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REFORMA TRIBUTARIA

España es el tercer país de la UE donde más ha crecido el desvío de beneficios a paraísos fiscales

Singapur es uno de los territorios que más capitales internacionales atraen por sus bajos impuestos.

El PIB de España aumentó un 15,5% entre 2015 y 2019, cuando alcanzó los 1.245,5 millones de euros. Los beneficios de sus empresas tuvieron un crecimiento mayor, casi un 24%: pasaron de 154.000 millones de euros a 191.000 millones. Fueron años de recuperación económica tras el batacazo de la crisis financiera. Pero los beneficios multinacionales, los que obtienen las empresas españolas en el extranjero, se dispararon en ese periodo, un 57%, al subir de 20.350 millones de euros a 32.000 millones. Es decir, crecieron el doble que las ganancias corporativas totales. Y con un brío similar lo hicieron también los beneficios que esas grandes compañías españolas desviaron hacia paraísos fiscales, un 46,5% más en 2019 respecto a cuatro años atrás. Ese traslado creciente de ganancias a territorios de baja o nula tributación se tradujo en una pérdida de recaudación para las arcas públicas españolas del 18% en 2019, cuatro puntos más que en 2015.

Los datos proceden de la más reciente actualización que Ludvig S. Wier y Gabriel Zucman, de las universidades de Copenhague y Berkeley, han realizado sobre Los beneficios perdidos de las naciones, un estudio que arrancaron en 2015. Su último informe, Global profit shifting, echa la mirada atrás y sigue la evolución que han tenido el desvío de beneficios a paraísos fiscales y la consiguiente pérdida de recaudación de los estados desde 1975.

Según sus cálculos, por tanto, el traslado de beneficios a paraísos fiscales realizado por las empresas españolas creció entre 2015 y 2015 tres veces más que el PIB y la pérdida de recaudación –un 28,5%– casi dos veces más. Como buena muestra de la creciente internacionalización de las compañías españolas, también las ganancias conseguidas fuera del territorio nacional aumentaron 2,5 veces más que el PIB en esos años.

Si esas cifras se comparan con el resto de los países europeos, España es la tercera nación en que más aumentó el desvío de beneficios empresariales a paraísos fiscales –6.200 millones más en cuatro años–, sólo detrás de Alemania –9.900 millones– y Francia -6.400 millones–. Aunque el traslado de ganancias de las empresas británicas fue muchísimo mayor, con un ritmo de crecimiento de 28.200 millones más. El volumen de capital que va a parar a paraísos fiscales desde el Reino Unido también es el mayor del continente: 106.200 millones de euros. Sólo Estados Unidos saca más beneficios fuera de su territorio, 160.200 millones en 2019, pero desde 2015 el aumento del desvío no ha sido tan considerable como el británico, 12.800 millones de euros.

También España se sitúa en el tercer puesto de la Unión Europea si se pone el foco en lo que ha crecido la pérdida de recaudación fiscal por este traslado de beneficios a lugares con menores impuestos. Letonia es el país que encabeza esta clasificación, con un aumento de 137 puntos porcentuales entre 2015 y 2019. La causa es un cambio legislativo que dejó el tipo efectivo del impuesto de sociedades en el 1% y hundió los ingresos de la Hacienda local. Le sigue Grecia, con un alza de cinco puntos, y después España, que iguala a Suecia y Hungría con cuatro puntos porcentuales. Es el doble de lo que creció la pérdida de recaudación en Estados Unidos. Además, mientras las arcas públicas españolas dejaron de ingresar un 18% en 2019 por culpa de esta transferencia de capitales, en EEUU la pérdida fiscal fue menor, un 16%. Reino Unido, en cambio, sigue a la cabeza en Europa tanto en volumen, con un 32% menos de ingresos en 2019, como en velocidad, con un aumento de 14 puntos respecto a 2015.

El estudio de Wier y Zucman considera paraísos fiscales a 30 territorios de todo el mundo, de los cuales 14, casi la mitad, se encuentran en el continente europeo. Si bien las islas del Caribe y Singapur son las que más ganancias multinacionales atraen, el tercer paraíso fiscal resulta ser Irlanda, con mayor volumen de capital en sus bancos que Suiza y Países Bajos. Todos ellos duplican los beneficios captados por Hong Kong, Bermudas o Luxemburgo.

El ritmo de crecimiento del desvío de beneficios empresariales y la consiguiente pérdida fiscal en España corren parejos a los que está sufriendo el resto del planeta. Según las cifras incluidas en el informe, el PIB mundial aumentó un 17% entre 2015 y 2019, punto y medio más que el español, mientras que los beneficios corporativos totales crecieron un 26% y los beneficios multinacionales, el doble, un 52%. Los que fueron trasladados a territorios de baja tributación aumentaron más incluso, un 57%. La pérdida de recaudación se elevó un 31%. En 2019, los Estados perdían de media un 10% de su recaudación por los beneficios que no gravaban en sus territorios. Es decir, la pérdida de ingresos de la Hacienda española superó ese año en ocho puntos porcentuales el promedio mundial.

