JD Vance tiene razón: Europa tiene el enemigo en casa Cristina Monge

Sánchez lo ha vuelto a hacer. Ha puesto la enésima trampa para elefantes al Partido Popular y Feijóo ha vuelto a caer en ella. Si hace unos meses ocurría con la propuesta de la celebración de los 50 años de democracia, estos días similar fenómeno se ha reproducido en el debate sobre el decreto Ómnibus, primero rechazado por los conservadores y finalmente, tras su “troceamiento”, aceptado, bajo el ‘sólido’ argumento de que como Sánchez quiere que votemos que no, votaremos que sí. Tras el acuerdo del PSOE con Junts, al PP no le quedaba otra, pero ¿no hay nadie en Génova que analice la jugada a dos movimientos? El jaque se veía a kilómetros de distancia. Si, como ya pasó en el decreto Ómnibus de finales de 2023 –y como es habitual en estos casos–, el PP se hubiera abstenido, nada de esto hubiera pasado.
El siguiente envite tendrá lugar en el debate sobre financiación autonómica. Consciente de las suspicacias que la “singularidad catalana” despierta en otros territorios, el Ministerio de Hacienda ha convocado a las Comunidades Autónomas al Consejo de Política Fiscal y Financiera para abordar la quita de la deuda. La contradicción entre la oposición de trazo grueso de Feijóo en el Congreso y las necesidades pragmáticas de quienes gestionan gobiernos autonómicos está servida. Allá van una cifras para hacernos idea de la dimensión: En la Comunidad Valenciana ya antes de la Dana la deuda rozaba el 40% de su Producto Interior Bruto, en Murcia el 20% y en Andalucía el 19%. ¿De verdad se van a oponer Mazón, López Miras o Moreno Bonilla a renegociar esto? En el otro extremo, la deuda de Madrid apenas llega a un 12% del PIB, por lo que Díaz Ayuso tendrá intereses muy diferentes que le permitirán mantener su tradicional enfrentamiento con Sánchez.
El líder de los populares ha diseñado y puesto en marcha una estrategia en la que lo que a él como presidente del partido y jefe de la oposición le viene bien, a los suyos que gobiernan les viene fatal. Lo que es bueno para Feijóo, es malo para sus barones. Algo falla, por tanto, en la estrategia, pero no es la primera vez que ocurre. Desde que Mazón pactó con Vox a pocos días del 28M y antes de las elecciones del 23J, esto se ha venido repitiendo con cierta frecuencia.
El PP se encuentra en una doble contradicción: interna, ante la imposibilidad de aunar los intereses del partido con los de las comunidades, y externa, la de ser incapaces de hacer frente a la ultraderecha
La contradicción se agudizará en un momento en el que el líder del PP no consigue encontrar un hilo argumental para aunar a su partido ni parece tener la auctoritas para hacer valer un relato. Máxime cuando en cada entrega del CIS su apoyo entre los electores populares va en retroceso. En el último, tan sólo el 39.5% de los votantes que dicen haber votado al PP en 2023 señalan a Nuñez Feijóo como su favorito para presidir el Gobierno de España, el 15,7% miran a Díaz Ayuso y el 22,6% dice que a ninguno.
De manera simultánea, Vox continúa al alza en las encuestas y el próximo sábado actuará de anfitrión en Madrid de una cumbre de la internacional ultra, la plataforma Patriotas por Europa, para inaugurar el movimiento MEGA –Make Europe Great Again– con la asistencia de Orbàn, Le Pen y quién sabe qué más líderes. Lo hará con el ánimo que le insuflan los vientos que llegan de EEUU y con AfD en segundo puesto en las encuestas en Alemania.
Desde hace años, la principal pregunta que los conservadores europeos no ultras tienen que responder es clara: ¿qué relación quieren tener con la ultraderecha? Lo que sabemos, de momento, es que mientras van y vienen en sus alianzas con ellos –con el PP como principal exponente de un permanente zigzagueo y los alemanes de la CDU acercándose al abismo– les van comprando el marco de todas sus propuestas, principalmente en política migratoria, uno de los temas más sensibles que hoy recorren Europa.
El Partido Popular de Nuñez Feijóo se encuentra hoy en una doble contradicción: interna, ante la imposibilidad de aunar los intereses del partido con los de las Comunidades Autónomas donde gobierna, y externa, la de ser incapaces de hacer frente y detener el ascenso de la ultraderecha.
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