Muros sin Fronteras

El Che, un icono complejo

En una época en la que las izquierdas parecen divididas y desnortadas, el 50 aniversario de la muerte de Ernesto Che Guevara se aparece como una luz en un santoral revolucionario y laico en el que muchos héroes resisten mal el paso del tiempo. Tuvo suerte de morir joven y hacerlo en defensa de sus ideales sin dejarse contaminar por el ejercicio burocrático del poder.

Después están los claroscuros, su papel en los fusilamientos de los primeros años de la Revolución. Este vídeo es menos favorable que el anterior.

El Che se convirtió, tras su ejecución en La Higuera en 1967, en un símbolo. La foto de Alberto Korda, que le muestra mitad Jesucristo mitad guerrillero le elevó a la categoría de héroe en América Latina. Fue un continuador de la estela de los Emiliano Zapata, Augusto César Sandino y otros luchadores contra la injusticia, el abuso de poder y el imperialismo. Como el burkinés Thomas Sankara, de cuyo asesinato se han cumplido 30 años.

El Che vivió en la época en la que la televisión empezaba a decidir el nombre del presidente de EEUU (el debate Kennedy-Nixon). Fue poderosa su imagen vestido de uniforme verde oliva en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas en 1964.

Sus enemigos pensaron que dándole muerte en Bolivia acababan con el problema, destruían su halo de invencibilidad, pero su imagen yaciente le catapultó hacia un personaje global. Ni siquiera acabó con el mito de rebelde comunista su transformación en un bien capitalista, en un merchandising revolucionario, que tan bien explotó en su beneficio Fidel Castro y el régimen cubano. Su credibilidad política está intacta entre la izquierda de América Latina, África y Europa. Para la derecha es un impostor y un asesino.

En África trató de organizar una guerrilla en Congo para ayudar a Patrice Lumumba. Escogió a Laurent Kabila como líder, pero comprendió que no servía para luchar porque estaba más interesado en los burdeles de Dar Es Salam. Kabila acabó siendo 30 años después el jefe de una guerrilla que derrocó a Mobutu Sese Seko.

De regreso de aquel viaje se reencontró con el periodista Enrique Meneses que había estado con ellos en Sierra Maestra. Los revolucionarios le llamaban El español. Meneses publicó un gran reportaje en Paris Match. El Che le dijo en una cena en El Cairo que Fidel Castro le quería dar paredón porque había escrito que entre los guerrilleros cubanos había comunistas. “Nos costó ayudas económicas procedentes de EEUU”, dijo el Che. Meneses se defendió: “Claro que había comunistas, tú y Raúl Castro”. “Pero no nos convenía que lo dijeras”. Meneses y Castro nunca se volvieron a ver.

La mejor biografía sobre el Che es la del periodista Jon Lee Anderson.

Una de las mejores biografías de Fidel Castro: Fidel: A Critical Portrait (Avon Books). En España la publicó Grijalbo.

Más sobre el Che en Al Yazeera: Who was Che Guevara?

La voz del Che, en septiembre de 1959:

Este documental es de los más críticos. Si los muy partidarios del Che lo resisten hasta el final verán que ofrece algunos datos de interés. Libertad de expresión es poder decir lo que no queremos escuchar.

Pero volvamos al asunto de la izquierda, de su desnortamiento. La socialdemocracia europea, que cumplió un papel esencial en la creación del Estado del bienestar, quedó laminada en la crisis de 2008, aunque para entender mejor su hundimiento habría que ir hasta la revolución conservadora de Margaret Thatcher, Ronald Reagan y la escuela de Chicago en los ochenta.

La última expresión de ese hundimiento han sido los socialdemócratas alemanes, el SPD. Peor quedaron los franceses, al borde de la irrelevancia. Esa izquierda dentro del sistema se ha quedado sin relato, carece de alternativas al ajuste y al modelo liberal más duro. Ni siquiera tiene un discurso que proponga un control de esos mercados.

La socialdemocracia fue laminada por la globalización y por su falta de respuesta al dilema de Rodik, al que Joaquín Estefanía hacía referencia hace unos días.

Luego está la izquierda poscomunista, la que se creyó por devoción o desconocimiento que al otro lado del muro había un paraíso socialista. A ella pertenecía el Che.

El dinosaurio sigue ahí

Más allá de los símbolos y de la retórica revolucionaria de los años 60, la nueva izquierda del siglo XXI, la que trata de ser útil al ciudadano y busca propuestas políticas más allá de los eslóganes. Sus políticas tienen tres patas: feminismo, ecología y lucha contra la corrupción. Arrancar al Che Guevara de la época que le tocó vivir para criticarle bajo los parámetros éticos actuales es tan injusto e inútil como enarbolar sus ideas como programa político. Queda la simbología y una cierta ética del compromiso.

Y está la música, claro.

 

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