Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
La Vuelta Ciclista a Sarajevo ha escrito en las calles de Madrid lo que el Real Instituto El Cano ha hecho público en uno de sus últimos sondeos: el 82% de los españoles está en contra del genocidio israelí sobre el pueblo palestino. La gran baza del PSOE y el resto de satélites que hay a su izquierda es una posición política: el mejor discurso está envuelto con un pañuelo palestino. La socialdemocracia ha sabido conjugar el verbo de los intereses con el sujeto de los principios mientras la derecha ha descubierto un enorme claro en el bosque, un vacío político en su estrategia internacional que José María Aznar se encargó de ocupar desde el campus Faes, alejándose de Trump y acercándose a Netanyahu, con la misma determinación que lo hizo apoyando la invasión de Irak durante la Segunda Guerra del Golfo. La aznaridad, concluimos, no ha cambiado en casi 25 años. Ciertamente, el presidente de la Fundación de Análisis y Estudios tiene una visión estática del mundo. Como siempre defiende: “soy europeísta porque soy atlantista”.
Mientras tanto, Sánchez acude a la Universidad de Columbia convertido en el heraldo de la paz. Es el primer presidente español recibido por la élite estudiantil demócrata y progresista. Conviene recordar que Columbia fue la primera universidad asediada por los pogromos de Trump. Hay quien ha propuesto a Sánchez para el Nobel, siguiendo la estela de Barack Obama. Sea como fuere, no se había vuelto a ver a un primer ministro español en una universidad norteamericana, sentando cátedra sobre la libertad de expresión, desde que Aznar impartía lecciones sobre atlantismo en la Universidad de Georgetown o conferenciaba en Yale. Esas dos imágenes nos ofrecen hoy la fotografía de dónde están situados el líder de la izquierda y el líder de la derecha española y, sobre todo, quiénes son los verdaderos adversarios en este relato que permite atisbar, más allá del ruido y el humo de los bombardeos sobre Gaza o Ucrania, la verdadera herida que separa a los españoles y a los estadounidenses, o sea, la guerra civil.
Hubo un tiempo en el que la aznaridad observaba a los EEUU no sólo como una tierra prometida, sino también como el espejo desde el que debían reflejarse todas las democracias liberales del mundo, el horizonte desde el que nacía y se agostaba el sol, la cuna del capitalismo y la libertad, el escudo de Occidente, la verdad última sobre la que se asentaban una idea de justicia y otra de prosperidad. El periodista Manuel Vázquez Montalbán acuñó en su ensayo homónimo aquel periodo como La aznaridad. Hubo un tiempo en que Aznar podía posar los pies sobre una mesa de la Casa Blanca junto a un presidente de los EEUU, un tiempo en el que un presidente español podía cabalgar a lomos de las mismas contradicciones que uno norteamericano y, a su vez, expresar una frágil y aparente supremacía sobre el resto de la civilización occidental.
España es un ser de mitologías. Tenemos el mito de la aznaridad y el mito del sanchismo. Conjuramos el mito (un suponer) de la guerra civil con una ley de memoria democrática, exhumando los restos de Franco primero y los de Primo de Rivera después, y dando un digno sepelio a quienes fueron asesinados y enterrados en una cuneta. El mismo terror se ha despertado otra vez con Vox, que ya otea el 20% de los votos si se convocasen elecciones generales. El último mito que nos invita a vivir políticamente nuestro país en términos republicanos se esconde en un porcentaje: el 35%. Todo mito encierra un sueño, una aventura, un viaje, un reto. El hilo rojo que comunica al mito con el reto está en la complejidad de los personajes convocados a interpretar la tragedia y su capacidad para emocionar al espectador a través de ella.
Tanto Aznar como Sánchez tienen mentalidad trágica. La del primero no ha alcanzado conciencia de sí mismo hasta que vio cómo su partido navegaba a la deriva desde hace, al menos, cinco años. Aznar quiere refundar la derecha como ya lo hiciera en 1991. En 2024 decidió, finalmente, regresar a Tebas y se ha encontrado el palacio sin rey que lo gobierne. Aznar entiende la tragedia en un sentido clásico, a la manera de Sófocles. En cambio, Sánchez se debate día tras día entre el ser o no ser. Si no fuera así, no habría escrito nunca un manual de resistencia, no habría sido un presidente dispuesto a escribir capítulos inéditos en la historia política española, venciendo en una moción de censura, declarando el Estado de Palestina o reformulando las políticas de la UE. Como diría siempre nuestro añorado Jaime Miquel, España no había vuelto a tener tanta influencia en el mundo desde Felipe II.
Después de Gaza, solo quedará una herida, la rebelión de un pueblo sin tierra, sin vida, un espectro en el mapa
Mientras el PP comienza a desescalar posiciones en las encuestas, el PSOE ha iniciado el ascenso a esa cima que le permitiría volver a gobernar con el 35%. La acción política del PSOE adquiere fuerza y potencia cuando se conecta a la vida exterior. Sabe preservar los equilibrios, mejor fuera que dentro de su país. Su capacidad en la UE está tan determinada por la influencia que ejerce el PSD dentro del gobierno alemán de Merz como por su ascendente con Ursula von der Leyen, donde Teresa Ribera ejerce de vicepresidenta de la Comisión y algo más.
El genocidio sobre el pueblo palestino parece haber despertado la conciencia de otros países, arrastrados por el pañuelo palestino de Sánchez. El mito del 35% es el mito vivísimo del No a la guerra que atraviesa fronteras. El genocidio de Netanyahu quiere convertir a Palestina en un pueblo sin historia, convocando a todo el terrorismo internacional. Después de Gaza, solo quedará una herida, la rebelión de un pueblo sin tierra, sin vida, un espectro en el mapa. Esa rebelión le dará temperatura a nuestro tiempo. Y a Sánchez, quién sabe, quizá otro gobierno.
Lo más...
Lo más...
LeídoTu cita diaria con el periodismo que importa. Un avance exclusivo de las informaciones y opiniones que marcarán la agenda del día, seleccionado por la dirección de infoLibre.
Quiero recibirlaCartas de Maruja Mallo
Doña María Moliner: 'Hasta que empieza a brillar'
Ana María Shua y su 'Cuerpo roto'
¡Hola, !
Gracias por sumarte. Ahora formas parte de la comunidad de infoLibre que hace posible un periodismo de investigación riguroso y honesto.
En tu perfil puedes elegir qué boletines recibir, modificar tus datos personales y tu cuota.