José Manuel López, el ingeniero que politiza la idea de hogar: "Debe ser un factor de redistribución de riqueza"
Hablar de vivienda en España es invocar un serio problema para los ciudadanos. Hablar de casas, en cambio, es una incitación a mudar el lenguaje, a hablar de la importancia de un hogar y de un abordaje social que permite ver el problema también desde lo social y no solo desde el cálculo de beneficios. Es la idea que desliza José Manuel López Rodrigo, autor de Casas. Hacer política con (la, nuestra, tu) vivienda (Akal, 2025). “Cuando invitas a alguien a cenar, le invitas a tu casa, no a tu vivienda. Lo que necesita este país es que todo el mundo viva en una casa, aunque no sea en propiedad y cuando cambias los significantes, se te ocurren otras cosas”, señala.
Y entre las propuestas que recoge el libro está la de tomar conciencia sobre la amplitud del problema, más allá de los cálculos utilitaristas de coste y beneficio. “Se puede entender la vivienda como un elemento de ahorro, pero no es lo mismo ahorrar a través del ladrillo, que especular”. López, ingeniero y especialista en urbanismo, es además director del gabinete de la ministra de Sanidad, Mónica García (Sumar) y su experiencia en lo social —ha sido director de acción social en Cáritas Española— le ha llevado a escribir este libro.
¿Tenemos que hablar más de casas y de hogares?
Cuando hablamos de vivienda se nos viene a la cabeza la economía o una constructora… Pero ese es el mismo enfoque que nos ha llevado al problema y pensando así te olvidas, por ejemplo, de que tenemos 3,8 millones de casas vacías. La vivienda siempre ha tenido un fin político o social, desde el franquismo, pero lo que necesitamos ahora es que la vivienda pase a ser un espacio de redistribución de la riqueza.
Cuando tú haces que toda la vivienda sea libre y el Estado ya no controla nada, entonces entra el mercado
En el libro hace un recorrido histórico por la concepción social de la vivienda en cuatro momentos…
El primer ciclo es del franquismo. A mi padre, que era un obrero, le dan una vivienda en su momento, un quinto sin ascensor y eso frenaba las protestas sociales. El segundo ciclo, el de Felipe González, es para que creas que eres rico, porque la vivienda se asocia a riqueza y modernidad. La tercera, la de Aznar, es para que creas que eres un capitalista social, que vives encima de un banco de oro. Cuando tú haces que toda la vivienda sea libre y el Estado ya no controla nada, entonces entra el mercado.
¿Y en este cuarto ciclo?
Aquí la pregunta que tenemos que hacerlos es sobre qué queremos. Ahora mismo la sociedad está empezando a agonizar porque no puede manejar este problema. Necesitamos que la vivienda sea un factor de redistribución. Si tú le preguntas a cualquier analista cómo se reparte la riqueza en España, te dirá que en sanidad, educación, pensiones y servicios sociales. La vivienda hasta los 80 estaba dentro de este sistema, pero eso ha desaparecido y por eso tenemos que volver a que la vivienda vuelva a esa función.
¿Cómo se ha moldeado, en este periplo, nuestra idea de vivienda o de casa?
Los españoles ahorramos en ladrillo. Este marco no va a cambiar, pero hay que distinguir entre ahorrar y especular. Lo que hay que hacer es coger el sistema y meterlo dentro de la ley para que si se obtienen beneficios, estos sean razonables. Un propietario es también una madre o un padre y quiere que sus hijos puedan tener una casa.
El problema que estamos teniendo un relato político que presenta la vivienda como una cuestión individual, cuando es un sistema complejo
Eso remite a un debate muy polémico sobre una supuesta lucha intergeneracional entre caseros e inquilinos o entre jóvenes y pensionistas
Claro, ese enfrentamiento intergeneracional no es real porque el debate sobre la vivienda también es familiar. El problema que estamos teniendo un relato político que presenta la vivienda como una cuestión individual, cuando es un sistema complejo que abarca muchos aspectos. La mejor metáfora es ver un ecosistema en el que confluyen muchos intereses y de esa manera surgen ideas nuevas para abordarlo.
En el libro habla del poder que tienen las ideas contraintuitivas, esas que parecen descabelladas, pero luego funcionan ¿Estamos preparados para escucharlas?
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Totalmente. La sociedad está dispuesta a que se dé un debate y si se hace de forma correcta, abordándolo el problema como un ecosistema, no todo será negativo. Si tú a un casero solo le hablas de ser casero, pues él quiere ganar dinero. Si le hablas solo de ser padre o madre, pues quiere que sus hijos le vayan bien. Entonces, la clave es hablarle de todo a la vez, de manera que al final todas las partes puedan ganar algo.
En el libro advierte que las herencias, o la forma en la que se transferirá la vivienda que ahora está en propiedad, puede traducirse en desigualdad ¿Qué se puede hacer?
Cuando heredas no te toca una casa, muchas veces la gente la reforma o reinvierte en eso. La cuestión es cómo en este momento, cuando se está haciendo líquido mucho patrimonio, ayudas a la gente a reinvertir o a poner su casa heredada en el mercado sin que se alimente la especulación. Hay que proporcionar mecanismos públicos que hagan que la vivienda siga en el mercado, pero lo haga a precios razonables.