La siguiente fase del “plan Trump” para Gaza está en suspenso dada la fragilidad del alto el fuego
La Franja sigue afectada por una situación humanitaria apocalíptica: el ejército israelí anunció, en la mañana del domingo 19 de octubre, haber atacado Rafah después de que hombres armados atacaran a sus tropas y el ministro supremacista de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, acabase de pedir a Israel que reanudase “con toda su fuerza” sus operaciones militares. El alto el fuego en Gaza parece extremadamente frágil solo unos días después de su implementación.
Tom Fletcher, jefe de operaciones humanitarias de la ONU y primer alto responsable de la organización en visitar la ciudad de Gaza desde la firma, el lunes 13 de octubre en la ciudad egipcia de Sharm El-Sheij, de un documento de apoyo al acuerdo de alto el fuego, declaró durante su visita al barrio de Sheij Radwan: “Estuve aquí hace siete u ocho meses. La mayoría de estos edificios aún estaban en pie. Pero ahora es absolutamente espantoso ver cómo una gran parte de la ciudad se ha convertido en un paisaje desolador”.
Dos días antes, desde Egipto, había destacado el abismo existente entre la situación material en Gaza y la celebración del acuerdo de alto el fuego por parte de numerosos jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el presidente americano Donald Trump, el egipcio Abdel Fattah al-Sissi, el turco Recep Tayyip Erdoğan, el emir de Catar Tamim ben Hamad al-Thani, el rey Abdullah de Jordania o los europeos Emmanuel Macron, Keir Starmer, Giorgia Meloni y Pedro Sánchez.
“La verdadera prueba de este acuerdo no son las fotos, las ruedas de prensa y las entrevistas [...]. La prueba es que tengamos niños alimentados, que tengamos anestésicos en los hospitales para las personas que reciben tratamiento, que tengamos tiendas de campaña sobre las cabezas de la gente”, declaró Fletcher, pidiendo en particular la apertura total del paso neurálgico de Rafah para que puedan entrar los cientos de camiones de ayuda humanitaria que esperan en la frontera egipcia.
Una apertura rechazada el sábado 18 de octubre por el Gobierno de Benjamín Netanyahu con el argumento de que aún no se han devuelto todos los restos mortales de los rehenes israelíes, tal y como prevé el acuerdo de alto el fuego, y a pesar de que la embajada palestina en El Cairo había anunciado esta apertura para el lunes.
Aniquilación de Gaza
A este respecto, Hamás declaró el miércoles 15 de octubre que “la resistencia había cumplido sus compromisos entregando a todos los prisioneros israelíes vivos que tenía en su poder, así como los cadáveres a los que tenía acceso”. “En cuanto a los demás cadáveres, su recuperación y extracción requieren esfuerzos considerables y un equipo especial. Estamos haciendo todo lo posible para cerrar este asunto”, añadió.
Aunque en la noche del 18 al 19 de octubre se entregaron dos nuevos cadáveres a través de la Cruz Roja, los halcones del Gobierno israelí han manifestado en varias ocasiones su intención de aprovechar esta lentitud para reanudar las operaciones militares, como ha advertido el ministro de Defensa, Israel Katz: “Si Hamás se niega a respetar el acuerdo, Israel reanudará los combates y se esforzará por derrotarlo y alcanzar todos sus objetivos bélicos.”
Aunque no se puede descartar que Hamás esté ganando tiempo a la espera de definir mejor los contornos extremadamente difusos de la segunda fase del acuerdo de alto el fuego y la forma en que podrían completarse los vacíos del “plan Trump”, es probable que la situación apocalíptica del enclave dificulte efectivamente la localización de algunos restos mortales, que en algunos casos se remontan a más de dos años.
Para hacerse una idea del nivel de destrucción de Gaza, que las cifras no logran reflejar, podemos seguir reconstruyendo las escalas, como hace el historiador Vincent Lemire en un artículo de opinión reciente: “Al menos 67.000 muertos, cuatro veces más heridos, es decir, el 10 % de la población muerta o herida. Para medir la magnitud de las necesidades, imaginemos en Francia 7 millones de muertos, heridos o amputados, con un sistema sanitario y hospitalario reducido a la nada.”
