América Latina, en vilo ante la amenaza de una intervención armada de EEUU en Venezuela
Paso a paso, Donald Trump estrecha el cerco contra Nicolás Maduro. La Operación Lanza del Sur planificada por Washington ha entrado en una nueva fase de consecuencias imprevisibles. El Departamento de Estado estadounidense ha incluido al denominado cartel de los Soles (de cuya existencia no hay pruebas) en la lista de organizaciones terroristas y ha situado al mandatario bolivariano al frente de la banda. La decisión, que abre la vía a una posible intervención armada en Venezuela para derrocar al régimen chavista, ha provocado estupor e indignación entre los principales dirigentes progresistas de América Latina.
"Yo no apoyo a Maduro; quiero una solución política y pacífica en Venezuela, pero no apoyo una invasión", publicó Gustavo Petro en la red X. El mandatario colombiano, a quien Trump también ha llegado a tildar de narcotraficante, ha sido uno de los líderes latinoamericanos más críticos con las injerencias de Washington en la región. En su opinión, las razones de Estados Unidos para derrocar al chavismo se resumen en una sola palabra: "petróleo". Venezuela atesora las mayores reservas de crudo del mundo, un tesoro anhelado por Washington desde hace tiempo, según Petro. Más diplomática, la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, también ha abogado por una solución alejada del "intervencionismo": "Nosotros siempre vamos a estar a favor de la autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de cualquier conflicto". Y Luiz Inácio Lula da Silva se ha mostrado "muy preocupado" ante la posibilidad de que estalle un conflicto armado en Venezuela, un país con el que Brasil comparte frontera: "Me preocupa mucho el aparato militar que Estados Unidos ha desplegado en el Mar Caribe. Y tengo la intención de hablar con el presidente Trump sobre esto", ha avanzado el mandatario brasileño.
Para Caracas, la declaración de Estados Unidos es tan sólo "una nueva patraña". Pero la preocupación en el Palacio de Miraflores es palpable. Maduro llamó el lunes a una nueva movilización de las bases chavistas, armadas por su Gobierno para defender al país de un hipotético ataque estadounidense: "Hagan lo que hagan, como lo hagan, donde lo hagan, no van a poder con Venezuela. Somos invencibles", se despachó el líder bolivariano. La capacidad militar estadounidense es abrumadoramente superior a la venezolana. El Comando Sur ha movilizado a unos 15.000 soldados en el Caribe, con base en Puerto Rico, y ha enviado una nutrida flota compuesta de cruceros, destructores y el mayor portaaviones del mundo, el USS Gerald R. Ford. Según la prensa norteamericana, se trata del mayor despliegue militar en el Caribe desde la crisis de los misiles en Cuba en 1962. No obstante, una invasión terrestre supondría un gran desafío para cualquier ejército en una Venezuela que cuenta con milicias populares armadas en cada rincón del país.
La designación de Maduro como líder de una organización terrorista supone un salto cualitativo en la ofensiva de la Casa Blanca contra Venezuela. Previamente, Trump no dudó en ordenar ejecuciones extrajudiciales con el bombardeo de una veintena de supuestas narcolanchas en el Caribe. Más de ochenta personas han muerto ya en esos ataques desde septiembre sin que la Casa Blanca haya aportado pruebas concretas sobre la conexión de esas barcas con el crimen organizado. Como declaró la experta en temas de Defensa Sarah Harrison al medio The Intercept: "No hubo ningún ataque armado contra Estados Unidos que permitiera usar la fuerza en defensa propia". Y aclaró: "No existe un conflicto armado entre Estados Unidos y ningún cartel de ningún país latinoamericano. Una designación de terrorista extranjero de cualquiera de estos grupos no cambia eso; no autoriza la fuerza contra esos grupos".
Una solución pacífica a la crisis, sin embargo, todavía es posible. Trump lleva amagando con esa posibilidad desde hace semanas. La amenaza de una invasión o de acciones encubiertas de la CIA (como publicó la semana pasada The New York Times) se han alternado con los mensajes sobre posibles conversaciones entre Washington y Caracas. Según el portal Axios, esta opción sigue sobre la mesa en la Casa Blanca tras la calificación de Maduro como líder de una organización terrorista.
¿Existe el cartel de los Soles?
