La guerra en Ucrania cumple un año con los principales frentes abiertos en la región del Donbás

Un hombre empuja su bicicleta por la calle en la ciudad de Siversk, región de Donetsk, Ucrania, el 18 de febrero de 2023. Las tropas rusas entraron en Ucrania el 24 de febrero de 2022 iniciando un conflicto que ha provocado destrucción y una crisis humanitaria. (Rusia, Ucrania)

La invasión rusa de Ucrania cumple este viernes, 24 de febrero, su primer aniversario con el epicentro de las batallas situado en la región de Donetsk, después de que las Fuerzas Armadas ucranianas hayan logrado durante los últimos meses repeler los avances de Rusia e incluso recuperar territorios en varias regiones en el este y el sur del país, según ha informado Europa Press.

La ofensiva, que recibió el nombre de "operación militar especial" por parte del presidente ruso, Vladimir Putin, fue planificada como una guerra relámpago que tenía como objetivo tomar la totalidad del Donbás y avanzar hacia la capital, Kiev, en unos pocos días para sacar del poder al mandatario ucraniano, Volodimir Zelenski.

Sin embargo, la respuesta militar de Ucrania y el apoyo entregado a Kiev por parte de sus aliados occidentales ha frustrado las expectativas de la cúpula rusa, que ha visto cómo su Ejército ha sufrido grandes bajas y ha dependido en gran medida de una estrategia de bombardeos y ataques con artillería a gran escala ante la falta de progresos sobre el terreno.

La invasión arrancó con una ofensiva a gran escala por tierra, mar y aire en la que fueron atacadas más de una decena de ciudades, incluidos los alrededores de Kiev, con un desembarco en la ciudad de Odesa y con las tropas rusas cruzando la frontera a través de varios puntos. Asimismo, las tropas rusas reforzaron sus posiciones en las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, cuya independencia fue reconocida por Putin días antes del inicio de la ofensiva.

En el marco de las primeras horas de la invasión, las tropas rusas tomaron la central nuclear de Chernóbil, al tiempo que las fuerzas desplegadas en la península de Crimea —anexionada en 2014— penetraron en territorio ucraniano desde el sur. Los últimos días de febrero de 2022 vieron cómo las fuerzas de Rusia centraron su atención en los alrededores de Kiev, lo que llevó a las autoridades de Ucrania a pedir a los ciudadanos que se armaran para combatir a "los ocupantes".

Así, las tropas rusas lograron hacerse con territorios en el sur, en las regiones de Jersón y Melitópol, así como en Járkov, Chernígov y la región de Kiev, al tiempo que se registraron avances en la zona del Donbás. Sin embargo, estos avances se vieron ralentizados por la resistencia de las Fuerzas Armadas ucranianas, reforzadas por los decretos de movilización firmados por Zelenski, a pesar de lo cual Rusia logró tomar Borodianka, en los alrededores de la capital.

En marzo, la línea de frente se desplazó hacia el norte en la parte sur del país después de que las tropas rusas tomaran la ciudad de Jersón y avanzaran hacia Mikolaiv, al tiempo que rodearon Mariúpol, escenario de un cerco durante meses que se saldó con la destrucción casi total de la ciudad, que terminó de caer en su totalidad en mayo.

Además de la presión desde el sur, que buscaba conectar Crimea con las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, las fuerzas rusas intentaron consolidar sus avances en Chernígov, Sumy y Járkov. Los avances en el sur derivaron además en combates en torno a la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, que finalmente cayó en manos rusas en medio de la alarma internacional por la posibilidad de un accidente nuclear.

En lo relativo a la situación en torno a Kiev, los combates se centraron en Kozarovichi, Gostomel —donde se encuentra el principal aeródromo del Ejército ucraniano, tomado por las fuerzas rusas—, Stoyanka, Bucha e Irpin, desde donde miles de civiles huyeron hacia la capital.

Retirada rusa y giro al Donbás

Los avances derivaron el 9 de marzo en un acuerdo entre Moscú y Kiev para crear corredores humanitarios para evacuar a civiles, mientras Ucrania acusó a Rusia de trasladar de forma forzosa a población hacia su territorio desde las zonas ocupadas. Asimismo, el mes estuvo marcado por un acuerdo en la ciudad turca de Estambul que derivó en una reducción "drástica" de las operaciones militares rusas contra Kiev y Chernígov, a lo que siguió una retirada de las tropas rusas de estas zonas.

El repliegue derivó en una cascada de acusaciones contra Moscú por crímenes de guerra y contra la humanidad en los alrededores de Kiev, especialmente en Bucha, donde las autoridades de Ucrania denunciaron el hallazgo de fosas comunes y decenas de ejecutados. La retirada fue el símbolo del derrumbe de la guerra relámpago que Moscú planificó para tomar la capital ucraniana.