O, si nos basamos en una estimación de la ONU del 92 % de viviendas destruidas en la ciudad de Gaza, imaginemos París completamente reducida a escombros, donde solo quedaría en pie una superficie equivalente a la isla de la Cité y la isla Saint-Louis.
Los altos cargos y mandos intermedios de Hamás han sido totalmente diezmados por Israel, pero el movimiento también ha reclutado nuevos miembros entre los escombros de Gaza
Mientras se sigue debatiendo la futura “fuerza de estabilización internacional” prevista bajo el mandato de la ONU —y probablemente dirigida por Egipto con soldados principalmente de países árabes y musulmanes—, la atención se centra ahora en el papel y la situación de Hamás, que se ha vuelto a desplegar en las zonas evacuadas más allá de una “línea amarilla” trazada para el acuerdo de alto el fuego, la que permite al ejército israelí mantener bajo su control el 50 % del territorio de la franja palestina.
Es cierto que los altos mandos y los mandos intermedios del movimiento han sido totalmente diezmados por Israel, hasta el asesinato, anunciado el 30 de agosto, de Abu Obeida, el emblemático portavoz del brazo armado de Hamás, conocido desde hace veinte años por sus apariciones enmascarado con una kufiya roja. Es cierto que de sus arsenales de cohetes, emblemáticos durante mucho tiempo de su vocación de resistir por la fuerza a la ocupación israelí, ya no queda nada, aunque puede que haya intentos de reconstituir armas ofensivas recuperando las municiones israelíes sin explotar que cubren el suelo de la Franja Palestina.
Pero Hamás también ha reclutado nuevos miembros entre los escombros de Gaza, aunque es difícil conocer su número y su nivel de preparación, incomparable en cualquier caso con las tropas muy entrenadas y equipadas que llevaron a cabo el asalto del 7 de octubre.
Antes de la guerra, el grupo afirmaba tener más de 100.000 miembros, entre ellos 30.000 combatientes. Según el diario británico The Guardian y la web israelo-palestina +972, que citan cifras de los servicios de inteligencia israelíes, habrían muerto 8.900 combatientes de Hamás y la Yihad Islámica durante los primeros diecinueve meses del conflicto.
Pero aunque se pueda considerar que su rama militar ha sido destruida, y que sea todavía capaz de llevar a cabo operaciones de guerrilla, Hamás, que gobierna Gaza de forma autoritaria desde 2007, también estaba presente en cada mezquita y cada barrio. Esa presencia e importancia no se han evaporado con los bombardeos israelíes.
Ejecuciones sumarias
Hamás, que mantiene la ambigüedad sobre su desarme, previsto en las fases siguientes del plan Trump, y difícil de imaginar para un movimiento creado en 1987 sobre el principio de la resistencia armada a Israel, mantiene también su voluntad de participar en una futura gobernanza de Gaza, rechazada en el limbo de las declaraciones contradictorias de Donald Trump y en los proyectos reales del Gobierno israelí. Así todo, ha demostrado, desde hace una semana, que siempre hay que contar con ellos para el control del territorio de Gaza.
Eso se ha traducido en la facilidad con la que ha conseguido liberar sin demora a los veinte rehenes israelíes que aún estaban vivos, cuando se había podido oír que algunos estaban en manos de otros grupos y que el mando central de Gaza había sido aniquilado para dar paso a una fragmentación de grupos locales. Para ello ha llevado a cabo ejecuciones sumarias de miembros de clanes, en su mayoría mafiosos apoyados por el ejército israelí, que habían desafiado su poder, especialmente en el sur de la franja palestina.
Si bien el mantenimiento de la prohibición impuesta por Israel de abrir Gaza a los periodistas internacionales hace difícil documentar lo que está sucediendo en este momento crucial en la franja palestina, donde se desarrolla hoy en día gran parte del proceso de apaciguamiento iniciado por el alto el fuego es en torno al control de seguridad por Hamás de la parte de Gaza que ha evacuado Israel.