Este ritmo es para los autores del estudio especialmente significativo teniendo en cuenta que en 2015 la OCDE empezó a aplicar el proyecto BEPS (Erosión de la Base Imponible y el Traslado de Beneficios, por sus siglas en inglés) para intentar frenar las estrategias de elusión fiscal de las empresas. Vier y Zucman explican que desde entonces el porcentaje de beneficios desviados a paraísos fiscales se ha mantenido más o menos estable por debajo del 40% de los beneficios corporativos mundiales. Por lo que consideran que el plan de la OCDE ha detenido el crecimiento de esas estrategias, pero es claramente insuficiente. Tampoco la ley –Tax Cuts and Jobs Act– que desde 2017 intenta reducir las ganancias que las multinacionales estadounidenses sacan de su territorio ha tenido el éxito esperado. La mitad de los 939.200 millones de euros en beneficios corporativos mundiales que se desvían a paraísos fiscales salen de EEUU.

Una estrategia fiscal de este siglo

Wier y Zucman también hace una revisión histórica de las estrategias fiscales de las grandes empresas, que ayuda a entender el fenómeno. Así, en los años 70, aseguran, apenas existía el desvío de beneficios a territorios de baja o nula tributación. Fue en la década de los 80 cuando comenzó a acelerarse el traslado de ganancias. Si en 1980 sólo el 2% de los beneficios corporativos mundiales terminaban en paraísos fiscales, en 1998 ya suponían el 20%. En ese periodo, la pérdida de recaudación fiscal no llegaba al 2,5%.

Pero a partir de 2000 el recorte de estos ingresos tributarios más que se duplicó, alcanzando el 5,8%. Como queda dicho, en 2019 está ya en el 10%. Tras ese crecimiento se sitúa un alza del volumen de beneficios desviados, que pasaron de representar el 20% de las ganancias multinacionales globales al comenzar el nuevo siglo a equivaler al 36% en 2015. Los autores del informe lo atribuyen a el enorme crecimiento de las ganancias de las grandes compañías tecnológicas, usuarias habituales de los paraísos fiscales. En 2019 el traslado de beneficios corporativos ha seguido subiendo y supone ya el 37,4% de las ganancias empresariales mundiales.

El estudio destaca que, desde 1975, los tipos efectivos del impuesto sobre sociedades han sufrido un recorte de un tercio: eran del 23% en 1975 y en 2019 se han rebajado al 17%.

La evolución de los tipos, del traslado de beneficios y de la recaudación explican los recientes acuerdos en la UE, la OCDE y el G-20 para establecer un impuesto mínimo internacional del 15%.

Pero también los impuestos a energéticas y bancos que diferentes gobiernos europeos están aprobando para gravar los que se ha dado en llamar beneficios caídos del cielo. Gabriel Zucman es igualmente uno de los autores de otro estudio, A modern excess profit tax, del Observatorio Fiscal de la UE. En él plantea, junto a Manon François, Carlos Oliveira y Bluebery Planterose, utilizar como base imponible el aumento de la capitalización bursátil de las energéticas. Una propuesta que difiere del plan europeo, que pretende gravar los beneficios, y de la española, que grava los ingresos. Aplicar un tipo del 33% a esas ganancias en bolsa de las grandes compañías energéticas proporcionaría unos ingresos de 65.000 millones de euros a las arcas europeas, casi tres veces más que la recaudación prevista para el impuesto europeo.

Repsol ha aumentado su valor en bolsa en 2.450 millones

Según sus cálculos, Repsol se ha revalorizado en bolsa, sólo entre enero y septiembre de este año, en 2.450 millones de euros, por lo que debería pagar 808 millones si se le aplicara ese impuesto. Iberdrola, con una ganancia en bolsa de 340 millones de euros, tributaría por 112 millones. La energética que más ha ganado en capitalización bursátil en Europa es, no obstante, la francesa TotalEnergies, 12.700 millones, por lo que su factura sería de 4.200 millones de euros. Poco, si se compara con los 51.600 millones en que se ha revalorizado Shell y por los que debería tributar 17.000 millones de euros.

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Estos expertos proponen un segundo tipo de impuesto, que gravaría sólo los beneficios obtenidos por estas compañías fuera de sus territorios. La recaudación se elevaría entonces a 75.100 millones de euros, con un tipo igualmente del 33%. En este supuesto, Repsol debería pagar 2.700 millones de euros por los 8.300 millones de beneficios obtenidos fuera de España.

Endesa es hasta ahora la única empresa que ha hecho público un cálculo de cuánto deberá pagar por el nuevo impuesto que prepara el Gobierno: 300 millones de euros al año. Según los analistas del Banco Sabadell, Repsol podría tener que abonar hasta 1.082 millones si se aplicara el impuesto diseñado por Bruselas, mientras que la italiana ENI se quedaría en 455 millones y la francesa TotalEnergie 1.926 millones de euros.

La Comisión Europea también incluye en sus medidas para limitar los beneficios extraordinarios de las energéticas a las productoras de electricidad a partir de renovables o de energía nuclear, a las que prevé gravar con 117.000 millones de euros. Los autores del estudio del Observatorio Fiscal de la UE, por su parte, proponen extender este tipo de tributos a las empresas de armamento, que también están notando la guerra de Ucrania en su valor bursátil, aunque en este caso la recaudación –que no cuantifican–sería mucho menor, porque también lo es su capitalización.

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