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La gran paradoja del 21A: un Parlamento más soberanista, una ciudadanía menos independentista

La nueva legislatura

ERC enseña sus cartas: facilitará la investidura si Sánchez acepta “abordar el conflicto entre Cataluña y el Estado”

El presidente en funciones, Pedro Sánchez, en un acto con empresarios.

Los movimientos de cara a la investidura de Pedro Sánchez continúan. Una vez firmado el preacuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos para formar un Gobierno de coalición, la única forma de desbloquear la legislatura es que Esquerra Republicana se abstenga o que Ciudadanos vote a favor. Dos posibilidades que el PSOE tiene muy presentes y que, a la vista de la decisión del presidente del PP, Pablo Casado, de no facilitar la investidura, son las únicas aritméticamente viables.

En el campo independentista se suceden los movimientos. Junts y Esquerra celebraron este miércoles una primera reunión en busca de una postura común sin alcanzar un acuerdo. Los republicanos, muy pendientes del ambiente preelectoral que ya vive Cataluña, han decidido trasladar la presión a Sánchez convocando a sus militantes a legitimar la posición de sus dirigentes y abrir así la puerta a facilitar la investidura siempre y cuando el líder del PSOE suscriba “un acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa de negociación”. O, lo que es lo mismo, retomar la Declaración de Pedralbes,Declaración de Pedralbes que Sánchez suscribió en diciembre de 2018 pero que entró en un callejón sin salida en febrero de este año cuando el Gobierno decidió dar por rotas las negociaciones ante la insistencia de los independentistas en incluir entre los asuntos a tratar la celebración de un referéndum de autodeterminación.

En Junts creen que ERC acabará facilitando la investidura y algunos medios, citando fuentes de la antigua Convergència, sostienen que el acuerdo incluirá además un apoyo recíproco a los presupuestos generales del Estado y de Cataluña.

Las demandas de los de Carles Puigdemont se mueven más en línea con el acuerdo de la Llotja de Mar —que reclama el ejercicio de la autodeterminación— que con Pedralbes —que propone abrir escenarios de diálogo para buscar soluciones políticas compartidas—. Así que estos días consideran cuáles son sus opciones en un escenario de incertidumbre, sobre todo a la vista de la más que probable inhabilitación del president Quim Torra por haber desobedecido a la Junta Electoral en los días previos a las elecciones generales del 28A. El propio Torra acudió este miércoles a Bruselas a abordar con Carles Puigdemont su futuro, así como los próximos pasos a dar teniendo en cuenta no sólo la investidura sino cómo actuar una vez que la justicia le inhabilite.

En el PSOE y en el Gobierno están dispuestos a retomar el diálogo con la Generalitat siempre y cuando los independentistas se abran a negociar con los no independentistas una posición en materia territorial que pueda ser asumida por una gran mayoría de los catalanes, no sólo el 50%. Y que no se traspasen ciertas líneas rojas: no aceptarán un temario que incluya negociar un referéndum de autodeterminación ni una petición de amnistía para los condenados por el procés.

La mayoría de los dirigentes socialistas creen que la hipótesis más factible para desbloquear la legislatura es la abstención de ERC. No porque la prefieran, sino porque a estas alturas son muy pesimistas a la hora de considerar la posibilidad de que Ciudadanos cambie de criterio. Sobre todo porque no basta con que se abstengan: para que Sánchez pueda ser elegido hace falta que los diez diputados de Cs voten a favor en la investidura.

No obstante, el PSOE y el Gobierno seguirán apelando a que Ciudadanos cumpla el compromiso con el que se presentó a las elecciones y facilite la investidura. Aunque Inés Arrimadas, su líder oficiosa tras la renuncia de Albert Rivera, siga enviando señales inequívocamente en contra de Sánchez.

La última la lanzó este miércoles en una entrevista en la COPE, la emisora de radio de la Iglesia Católica, en la que Arrimadas aseguró haber recibido “una llamada del Gobierno”, no de Sánchez, “para un primer contacto. No hemos podido concretar contenidos“, añadió. Era “para ver si nos veíamos”.

Sin margen para un acuerdo

La líder oficiosa de Ciudadanos no aclaró ni cuándo recibió esa llamada ni cuál fue su respuesta. Ni, por supuesto, si tiene previsto mantener alguna reunión con el Gobierno. Lo que sí dejó claro es que no hay margen para un acuerdo: “La prioridad del Gobierno”, subrayó, “se ve clarísimamente con los que han empezado a negociar. Con Esquerra yo creo que ya llevan negociando muchos días y además me constan muchas reuniones”, aseguró. “Yo creo que nos dejarán un poco para el final”.

Su posición sigue siendo la misma que Cs fijó en una reunión este lunes: mientras el presidente siga apostando por lograr su investidura a través de un pacto con Unidas Podemos y con partidos nacionalistas “no hay nada de qué hablar” con él.

El PSOE se propone dejar para el final el contacto con Ciudadanos, después de completar la ronda cn el resto de partidos. El interés de los socialistas tiene más que ver con cuestiones de intendencia relacionadas con el Congreso que con la investidura, porque, segun fuentes consultadas por infoLibre, no albergan “la más mínima duda” de que los diputados de Cs votarán en contra de la reelección de Sánchez.

No obstante, el portavoz socialista en el Senado, Ander Gil, situó la comunicación del Gobierno con Arrimadas en el marco de una ronda con todos los partidos y consideró el cambio en el liderazgo de Ciudadanos como una “oportunidad” de los naranjas para “volver a ser el partido de centro que era capaz de llegar a acuerdos de izquierda y derecha”. “Ciudadanos tiene una oportunidad muy buena para dejar de cavar en el hoyo en el que se han metido, que ha derivado en un resultado electoral nefasto", declaró en una entrevista en TVE.

El enfoque de la formación naranja se está viendo además condicionado por su propia agenda: la dirección afín a Rivera —radicalmente contraria a llegar a acuerdos con Sánchez y corresponsable del hundimiento electoral que se produjo el 10N— sigue controlando la organización y trata de mantener el rumbo a la espera de que los militantes resuelvan un liderazgo para el que siguen apostando por Arrimadas.

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Otros partidos, en cambio, han modulado su posición. Es el caso de EH Bildu, que aunque este miércoles dejó claro en el Congreso su malestar porque el PSOE no les haya incluido en la ronda de contactos en busca de una mayoría, abrió la puerta a facilitar la investidura si el líder socialista “apuesta con firmeza por la vía del diálogo y el respeto a la plurinacionalidad”. En ese caso, anunció su portavoz en el Congreso, Mertxe Aizpurua, actuarán “con responsabilidad”. Claro que sus votos, a diferencia de los de ERC, no son decisivos.

Mientras tanto, PSOE y Unidas Podemos siguen avanzando en sus negociaciones, de momento con absoluta discreción. No sólo en relación al Ejecutivo de coalición sino sobre los órganos de gobierno del Congreso de los Diputados, donde se proponen trabajar conjuntamente para intentar que Vox quede fuera de la nueva Mesa de la Cámara. El objetivo es montar un cordón sanitario sobre los de Santiago Abascal, como ya hicieron la pasada legislatura, algo a lo que ya se ha negado el PP con el argumento de que Vox es un “partido constitucionalista”.

La elección de la mesa, que tendrá lugar el día de la constitución del Congreso, el próximo 3 de diciembre, será un buen test de la capacidad de PSOE y UP a la hora de organizar mayorías viables.

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