Además, derivó en un nuevo giro hacia el este del foco de los combates, con su epicentro en la región del Donbás. Así, durante los primeros días de abril las tropas rusas tomaron Izium, en un intento de conectar los territorios que controlaba en Járkov con esta región. Así, lograron avanzar hacia Kreminna, Severodonetsk y Popasna para cercar Kramatorsk, escenario en mayo de un ataque con misiles contra su estación de trenes que dejó decenas de muertos.

La guerra pasó entonces a una fase de escasos avances territoriales, si bien Rusia consolidó algunos éxitos en el este mientras recurría a campañas de bombardeos contra objetivos militares, civiles e infraestructura crítica en otros puntos de Ucrania, incluida la capital, Kiev, y puntos situados cerca de la frontera con Polonia, entre ellos Leópolis.

Avances ucranianos y movilización rusa

Por contra, el Ejército de Ucrania comenzó a apilar una serie de avances territoriales a partir de julio aprovechando la concentración de fuerzas rusas en el Donbás, recapturando áreas a través de ofensivas en varios frentes al este del río Dnipro. Los avances permitieron a las tropas ucranianas alejar a Rusia de Mikolaiv y empujar a las tropas de Moscú hacia Jersón, al tiempo que lograron liberar diversos territorios en la región de Járkov.

Si bien la situación se mantuvo en estas dinámicas durante el verano, septiembre supuso la materialización del colapso de la línea de frente rusa a causa de una ofensiva sorpresa que llevó a Rusia a retirarse de la ciudad de Izium, recuperada el 10 de septiembre por Ucrania, que extendió así su autoridad en la práctica totalidad de la región de Járkov.

Según los datos recogidos por The New York Times, esta ofensiva permitió a Ucrania recuperar cerca de 8.800 kilómetros de territorio. A pesar de estas derrotas y su retirada de varias áreas, Moscú anunció la anexión de las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, rechazada por la comunidad internacional.

Por su parte, Putin respondió con una "movilización parcial" para compensar las pérdidas en el campo de batalla, a pesar de lo cual las tropas ucranianas tomaron el 1 de octubre la ciudad de Liman, de importancia estratégica, y aceleraron sus avances en el sur del país, una contraofensiva en dos frentes que alivió la presión rusa sobre estas zonas del país.

A estos varapalos se sumó el anuncio por parte de Rusia sobre su retirada a la orilla izquierda del río Dnipro en Jersón, lo que permitió a Ucrania recuperar parte de la ciudad, que había sido un punto clave de los esfuerzos rusos por unir la costa sur del país.

Con la llegada del invierno, las líneas de frente permanecieron relativamente estáticas, en una guerra de trincheras que ha llevado a los expertos a trazar paralelismos con la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, durante las últimas semanas Rusia ha obtenido avances, incluida la toma en enero la ciudad de Soledar y una aproximación a Bajmut.

La ofensiva, respaldada por mercenarios del Grupo Wagner, ha provocado que Ucrania haya ordenado la evacuación inmediata de Bajmut, en medio además de temores sobre una nueva ofensiva a gran escala por parte de Rusia coincidiendo con el primer aniversario de la guerra.

Ocho periodistas asesinados

La prensa ha sufrido también en primera persona los estragos de la ofensiva militar lanzada por Rusia sobre Ucrania, como lo demuestra un balance de Reporteros Sin Fronteras (RSF) que da cuenta de ocho periodistas asesinados y de otros 19 heridos hasta la fecha.

La ONG, que colabora sobre el terreno con el Institute of Mass Information, tiene constancia de medio centenar periodistas atacados en el marco del conflicto, con al menos 26 de estos ataques cometidos de forma deliberada contra trabajadores de medios de comunicación.

Ocho de ellos han perdido la vida, todos ellos en los primeros seis meses de la guerra y, en su mayoría, víctimas de disparos. Además, 19 periodistas han resultado heridos, cuatro de ellos de gravedad, tanto por disparos de bala como por haber sido víctimas de bombardeos rusos.

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Unos 12.000 periodistas, tanto ucranianos como extranjeros, se han acreditado en este último año para cubrir el conflicto, algo especialmente complejo en el caso de las zonas ocupadas por Rusia, que siguen inaccesibles a cualquier tipo de supervisión externa.

Crímenes de guerra

RSF ha interpuesto ante el Tribunal Penal Internacional y la Fiscalía ucraniana siete denuncias por crímenes de guerra por 44 ataques que han afectado a más de cien periodistas y a once torres o infraestructuras de radio y televisión. Para la ONG, "todos estos crímenes no hacen sino confirmar que el Ejército ruso lleva a cabo una auténtica guerra contra la información".

RSF ha registrado 16 bombardeos contra torres de televisión y estima en 217 los medios ucranianos que se han visto obligados a cerrar, bien por problemas logísticos o porque directamente sus trabajadores han huido del país o se han tenido que unir a las filas del Ejército. Según un sondeo del IMI, el 15% de los profesionales de los medios están en paro técnico, sin percibir remuneración alguna.

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