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Del fósforo blanco a fusiles de asalto: las ONG piden a los aliados de Israel que dejen de venderle armas

Manifestación en Canberra (Australia) a favor de Palestina simulando los cadáveres de niños junto a una ilustración de Netanyahu en la que se lee "asesino".

Justine Brabant (Mediapart)

¿Debemos seguir vendiendo armas a Israel y, en caso afirmativo, cuáles? El efecto inmediato de los ataques de Hamás del 7 de octubre fue reforzar la ayuda militar prometida a Israel por sus aliados, entre ellos Estados Unidos y Alemania. 

Pero la desproporcionada respuesta dada desde entonces por las fuerzas armadas israelíes en la Franja de Gaza ha suscitado un creciente debate sobre la conveniencia de seguir suministrándoles material militar. Varias ONG internacionales piden ahora un embargo de la venta de armas a Israel. 

Los mayores exportadores de armas a Israel: Estados Unidos, Alemania e Italia

Cuando se trata de venta de armas, la base de datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri) es una referencia. En 2021, último año que figura en esta base de datos, Israel recibió material militar de Estados Unidos (vehículos blindados de transporte de tropas, aviones de combate F-35, bombas guiadas GBU-39 SDB, etc.), Alemania y, en menor medida, Italia. 

Estos tres países son, de hecho, los principales proveedores de armas a Israel desde 2011 Estados Unidos muy por delante de los otros dos, como confirma un estudio de la Campaña contra el Comercio de Armas, una organización británica que trabaja para abolir el comercio internacional de armas. 

Aunque la base de datos del Sipri termina en 2021, aparecen algunas cifras más recientes en los informes nacionales sobre exportaciones de armas de 2022: Canadá exportó ese año a Israel "bienes y tecnologías militares" por valor de 21 millones de dólares canadienses (14,4 millones de euros), y Francia algo más de 15 millones de euros (ver más abajo). 

Human Rights Watch y Amnistía Internacional denuncian el uso de fósforo blanco

El 6 de noviembre, la organización no gubernamental de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW) hizo un llamamiento para "suspender las transferencias de armas a Israel y a los grupos armados palestinos", señalando que "los países que suministran armas" a estos dos beligerantes "pueden convertirse en cómplices de graves abusos"

Por lo que respecta a Israel, la ONG pidió en particular a sus principales aliados, "Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Alemania y otros países", que suspendan su ayuda militar y su venta de armas "mientras las fuerzas [israelíes] sigan cometiendo impunemente abusos graves y generalizados contra civiles palestinos constitutivos de crímenes de guerra". 

Desde el 7 de octubre y el comienzo de la respuesta israelí a los ataques de Hamás en su territorio, las fuerzas armadas israelíes han "utilizado repetidamente armas explosivas de gran potencia en zonas densamente pobladas" e, "indiscriminadamente", "munición de fósforo blanco", afirma la ONG. 

El fósforo blanco es un material incendiario utilizado por ejércitos de todo el mundo para crear cortinas de humo o con fines de marcaje y señalización, pero que, al entrar en contacto con la piel humana, provoca quemaduras extremadamente graves y a menudo mortales. Su uso contra civiles está prohibido. Según HRW, Israel lo ha utilizado "en zonas pobladas de Gaza y Líbano". 

La ONG basa su análisis en vídeos filmados en Líbano y Gaza los días 10 y 11 de octubre de 2023, respectivamente, "que muestran numerosas explosiones aéreas de fósforo blanco procedentes de fuego de artillería sobre el puerto de Gaza y dos zonas rurales a lo largo de la frontera entre Israel y Líbano". Además de analizar estos vídeos, la ONG dice haber recogido testimonios de dos residentes del barrio de Al-Mina, en la ciudad de Gaza, que presenciaron las explosiones y señalaron el fuerte olor que desprendían, característico de esta arma incendiaria. 

Otra ONG de derechos humanos, Amnistía Internacional, publicó una investigación en la que concluye que las fuerzas armadas israelíes habían utilizado ilegalmente fósforo blanco en el sur de Líbano entre el 10 y el 16 de octubre de 2023. 

