EL FUTURO DE LA LEGISLATURA

Anatomía de un Gobierno de resistencia contra las derechas y sus equilibrios de poder

Imagen de archivo del Gobierno tras la última remodelación al entrar Sara Aagesen

Ha sido un final de curso político exhausto. Los miembros del Gobierno confiesan la dureza de las últimas semanas tras la irrupción del caso Cerdán. Todo saltó por los aires, todo podía suceder. Nadie veía llegar las vacaciones de verano. Pero ya están aquí y el Ejecutivo resiste frente a los augurios catastrofistas. Los dirigentes de la coalición se han ido a descansar con un cierto alivio. En septiembre arrancará otro capítulo con la idea de tratar de aprobar unos complicados presupuestos generales.

Tras remodelar el partido, Pedro Sánchez ha dejado el Gobierno intacto por el momento. El presidente, en la rueda de prensa tras verse el martes con el rey en el Palacio de Marivent en Palma, indicó que no tiene previsto hacer cambios en el Ejecutivo y que todos los ministros cuentan con su respaldo. Pero esa respuesta siempre es de manual de todos los presidentes, que pueden activar el botón en cualquier momento y sin previo aviso para zarandear el tablero político.

Este final de curso ha supuesto la elevación política de dos figuras en el Gobierno: Pablo Bustinduy (Derechos Sociales) y Carlos Cuerpo (Economía), que se erigen como los miembros con mejor valoración entre los españoles. Son los dos únicos que superan el aprobado. El primero de ellos es un nombre al alza también en el espacio de Sumar, con sectores del grupo parlamentario apuntando a él de cara a la próxima candidatura de las izquierdas si Yolanda Díaz da un paso al lado. Y el segundo se ha afianzado como uno de los puntales del ala socialista en plena guerra arancelaria con Donald Trump y como una figura potente para ascender más en cualquier remodelación y aglutinar más poder económico.

El factor Montero

La actual composición del Gobierno, por mucho que aguante hasta 2027, tendrá que vivir al menos un cambio dentro de unos meses por la salida de María Jesús Montero. La vicepresidenta primera y titular de Hacienda será la candidata del PSOE andaluz en las autonómicas que deberán celebrarse en junio del año que viene como muy tarde. Es uno de los grandes expedientes X: cuándo dejará sus puestos para centrarse en la política por debajo de Despeñaperros.

Además, hay un factor muy importante sobre su figura: los Presupuestos Generales. Diversas fuentes socialistas tienen el debate interno de qué puede afectarle más de cara a su candidatura contra Juanma Moreno: aprobar unas cuentas con acuerdos con Junts, ERC y EH Bildu o el aire de fracaso que puede conllevar que no salgan las cuentas prometidas para el año que viene.

Robles pierde fuerza

Si se compara el CIS de julio del año pasado con el actual, la figura de Margarita Robles ha bajado del aprobado. La ministra de Defensa, que ha copado lo valores más altos de popularidad del Ejecutivo desde que llegó en 2018, no vive su mejor momento. Ha perdido la última guerra interna del Gobierno contra Félix Bolaños, titular de Justicia, que se ha hecho con la Autoridad Nacional de Seguridad para la Protección de Información Clasificada, que hasta el momento estaba en el CNI y que ahora se traspasaría al Ministerio de Presidencia. El poder del madrileño cada día es mayor y actúa casi de vicepresidente político in pectore.

Robles es un alma libre del Gobierno, aunque tiene el apoyo total del presidente. Pero, según varias fuentes gubernamentales, cada día está más alejada de sus compañeros. Y algunas de sus declaraciones confunden incluso a los suyos, como sucedió este mismo miércoles cuando no hizo un apoyo cerrado al fiscal general del Estado como sí luego expresaron en cascada, a lo largo del jueves, María Jesús Montero, Ángel Víctor Torres (Política Territorial y Memoria Democrática), Elma Sáiz (Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones) y José Manuel Albares (Exteriores). Este último también ha ganado mucho peso en este curso por los pasos de España a favor del Estado palestino, que ahora comienzan a seguir países como Francia, Reino Unido y Canadá.

