INCENDIOS

El fuego arrasa en Galicia más hectáreas que en el peor año de este siglo, pero con 6.500 incendios menos

Imagen de un bombero forestal combatiendo las llamas superpuestas a la superficie quemada en los cinco mayores incendios de agosto en Galicia.

Miguel Pardo (Praza.gal)

Solo desde que comenzó el incendio de Chandrexa de Queixa el 8 de agosto, la superficie quemada en Galicia supera las 94.000 hectáreas, según la cifra oficial de la Xunta, y mucho más según las mediciones por satélite. Sumando los incendios del resto del año y a la espera de nuevas mediciones al alza de los aún no extinguidos actualmente, la superficie quemada en lo que va de 2025 supera las 96.600 hectáreas, más que en todo el año 2006. En aquel momento, hace casi dos décadas, la ola de fuegos de los primeros quince días de agosto calcinó, según la Xunta, unas 77.000 hectáreas, lo que, unido a lo quemado en otros meses, dejó el balance final del año en 96.000 hectáreas afectadas. 

Esa ola causó un gran impacto en tan solo unos días, como ocurrió este verano en la provincia de Ourense. Cuatro personas murieron a causa de las llamas, que se extendieron, al contrario que en esta ocasión, por gran parte de Galicia, afectando especialmente a las provincias de Pontevedra y A Coruña. 

Fueron muchos incendios, miles, que provocaron el caos en numerosas localidades, un tipo de fuego que lo diferencia de las olas actuales que, como la de este verano en Ourense, acumulan miles de hectáreas arrasadas en apenas unos pocos focos. 

Así, mientras que en aquella oleada de 2006 hubo alrededor de 2.000 incendios, que quemaron unas 77.000 hectáreas según los datos de la Xunta —el Estado las elevó a más de 86.000 y el CSIC a 92.000—, en la actual que comenzó el 8 de agosto y hasta ahora son más de 94.000 en poco más de 30 incendios. La mayor parte de la superficie arrasada, además, en cuatro enormes fuegos que suman más de 76.000 hectáreas: los que se iniciaron en Chandrexa de Queixa, Larouco, Oímbra y A Mezquita. 

Por tanto, sólo cuatro incendios —algunos de ellos fruto de la unión con otros— quemaron en Galicia la misma superficie que en 2006, cuando fue arrasada por alrededor de 2.000 fuegos. 

La diferencia, si consideramos los datos anuales, es aún más importante. En todo el año 2006, se produjeron alrededor de 7.000 incendios forestales en Galicia (6.996 según los datos de la Consellería do Medio Rural) que calcinaron unas 96.000 hectáreas. En lo que va de 2025 , y teniendo en cuenta únicamente los incendios y la superficie afectada que notifica la Xunta, ardió prácticamente la misma superficie en menos de 70 incendios. 

Si a estos datos le añadimos los más de 440 incendios que Medio Rural asume que no informó públicamente en los primeros 20 días de agosto —porque no superaron las 20 hectáreas ni afectaron a áreas protegidas ni a centros de población—, la diferencia seguiría siendo importante. Ardieron las mismas hectáreas que en 2006, con 6.500 incendios menos. 

Esta es una de las consecuencias de los nuevos tipos de incendios y sus consecuencias, agravadas por los efectos del cambio climático, el abandono rural y la alta concentración de combustible vegetal en unos montes cada vez menos ordenados. La expansión virulenta e incontrolada de un incendio imposible de controlar, que se propaga muy rápido y que llega a afectar a decenas de municipios y a extensas extensiones de terreno. 

Como prueba, de nuevo los datos. Hasta 2022, ningún incendio había superado las 10.000 hectáreas quemadas. Dos lo hicieron ese año, convirtiéndose en los mayores documentados en la historia de Galicia hasta ese momento. En 2025, cuatro incendios ya han superado las 10.000 hectáreas y ocupan el podio de los mayores desde que hay registros. En la ola de 2006, el mayor incendio tuvo lugar en Cerdedo y se situó por debajo de las 7.400 hectáreas. 

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"En eventos como el ocurrido este año en Galicia, la importante superficie quemada, su enorme tamaño, es una consecuencia de que todos los incendios son pequeños en un inicio. La causa es el comportamiento extremo de los fuegos durante mucho tiempo, llegando al límite de la capacidad de extinción, haciendo que cualquier operativo se vea superada por la velocidad y la intensidad de las llamas", explica Juan Picos, profesor y subdirector de la Escola de Enxeñaría Forestal de Pontevedra y uno de los mayores expertos en el monte gallego y en incendios.

La causa es el comportamiento extremo de los incendios durante mucho tiempo, llegando al límite de la capacidad de extinción, provocando que cualquier operación se vea superada por la velocidad e intensidad de las llamas

Juan Picos

“Hay que tener en cuenta que el incendio se extiende como una mancha de aceite; según pasa el tiempo, la superficie va aumentando exponencialmente, y con crisis que duran diez u once días, con estas condiciones favorables para su propagación, la superficie ardida y la dificultad de control aumenta cada vez más, con un perímetro mayor que atender”, añade. 

Son muchos menos incendios, pero mucho peores: más peligrosos, virulentos, voraces, rápidos y, en muchos casos, incontrolables. Fuegos que avanzan sin control y que, partiendo de un único foco, acaban arrasando miles de hectáreas y afectando a numerosos municipios. El que se originó en Larouco, ya el mayor de la historia de Galicia, supera las 30.000 hectáreas y se extendió por los municipios de Petín, O Bolo, A Rúa, Quiroga, Vilarmartín de Valdeorras, O Barco, Rubiá y A Veiga.

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