Televisión pública
Los buenos datos de audiencia de RTVE tensan al PP y ponen a la cadena pública en su diana
La audiencia de los programas informativos —y de infoentretenimiento— en España sigue dominada por la televisión privada, en particular por Antena 3, una emisora propiedad del Grupo Planeta, tradicionalmente bien relacionada con el Partido Popular. Pero el inicio de temporada de RTVE, que en algunos momentos ha conseguido superar a sus rivales —algo que no sucedía desde hace años—, ha reequilibrado un poco el menú a disposición de los telespectadores.
La parrilla de La 1 combina esta temporada información en directo desde primera hora hasta media tarde. La Hora de La 1, con Silvia Intxaurrondo a la cabeza, ha sido capaz de liderar su franja horaria de las mañanas y roza el 20% de cuota de pantalla. Mañaneros360, liderado en su parte más política por Javier Ruiz, se asoma al 16% y está siendo capaz de superar a las hasta hace poco reinas de las mañanas, Ana Rosa Quintana (Telecinco) y Susanna Griso (Antena 3), con cifras por debajo del 13% y del 12%, respectivamente.
A la oferta de entretenimiento informativo de La 1, ese formato híbrido en el que se mezclan noticias con elementos propios del espectáculo y al que TVE se ha entregado con entusiasmo, acaba de sumarse Directo al grano, con Marta Flich y Gonzalo Miró, y unos primeros resultados nada despreciables (por encima del 10% y muy cerca de la media de cadena, situada en un 11,7%).
Malas lenguas, que ya se estrenó en la temporada pasada bajo la dirección de Jesús Cintora, está cosechando algo más de un 9%, pero todavía por debajo de los dos dígitos (un 5,4 % en su franja a través de La 2). Y La noche en 24 horas, bajo la dirección de Xavier Fortes, sigue haciendo gala de una influencia en el debate público muy por encima del modesto 2% de audiencia que marcó al final de la última temporada, que en todo caso supuso su mejor registro en 15 años.
No son programas cómodos para el PP y sus portavoces. Acostumbrados a las entrevistas blandas con las que son recibidos en los platós de Antena 3 y Telecinco, cuando se asoman a los programas de TVE saben que van a tener que responder a preguntas comprometedoras.
Preguntas incómodas
Y no están acostumbrados. El último en encajar mal tener que dar explicaciones fue Miguel Tellado, secretario general del partido y mano derecha de Alberto Núñez Feijóo. El pasado lunes, durante una entrevista en La Hora de La 1, dejó claro su descontento con la presentadora, Silvia Intxaurrondo, a la que discutió sus preguntas después de que esta, en varias ocasiones, intentase aclarar si condenaba o no el asesinato de niños en Gaza.
Visiblemente enfadado, acusó a Intxaurrondo de hacerle una pregunta “tremendamente irresponsable” por insistir en conocer la posición del PP sobre el genocidio. “Claro que condenamos el asesinato de civiles”, replicó. “Le ruego que no tergiverse la posición de mi partido desde la televisión pública de España. Creo que su pregunta es tremendamente irresponsable, teniendo en cuenta que estamos en una televisión pública”, insistió, para acabar acusando al Gobierno de utilizar “los medios públicos para establecer una cortina de humo para tapar la corrupción sistemática del presidente”.
El malestar y la preocupación del PP con los nuevos programas —y sus buenas audiencias— es cada vez más visible. Lo corroboró ese mismo día, apenas unas horas después, el propio Feijóo. En una intervención durísima ante la plana mayor de su partido, enumeró los desastres que, según él, está causando “la corrupción” del Gobierno. Y citó en segundo lugar a RTVE, algo poco frecuente hasta ahora en sus intervenciones: “[A] Televisión Española, de pública ya solo le queda que la pagamos todos los españoles con nuestros impuestos. Pero ya no es una televisión pública. Es un aparato propagandístico impúdico que arrincona a todos los buenos profesionales que trabajan allí”.
“Ya ni disimulan, ya no informan, simplemente propagan”, remachó el hombre que sometió durante años a un férreo control ideológico a la Televisión de Galicia —que sigue en vigor y que desde hace años ha sido objeto de denuncias por parte de los trabajadores de la radiotelevisión autonómica y del Colexio de Xornalistas—.
Es el mismo hombre, aunque hoy como líder del PP, que tiene una herida abierta con TVE. Hay indicios demoscópicos de que fue precisamente una entrevista en el programa La Hora de La 1, presentado por la periodista Silvia Intxaurrondo, lo que le cerró las puertas de la Moncloa hace dos años, después de ser pillado en directo en una mentira apenas una semana antes de las elecciones generales.
“El ministerio 23”
En línea con este ataque generalizado, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, arremetió directamente contra el presidente de RTVE, José Pablo López, a quien achaca que “sigue órdenes” cada vez que le “llaman de Moncloa”. RTVE es, según Almeida, el “Ministerio de la Verdad”, el “ministerio 23”. Su único interés es levantar “cortinas de humo” y “fuegos artificiales”, como la retirada de Eurovisión.
Y es que, en su afán por desacreditar a la televisión pública, el PP ha criticado con enorme dureza la decisión del Consejo de Administración de RTVE de ausentarse del festival de la canción —que cada año congrega a audiencias millonarias frente a las pantallas de televisión— si la organización vuelve a invitar a Israel y prosigue el genocidio en los territorios ocupados. A los de Feijóo esta decisión, que afecta a una actividad de la que TVE es copartícipe, les parece un “acto de hipocresía”, porque la cadena no ha anunciado que vaya a dejar de emitir eventos deportivos en los que participen atletas o equipos israelíes (y de los que no es organizadora directa ni indirectamente).
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Los ataques han llegado incluso desde À Punt, la televisión pública controlada por el PP y Vox en la Comunitat Valenciana. En sus programas se ha criticado a TVE por difundir la grabación que puso en evidencia la gestión de la dana del Gobierno de Carlos Mazón. Hasta el Consejo de Informativos de RTVE tuvo que salir a rechazar “las acusaciones de mala praxis vertidas por À Punt en sus informativos”, que intentan situar sin fundamento a Televisión Española “en medio de una pelea con finalidades partidistas”.
Al PP no le gustan los programas de infoentretenimiento ni los informativos. Lo dejó claro a comienzos de mes, cuando criticó a la periodista Pepa Bueno por la entrevista que hizo al presidente Pedro Sánchez el día de su estreno al frente del Telediario 2 (no les pareció lo suficientemente incisiva) y rechazó acudir al mismo programa. O cuando exigió que no volviera al plató Sarah Santaolalla, analista política y activista que, en una tertulia, llegó a decir, en plena estrategia conservadora para tratar de culpar de los incendios a Pedro Sánchez, “que hay que ser muy idiota o tener muy poca información para seguir creyendo al PP y a Vox”.
Pero tampoco son del agrado del partido de Feijóo los late shows, como La revuelta de David Broncano o el Late Xou de Marc Giró. Con elevadas audiencias (por encima del 12%), muy cerca de espacios líderes de la competencia como El Hormiguero (Antena 3), se han convertido en emisiones a través de las cuales se combaten abiertamente las guerras culturales de la derecha, se defiende al pueblo palestino frente al genocidio israelí y se critica sin reservas el machismo, la xenofobia o el negacionismo climático.