el pulso interno entre partidos. Por eso tener en la mano el botón nuclear de la convocatoria es tan importante para Pedro Sánchez, al marcar los tiempos en que se da el pistoletazo final que lleva a elecciones. A día de hoy la participación estimada rondaría el 71%, a medio camino entre la movilización alta de abril de 2019 (76%) y la baja de julio’23 (67%).

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Rafael Ruiz es consultor y analista de datos en asuntos públicos en Logoslab.

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