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Desde la casa roja

Semana blanca en la costa de Lesbos

Un niño murió el lunes frente a la costa de Lesbos. Probablemente, esta frase se difuminó ayer en tu timeline, esa patética organización de nuestros mundos, entre la rueda de prensa de cualquier ex político de esta orilla del planeta y la última bronca identitaria. No ha abierto los periódicos. Odio las comparaciones aunque las hago, símiles para distraídos. Pero no sé dónde van a parar todos esos ingeniosos tuits que estamos creando, todas esas ideas solidarias en búsqueda de la viralidad, caracteres que nos adornan y que dicen cosas como “el verdadero virus es el odio”, “lo contagioso es el fascismo”. Todo eso que se queda en el abstracto espacio de nuestros smartphones, donde no pegan ni las olas ni el frío. Donde tenemos chats con nuestras familias porque nuestras familias no están en busca de asilo. Tú y yo, ahora mismo, aquí, leyéndonos, a salvo, opinando, vendiéndonos y comprándonos disfraces de primerísimo orden, de primerísimo mundo. Pero algo tendremos que decir. No es de este siglo quedarse callados. De quién será la culpa de esta inconsistencia. Con cuánta gente hablaste ayer del último contagio del virus, de las luchas internas de las ideologías. Con quién has hablado hoy de los refugiados.

Dónde están.

Miles de migrantes pasan la noche al raso tras la destrucción del campo de Moria

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Un niño murió el lunes en un naufragio frente a las costas de Lesbos. Y no encuentro la edad del niño en internet. Es lunes de Semana Blanca y mi hijo no tiene colegio y estamos jugando en su habitación por la tarde y entra el sol y hay esa luz tan cálida sobre la madera y yo me enfado con él porque tira todos los juguetes afuera de las cajas y, en realidad, me molesto porque busco unos minutos de pausa en medio del juego infinito para mirar mi teléfono y leo eso. Odio las comparaciones, pero un niño ha muerto en la costa de Lesbos y yo necesito con urgencia saber si tiene la edad de mi niño y puedo explicarme perfectamente para qué. Leo que el accidente ocurre temprano, que una embarcación forzó el vuelco de un bote de refugiados en la linde con Grecia y que un niño se ahogaba en las costas de Lesbos mientras nosotros desayunábamos pan con aceite en nuestra casa.

Un bote lleno de niños y madres y padres: decenas de miles de personas llegando a las costas de Europa. Te suenan de lejos estos nombres: Lesbos, Tarajal, Bodrum, Kastaniés, Moria. Es el fracaso de todo un continente adentro de la mano. Y no sé cómo debo sentirme ni si debo expresarlo. Ni por qué utilizar cualquier fórmula para decirlo. Hay demasiado ruido todo el tiempo. Ya están trantando de explicarnos muy bien las razones de los que eligen el odio y les ponemos rostro y, a veces, nos reímos con ellos, nos caen hasta simpáticos. Nos enseñan a ser comprensivos y humanizar a las personas que están detrás de la derecha extrema que es la misma derecha extrema que deshumaniza la mirada de las personas que llegan huyendo de la violencia. Y aunque no sea día para metáforas lo cierto es que Europa también está naufragando. Grecia ha suspendido el derecho de asilo. No sé cómo escribirlo, no tengo recursos para mirar imágenes de niños y niñas gaseados. De esas madres que limpian las caras de esos hijos. Cómo sostener la mirada de esas mujeres a las que, desde un muelle, les gritan unos hombres que se parecen mucho a otros hombres que conocemos bien a estas alturas: dejad de pasar, zorras, putas, fornicáis como conejas y por eso venís. Y se lo gritan delante de sus niños.

Esta es la semana del 8 de marzo, acordémonos también de las mujeres del bote que vienen heladas de Siria. Las que en Siria llevan nueve años de contienda. Decirlo una y mil veces: un niño se ha muerto ahogado en el agua fría de la costa de Lesbos. Han insultado a unas mujeres que llegaban en una patera. Hay barricadas de grupos extremistas por las carreteras de las islas del Egeo. Los campos de refugiados son espacios donde viven hacinadas miles de personas. Cómo vamos a poder rehumanizar esto con sujeto, verbo y predicado a través de una pantalla. Quién va a abrazarnos cuando tengamos verdadero frío.

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