Amnistía Internacional reiteró a principios de noviembre (en declaraciones a Euronews) que llevaba ya muchos años pidiendo un embargo total de la venta de armas a Israel. 

Estados Unidos, 14.000 millones de dólares de ayuda militar adicional y una sonada dimisión

En Estados Unidos, los ataques de Hamás del 7 de octubre llevaron al poder ejecutivo a reafirmar masivamente su apoyo militar a Israel. El 21 de octubre, el presidente americano, Joe Biden, solicitó del Congreso la aprobación de una ayuda de 14.300 millones de dólares (13.400 millones de euros) a Israel, la mayor parte de la cual se destinaría a sistemas de defensa antiaérea y antimisiles, según la Casa Blanca. 

Más tarde, el Departamento de Estado americano anunció que ha aprobado varios contratos para la venta de material militar a Israel que incluyen proyectiles de artillería, munición y kits para transformar bombas no guiadas en municiones guiadas por GPS equipos utilizado por Israel en su campaña de bombardeos contra Gaza, según publica la prensa americana. 

Pero a medida que se va conociendo la magnitud de los daños y posiblemente de los crímenes cometidos por las fuerzas armadas israelíes en Gaza, surgen voces que cuestionan esa política de apoyo militar. Entre los revuelos más destacados, la mediática dimisión de Josh Paul, alto funcionario de la Oficina de Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado americano, en desacuerdo con la decisión del presidente Biden de aumentar las entregas de armas a Israel. 

"Seamos claros: el ataque de Hamás contra Israel no fue sólo una monstruosidad, fue una monstruosidad de monstruosidades", escribió Josh Paul en su carta de dimisión, "pero creo en lo más profundo de mi alma que la respuesta de Israel, y con ella el apoyo americano tanto a esa respuesta como al statu quo de la ocupación, sólo aumentará y empeorará el sufrimiento de israelíes y palestinos, y no redunda en el interés americano a largo plazo." 

Juristas y funcionarios estadounidenses también han expresado su preocupación por la posibilidad de que algunos de los fusiles de asalto encargados por Israel acaben en manos de colonos que ejercen la violencia contra los palestinos, especialmente en Cisjordania. Tras los ataques del 7 de octubre, el ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, anunció la distribución de 10.000 armas de fuego a "unidades de seguridad civil", que incluyen a colonos voluntarios. 

En Francia, las preguntas siguen sin respuesta por el momento

Francia también vende armas y material militar a Israel, aunque en cantidades mucho menores que Estados Unidos o Alemania. Según el informe anual enviado al Parlamento por el Ministerio de las Fuerzas Armadas francés, Francia entregó armas a Israel por valor de 15,3 millones de euros en 2022. Las cifras para 2023 aún no están disponibles, y es imposible en este momento determinar si se han entregado armas francesas al Estado hebreo desde el 7 de octubre o si se han firmado nuevos contratos desde entonces. 

El 7 de noviembre, dos diputados de La France Insoumise, Bastien Lachaud y Aurélien Saintoul, intentaron averiguarlo: presentaron una pregunta escrita al Ministro de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, preguntando "si, de conformidad con sus compromisos internacionales, Francia ha suspendido efectivamente sus exportaciones de material de guerra a Israel". Contactados por Mediapart, confirman que aún no han recibido respuesta. 

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Francia es signataria del Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA) de 2013, que en teoría le prohíbe transferir armas si es "consciente, en el momento de la autorización, de que dichas armas o material podrían ser utilizados para cometer genocidio, crímenes contra la humanidad, violaciones graves de los Convenios de Ginebra de 1949, ataques contra civiles o bienes de carácter civil protegidos como tales, u otros crímenes de guerra". Pero a París se le acusa a menudo de eludir sus obligaciones vendiendo de todos modos armas a países de poca confianza, y de no tener suficientes medios de control de exportación.

 

Traducción de Miguel López

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