Ucrania en punto muerto

Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas, decía Lenin. Pues parece que estamos definitivamente ante estas segundas. En poco más de un mes en La Casa Blanca, el presidente Donald Trump ha dado un giro de 180 grados a la política internacional. Las decisiones que ha ido adoptando, desde la tregua en Gaza, pasando por su política arancelaria hasta llegar a Ucrania están siendo totalmente disruptivas para el mundo que deprisa y corriendo intenta reposicionarse de la manera más favorable posible. Este es el caso de la Unión Europea, que observa cómo el vínculo transatlántico se ha roto ante sus ojos y ahora se ve forzada a tomar decisiones que ha ido demorando durante años

Así, parece que una de las primeras decisiones que habrá de tomar tiene que ver con la voluntad política de, efectivamente, alcanzar una autonomía estratégica al margen de EEUU. Si alguien pensó que la desconexión energética de Rusia ofrecería a la UE más autonomía se equivocó de plano. No sólo no hay más autonomía energética, sino que la dependencia de EEUU se ha duplicado, puesto que a la anterior se suma la pre-existente en lo militar. Porque estar al lado de Ucrania, apoyar su derecho a defenderse sin correr más riesgos, en realidad no ha ayudado a la victoria de Ucrania sobre el invasor ruso, sólo ha hecho aumentar las expectativas y esperanzas de un pueblo que ahora ve que aquello de la paz justa no se va a materializar. Porque las guerras, con perdón, no se ganan con retórica y apoyo simbólico y económico. Porque no es suficiente con haber aportado más dinero para apoyar a Ucrania, porque el envío de armas no es garantía de seguridad, porque para poder ofrecer esa garantía tienes que ser el dueño de tu propia seguridad y eso es justamente lo que Europa ha tenido externalizado durante ochenta años. Ahora, como si de un adolescente ante un examen se tratara, quiere ser capaz de proveer de una seguridad de la que no dispone en un periodo de tiempo récord incluso a costa de autosabotearse su propio modelo social bajo el pretexto de defenderlo.

Si nos fijamos en los distintos escenarios de salida de la guerra durante los últimos meses, en ninguno de ellos el papel europeo tiene relevancia, especialmente con el cordón umbilical transatlántico roto

Y mientras esto sucede en la vieja Europa, el mundo y la guerra van por otros derroteros donde su participación no es tenida en consideración. Si nos fijamos en los distintos escenarios de salida de la guerra durante los últimos meses, en ninguno de ellos el papel europeo tiene relevancia, especialmente con el cordón umbilical transatlántico roto. En la situación actual no va a suceder, por más que se empeñen algunos, la consecución de una paz justa y una derrota de la Federación Rusa. Por más que duela, es importante enfrentarse a los hechos y no parecer ciegos ante una situación ante la que sea cual sea nuestra posición no va a alterar el transcurso de los acontecimientos. Sin EEUU y su cobertura de seguridad, sencillamente esto no es posible. El escenario de cronificación del conflicto y guerra de desgaste, que es en lo que se ha estado durante los últimos tres años, sería lo más cerca de la vuelta del escenario previo a 2014. Las características de este estadio son la desaceleración de la ayuda occidental y el mantenimiento de la alianza entre Rusia y China e Irán, y el mantenimiento de relaciones comerciales entre Moscú y el Sur Global. Es decir, la situación inmediatamente anterior a la llegada de Trump. El siguiente escenario posible es el de la congelación del conflicto gracias a la negociación de un alto el fuego entre EEUU y Rusia que incluye las cesiones territoriales de Ucrania con el concurso de China y el apoyo del Sur Global. Este escenario, el más probable con sus distintas derivadas, es con el que hay que empezar ya a trabajar.

Hasta el momento, Zelenski, consciente de la situación de precariedad de Ucrania y de la determinación de Trump, ha intentado conseguir un alto el fuego con garantías de seguridad y con la posibilidad de una posible adhesión a la OTAN en el futuro. Esta era su mejor carta. Pero esta situación, especialmente desde los acontecimientos del día 28 en la Casa Blanca, ya sabemos que no va a suceder. El peor de los escenarios sería sencillamente aquel en el que EEUU no concede nada a Ucrania, desde obviarla en las negociaciones de alto el fuego, pasando por la pérdida territorial hasta ignorar cualquier tipo de garantías de seguridad. El acuerdo sobre los materiales críticos que se iba a firmar estos días entre Washington y Kiev esquivaba este escenario.

El marco intermedio entre uno y otro es el que, a buen seguro, se intentará jugar a partir de ahora, y no sería otro que el de continuar la guerra con menos o ningún apoyo estadounidense para intentar tener un mejor resultado en el futuro. Este escenario es el que ya ha verbalizado la Alta Representante para la Política Exterior de la UE, la sin par Kaja Kallas, que sigue apostando todo a la derrota de Rusia. La viabilidad de este escenario depende de los europeos, sus capacidades militares y la resiliencia de sus poblaciones. Este es un escenario que si funciona abriría la puerta a un mejor acuerdo, pero las posibilidades de que no funcione son elevadas y se podría volver a la casilla de salida, eso es, a la propuesta de Trump, pero con más muertos y una Ucrania mucho más debilitada militar, humana y moralmente. La cuestión aquí es si realmente Europa, sin la ayuda de EEUU, está en condiciones de proporcionar esa ayuda militar que Ucrania requiere. Y yendo un poco al detalle, se podría afirmar que los suministros del día a día que consisten en munición de artillería o uniformes, sí, pero que en los suministros de alta gama como pueden ser las defensas antiaéreas o el uso de datos de inteligencia sin EEUU es prácticamente imposible, además de ser muy costoso, lento y complicado. A lo anterior se añade el sentir generalizado de agotamiento y derrota que cada vez más se percibe entre los ucranianos, entre su opinión pública y también entre su élite dirigente. Zelensky hace ya semanas que es pesimista ante la posibilidad de recuperar el territorio perdido ante los rusos y de hecho su discurso ha virado desde aquello de “alcanzar una paz justa” hacia “conseguir garantías de seguridad”.

No, desde luego que la escena inédita que se presenció el viernes en la Casa Blanca no es una buena noticia para Ucrania ni para Europa. Es ni más ni menos que la constatación de una realidad y de una determinación política en la que las tres principales potencias del mundo actual, China, Rusia y EEUU se encuentran en la misma posición (como quedó también reflejado en la votación de la Asamblea General de NNUU) en la que es muy probable que Zelenski vaya a ser la víctima propiciatoria para lograr un alto el fuego en Ucrania. Con ello se pondría fin a esa guerra (al menos temporalmente), pero también y junto con Gaza quedaría clausurado definitivamente el mundo basado en reglas y el comienzo de una nueva era sostenida, una vez más, sobre el concurso de las grandes potencias y los hombres fuertes, esos que, como dicen por ahí, hablan el lenguaje del poder.

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Ruth Ferrero-Turrión es Doctora Internacional por la UCM y MPhil en Estudios de Europa del Este (UNED). Profesora de Ciencia Política en la UCM. 

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