Según un oficial del ejército israelí recién retirado de la ciudad de Gaza y que habló desde el anonimato al periódico Haaretz, los soldados pueden ver desde sus puestos de observación cómo miembros armados de Hamás disparan contra palestinos que han intentado resistirse —o que son sospechosos de ayudar a Israel—, pero han recibido la orden de no intervenir.
Si Hamás sigue matando gente en Gaza, lo cual no estaba previsto en el acuerdo, no tendremos más remedio que ir allí y matarlos
El sábado 18 de octubre, el departamento de Estado americano afirmó disponer de “información fiable” según la cual Hamás estaba preparando un ataque inminente contra civiles en Gaza y declaró que “este ataque planeado contra civiles palestinos constituiría una violación directa y grave del acuerdo de alto el fuego y comprometería los importantes avances logrados gracias a los esfuerzos de mediación”. “Si Hamás lleva a cabo ese ataque, se tomarán medidas para proteger a la población de Gaza y preservar la integridad del alto el fuego”, añadió.
El movimiento palestino respondió en un comunicado que “son las fuerzas de ocupación [israelíes] las que han creado, armado y financiado a las bandas criminales que han cometido asesinatos, secuestros, saqueos de camiones de ayuda y robos a civiles palestinos”. Según la organización, “las fuerzas policiales de Gaza, con un amplio apoyo civil y popular, cumplen con su deber nacional al perseguir a esas bandas y hacerlas responsables mediante mecanismos jurídicos claros, con el fin de proteger a los ciudadanos y preservar los bienes públicos y privados”.
Esta situación extremadamente volátil se complica aún más por las declaraciones contradictorias de Donald Trump, quien, hace unos días, insinuó, en el avión que lo llevaba de vuelta de Oriente Próximo, que Hamás había recibido luz verde para llevar a cabo operaciones de seguridad interna en la Franja de Gaza, afirmando que el grupo deseaba “poner fin a los problemas” y que Estados Unidos le había “dado [su] acuerdo por un determinado periodo”.
Pero Trump afirma hoy en las redes sociales que “si Hamás sigue matando gente en Gaza, lo que no estaba previsto en el acuerdo, [Estados Unidos] no tendrá más remedio que ir allí y matarlos”. Aunque luego precisó que no enviaría directamente tropas estadounidenses para ello.
Jared Kushner, yerno de Donald Trump y enviado especial a Oriente Próximo sin cargo oficial, al ser preguntado sobre este tema en una entrevista para el programa "60 minutes", recién emitido por la cadena CBS, respondió que “Hamás está haciendo exactamente lo que se espera de una organización terrorista, es decir, intentar reconstituirse y recuperar sus posiciones”. Y que la única forma de impedir que el movimiento palestino recupere el control de Gaza sería “que Israel y este mecanismo internacional logren crear una alternativa viable”.
Una alternativa hoy en día muy difusa, ya que el “plan Trump” deja muchos cabos sueltos sobre lo que debe ocurrir tras el intercambio de prisioneros israelíes y palestinos, aunque la iniciativa franco-saudí intenta ahora llenar algunos de esos vacíos dando más protagonismo a los palestinos y a los mecanismos del derecho internacional en comparación con la lógica “negocio” del documento presentado por Trump y Netanyahu el 29 de septiembre en la Casa Blanca.
En cualquier caso, la “presión” ejercida por el presidente americano sobre el primer ministro israelí, sobre todo después de la “impresión de traición”, según Steve Witkoff, relacionada con el ataque del ejército israelí contra Catar, que tenía como objetivo a los negociadores de Hamás, no parece oprimir excesivamente a Netanyahu.
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En una entrevista concedida el sábado 18 de octubre por la noche al programa Les Patriotes del canal 14 israelí, Benjamín Netanyahu explicó que la guerra no terminaría hasta que Hamás estuviera completamente desarmado: “Espero que sea de forma sencilla, pero si no, será por las malas”. Y declaró su intención de presentarse a un nuevo mandato como primer ministro en las próximas elecciones legislativas, previstas en principio para octubre de 2026.
Traducción de Miguel López