El primer paso para declarar al cartel de los Soles como grupo terrorista internacional lo dio el Departamento del Tesoro estadounidense en julio. Pero, curiosamente, la agencia antidrogas (DEA) no había considerado calificar a ese supuesto grupo narcotraficante como organización terrorista en su informe anual publicado en mayo. El Departamento de Estado tampoco lo incluyó en un informe realizado en febrero, en el que sí figuraban el Tren de Aragua o el cartel de Sinaloa. En el último Informe Mundial sobre las Drogas que elabora Naciones Unidas tampoco aparece mencionado el cartel de los Soles.
Petro ya había dejado por escrito hace tres meses su opinión al respecto: "El cartel de los Soles no existe, es la excusa ficticia de la extrema derecha para derribar gobiernos que no les obedecen. El paso de cocaína colombiana por Venezuela lo controla la Junta del narcotráfico y sus capos viven en Europa y Oriente Medio. Le propuse a EEUU y Venezuela que juntos destruyamos ese cartel. Es coordinar y no someter".
En un reciente informe, InSight Crime –un centro de investigación y análisis sobre seguridad y crimen organizado en Latinoamérica– se refería al cartel de los Soles como "la denominación que se ha otorgado a un entramado de oficiales y facciones dentro del Estado venezolano, acusados de participar en una amplia gama de actividades criminales, incluyendo el contrabando de gasolina, la minería ilegal y el tráfico de drogas". Su historia se remonta a 1993 (seis años antes del ascenso de Hugo Chávez al poder). En aquel entonces, dos generales de la Guardia Nacional fueron investigados por narcotráfico. En lugar de estrellas, los oficiales portaban un sol como insignia en sus uniformes. La prensa hizo el resto. "Es una etiqueta inventada por periodistas venezolanos. No existe algo así como una reunión de la junta directiva del cartel de los Soles. La organización no existe como tal", ha explicado a The New York Times Phil Gunson, experto en Venezuela del International Crisis Group, un think tank de prevención de conflictos. Las conexiones de altos mandos de las Fuerzas Armadas y otros funcionarios gubernamentales con grupos del narcotráfico continuaron durante el chavismo, que en sus 25 años de existencia no ha sido ajeno a los casos de corrupción, tan recurrentes en Venezuela desde hace décadas.
La "doctrina Donroe"
Trump declara a Maduro "terrorista" y da un paso más para realizar futuras acciones contra Venezuela
Ver más
Si el presidente James Monroe levantara la cabeza, seguramente esbozaría una sonrisa ante la portada del New York Post del pasado 8 de enero. Unos días antes de que arrancara el segundo mandato de Trump, el líder republicano ya había dado algunas pistas sobre sus planes para el hemisferio occidental. The Donroe doctrine, titulaba con grandes caracteres el tabloide neoyorquino. Un forzado juego de palabras que aludía a la "doctrina Monroe" de 1823, aquella que preconizaba el "América para los americanos", con mensaje explícito para las potencias europeas y que, en sucesivas versiones, justificaría el intervencionismo de Washington en la región. La visión de Trump para el hemisferio occidental se circunscribía en enero a su interés por el canal de Panamá, Groenlandia y Canadá (como estado 51º de la Unión).
En la portada del New York Post aparecía Trump con una varita y un mapa del continente americano recortado a la altura de Panamá. Hoy ese mapa se ha ampliado. Venezuela es una prioridad para un mandatario que busca controlar todo el hemisferio por razones tanto geoestratégicas como económicas. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, lo expresó alto y claro la semana pasada: "El hemisferio occidental es el vecindario de América, y lo protegeremos". Una defensa que pasa por el apoyo decidido a sus discípulos ultraderechistas (el argentino Javier Milei, el salvadoreño Nayib Bukele o el ecuatoriano Daniel Noboa) y el firme propósito de arrebatarle a China su posición comercial privilegiada en la zona.
El intervencionismo de Trump en América Latina es una realidad que marca diferencias con su primer mandato. Mientras mima a sus aliados (su respaldo financiero a Milei fue definitivo para que éste ganara las recientes elecciones legislativas de medio término en Argentina), se muestra muy beligerante con los líderes de izquierdas. A Lula da Silva le impuso aranceles del 50% como castigo por el juicio que el Tribunal Supremo iba a celebrar contra el expresidente Jair Bolsonaro, condenado finalmente por golpista. Y a Petro le ha cortado la ayuda económica que Estados Unidos suministraba a Colombia. En esa estrategia ha sido determinante el consejo de su secretario de Estado, el cubano-americano Marco Rubio, un halcón republicano obsesionado con un "vecindario" totalmente sumiso a los intereses de Washington.