De Díaz a Puente

Muchas miradas están puestas de nuevo en la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Su discurso durante la sesión plenaria sobre corrupción en el Congreso ha vuelto a revitalizar su imagen, tanto entre sus compañeros como según señalan algunas encuestas internas que maneja el Ejecutivo. Está presionando con fuerza al sector socialista para sacar medidas de calado para el electorado progresista como la reciente ampliación de los permisos de paternidad. Pero también ella tiene su prueba de fuego y donde se juega parte de su capital y futuro político: aprobar en el Congreso la reducción de la jornada laboral, que ahora mismo no tiene los apoyos suficientes. Y Ernest Urtasun (Cultura) sigue siendo el principal puente de manera discreta por parte de Sumar para las negociaciones con el PSOE, como sucedió con el plan de regeneración.

Este curso político ha sido el del debut de Sara Aagesen como vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica y para el Reto Demográfico después del salto de Teresa Ribera a la Comisión Europea. Llegó con un marcado perfil técnico y se ha enfrentado al gran apagón. Y se ha dado de bruces con la realidad política, como sucedió en el Congreso la semana pasada cuando PP, Vox, Junts, Podemos, CHA y BNG tumbaron sus decreto con medidas para el sector eléctrico. El Gobierno estudia ahora cómo volver a sacar ese texto, pero cuenta con el apoyo de Sánchez después de la crisis que dejó al país sin luz.

Óscar Puente se ha convertido además en una de las grandes columnas durante este curso y en uno de los integrantes del reducido círculo de decisiones del presidente junto a Montero, Bolaños, Óscar López y Diego Rubio, jefe de gabinete de Sánchez. Asimismo, el ministro de Transportes logra cada día subir más su aura en el partido, aunque en el plano institucional se ha encontrado con el gran frente de la sombra del caso Ábalos en su departamento y con los fallos en las infraestructuras.

De las distintas fuerzas políticas, la que más ha estado cerca de romper el Gobierno por dentro este año fue Izquierda Unida. Los de Antonio Maíllo amagaron con salirse de la coalición si no se rompían los acuerdos con Israel para la compra de material balístico. Pero ahora, de nuevo, la formación de izquierdas apuesta por la estabilidad y por Sira Rego al frente de Juventud e Infancia, que ha hecho mucho tándem estos meses con el ministro Ángel Víctor Torres, del ala socialista, para sacar adelante la reforma del artículo 35 de la ley de extranjería para la distribución de los menores. 

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El expresidente canario se ha convertido en uno de los puntales del Gobierno y a muchos de sus compañeros, como confiesan en privado, les ha sorprendido para bien su vis política. Pero, a la vez, la derecha mediática y política trata durante estas semanas de apuntarlo como el próximo objetivo de un supuesto informe de la UCO y zarandean la posibilidad de una implicación en contratos por mascarillas que puedan tumbar a un ministro y, por ende, al Ejecutivo. El titular de Política Territorial ha negado en todo momento cualquier tipo de irregularidad y defiende su inocencia.

Mirando a los territorios

En el Gobierno también conviven algunos de los futuros candidatos autonómicos del PSOE, como Óscar López en la Comunidad de Madrid, que es uno de los ministros más políticos y uno de los dirigentes más mediáticos. En su situación está Diana Morant, que confía en llegar al poder en la Comunitat Valenciana en coalición con Compromís por la nefasta gestión de Carlos Mazón de la dana. No obstante, los naranjas van a dar a partir de ahora más duro al Ejecutivo y se quieren distanciar, como se ha evidenciando con la marcha de Àgueda Micó del grupo parlamentario de Sumar. El partido valenciano asimismo amenaza con no apoyar, por ejemplo, la futura financiación singular para Cataluña. Y Pilar Alegría, portavoz del Gobierno y líder del PSOE de Aragón, ha acabado con un resbalón, como le critican algunos de sus compañeros, después de que defendiera a Paco Salazar antes de que dimitiera por la denuncia de comportamientos inadecuados con mujeres.

En el Ministerio de Sanidad, en cambio, han acabado con buen sabor de boca con la aprobación en el último pleno del Congreso antes de vacaciones del proyecto de ley para la creación de la Agenda de Salud Pública. Mónica García se ha marcado este tanto, después de que en una primera vuelta tumbaran la norma el PP y Junts, pero también mira hacia la Puerta del Sol, ya que no descarta volver a ser la candidata en las próximas elecciones madrileñas.

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