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Envidia literaria

Darío Adanti y la geografía interior en 'Moby Dick'

El ilustrador Darío Adanti

Siendo apenas un niño, Darío Adanti inició por primera vez el viaje del capitán Ahab para cazar a Moby Dick. Una travesía que ha recorrido varias veces a lo largo de su vida. “Es una novela que me la he vuelto a leer cada 10 años, y es como el tarot, que cada vez me dice cosas diferentes. Tiene un punto metafísico, diabólico, que tiene esa capacidad de ser otra novela cada vez que la lees, siendo la misma”. El ilustrador argentino relata la influencia que ha tenido la obra de Melville en sus creaciones, y como es el libro que le hubiera gustado escribir, en la sección Envidia Literaria de Verano Libre.

 

Moby Dick, publicada en 1851 por Herman Melville, relata la historia del marinero Ismael (quien hará las veces de narrador) y el arponero Quiqueg en su viaje a bordo del ballenero Pequod, junto a la tripulación del enigmático capitán Ahab. Obsesionado con el leviatán Moby Dick, una enorme ballena albina, Ahab embarcará una travesía para dar caza al cachalote, que arrastrará al resto de la tripulación por un infernal viaje que culminará con el hundimiento del navío, siendo Ismael el único superviviente testigo de la tragedia.

Adanti, originario de Argentina, guarda una estrecha relación con la novela. Entre otras cosas porque el imaginario establecido por Melville en el sur de la Patagonia le era familiar. “Sus partes más dramáticas pasaban en parte del territorio en el que yo vivía, que era la costa patagónica. Entonces supongo que eso también me hacía sentir parte de esa aventura. De hecho, cuando viaja y recorría con mi familia parte de la Patagonia, siempre imaginaba a Moby Dick y al Pequod detrás obsesivamente para cazarlo”.

El también fundador de la revista Mongolia ve en la obra de Melville una estructura similar en otras obras como El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad o El señor de las moscas de William Golding. “Es como un formato en que me parece que donde está más condensado y de manera que ha quedado más en la cultura popular ha sido en Moby Dick”.Moby Dick

“Un viaje en la geografía, como puede ser un viaje en barco como el Pequod que va tras Moby Dick, que va hacía el Cabo de Hornos al sur de la Patagonia, es como si llevara a los personajes también a un viaje por su propia geografía interior y a lo que tenemos de animal, de diabólico, de salvaje”, explica Adanti.

Diferentes lectores y críticos han destacado el profundo simbolismo de Moby Dick, de la que destacan las alusiones bíblicas. Un ejemplo sería la diversidad de los tripulantes del Pequod, cuyas distintas nacionalidades, culturas y religiones suponen una alegoría de la humanidad. Una simbología que también gira en torno de la ballena albina.

“Y encima que el terror que está en Moby Dick no sea algo metafísico, sino que sea un animal. Pero en realidad el verdadero terror es la obsesión de Ahab –apunta Adanti–. Y ese mecanismo es casi hasta una especie de anti biblia o biblia satánica, pero de la naturaleza, porque el supuesto diablo en realidad es la propia obsesión del capitán”.

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Sin embargo, Moby Dick no sobrevivió a la crítica. Su mala recepción y el fracaso de sus posteriores novelas llevaron a Melville a sustituir la literatura por un trabajo aduanero, limitándose a escribir poesía y autopublicando sus obras cuando tenía ocasión, sin ningún éxito notable. El reconocimiento póstumo de su obra llegaría en la segunda década del siglo XX, consagrando a Moby Dick como un clásico dentro de la literatura universal.

La obra de Melville ha influido en multitud de obras posteriores, como en la de Adanti. “El primer cómic que saqué en España, que fue en el año 1996, se llamaba La ballena tatuada y eran todas historias de una ballena patagónica que menciona Melville en la propia Moby Dick. Es una ballena chilena que está toda llena de cicatrices que parecen jeroglíficos que se llama Don Miguel”.

Una influencia que impregna también al resto de sus creaciones, ya sea en forma de personajes o referencias. “De hecho hay otro detalle del que me acabo de dar cuenta en mi libro anterior, Qué disparen al humorista. Moby Dick empieza con ‘Llamadme Ismael’ y en este libro lo empecé con ‘Llamadme humorista’. Incluso hasta en un ensayo gráfico, que nada tuviera que ver, la impronta un poco del tema casi apocalíptico de Moby Dick está ahí. Es como una obsesión que tengo”.

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