Las guerras de Feijóo (y de sus antepasados) Jesús Maraña

En agosto de 2022 publiqué en estas páginas una pieza con este título. Esta es, lamentablemente, la continuación. Me preguntaba entonces si un país democrático y constitucional tenía allanado el camino hacia un resultado de esa naturaleza. Hoy me temo que el camino está allanado, salvo que… Dejemos las salvedades para más adelante.
En enero de 2022, The Washington Post había publicado un concienzudo estudio que sostenía que el 40% de los ciudadanos norteamericanos apoyaría un golpe de estado en determinadas circunstancias. Destacaba las conclusiones del sueco Instituto Internacional por la Democracia, que el 22-11-21 había incluido a los EEUU en la lista de Estados considerados “democracias en retroceso”. El estudio del Post resaltaba como preocupante el hecho de que el número de ciudadanos dispuestos a tolerar un golpe de Estado había pasado del 28% en 2017 al 40% en 2021.
Por su parte, Chris Cirizza, una estrella de la CNN, comunicó entonces que “solo” el 32% de los ciudadanos afirmaba que Biden había ganado fraudulentamente las elecciones (en realidad había vencido a Trump por más de siete millones de votos). Añadía que pensar que el asalto al Capitolio fue un incidente aislado no se compadece con el hecho de que uno de cada tres norteamericanos cree firmemente que a su ídolo se le robó la presidencia y con idéntica firmeza se niega a aceptar hechos objetivamente verificables que desmienten la fantasía en que viven. Se trata de una receta para el desastre, decía.
Y ante esa receta nos hallamos ahora, tras haber ganado Donald Trump, esta vez sí, los comicios legítimamente y haber accedido a la Casa Blanca. Muchos, dentro y fuera de EEUU, se preguntan, nos preguntamos, cómo es posible que un personaje como Trump haya vencido legítimamente. Si prestamos atención a diversos estudios, análisis, encuestas aparecidos en años recientes, hasta pocos meses antes de las elecciones de noviembre de 2024, es posible que hallemos respuesta.
Encuesta de Democracy Fund, de diciembre 2022: “Hipocresía Democracia. Examen de las frágiles convicciones democráticas de Estados Unidos”. Centrándose en los republicanos , concluye que el 81% de quienes en septiembre de 2020 creían que es importante que el perdedor reconozca la victoria del ganador, tras la victoria de Biden un 62% lo rechazaba afirmando que no era un presidente legítimo. El 53% mantenía que Trump no debería aceptar a Biden.
En lo que se refiere al asalto al Capitolio de enero 2021, el 46% de los republicanos lo describía como un acto de patriotismo y el 72% se oponía al comité parlamentario formado para investigar dicho asalto.
Encuesta de Public Religion Research Institute/Brookings Institution, agosto 2023: “Amenazas a la democracia norteamericana ante una elección presidencial sin precedentes”. Se trata de una macroencuesta con diversos capítulos sobre política, economía, religión, valores y cultura.
Inicialmente y ante la pregunta de si los encuestados estiman que Estados Unidos camina en buena dirección, solo el 22% responde afirmativamente. El 77% dice que va en la dirección equivocada. No se dan diferencias significativas en virtud del género, raza, educación o región.
Sobre si la cultura y el modo de vida norteamericanos han empeorado, el 58% de los blancos, el 54% de los hispanos y el 47% de los negros así lo sostienen. Sintomático: en las áreas rurales, el 67% afirma que han empeorado.
Ante la pregunta ¿Hemos dejado atrás los mejores años de nuestra vida?, el 52% así lo piensa, pero en las áreas rurales son el 64%.
Consecuentemente, la encuesta inquiere sobre “Apoyo al autoritarismo como respuesta a la dirección en que camina el país”. Y ante esta proposición: “Dado que las cosas han ido tan lejos en los Estados Unidos, necesitamos un líder que quiera romper algunas normas, si ello consigue que las cosas vuelvan a su sitio”, el 38% se declara de acuerdo.
También consecuentemente, el siguiente tema versa sobre “Apoyo a la violencia política como respuesta a la situación en que se halla el país”. El 23% de los inquiridos está de acuerdo en que “dado que las cosas han llegado tan lejos, es posible que los auténticos patriotas norteamericanos tengan que recurrir a la violencia para salvar a nuestro país “. Esto era en 2023. En 2021 era solo el 15%.
En otro orden de cosas, el 46% de los encuestados manifestaba que las elecciones de 2020 fueron robadas a Donald Trump y sobre su posible reelección en noviembre de 2024, el 91% de los demócratas estimaba que podría suponer una amenaza para la democracia, pero solo el 21% de los republicanos lo pensaba.
La encuesta aborda dos temas cuyas respuestas en 2023 podrían conceder un grado de optimismo. Por un lado, en el asunto de la inmigración, el 52% declara que el creciente número de llegadas de personas de otros países fortalece la sociedad norteamericana, frente al 44% que dice que ello amenaza las costumbres y valores del país. Por otro, hay una proposición concreta sobre el estudio de la historia: “Debemos enseñar a nuestros hijos los aspectos buenos y malos de nuestra historia, de manera que puedan aprender del pasado”. El 94% se muestra conforme. Pareciera que los artífices de esta interesante encuesta se hubieran inspirado en este aspecto en el gran historiador e hispanista británico John Elliott (1930-2022), cuyo lema de cabecera era “Hay que estudiar historia porque la ignorancia conduce al recelo y al odio”. Donald Trump no es grande, no es aficionado a la historia (aunque ya se ha incorporado a la misma) y desde luego no es amigo de los hispanos ni de los latinoamericanos.
Otras diversas encuestas fueron realizadas con posterioridad a las que he mencionado y cada vez más cercanas a noviembre de 2024. Temas conexos y con similares conclusiones. La de la encuesta NORC/Universidad de Chicago, marzo 2024, es : “La mayoría piensa que la democracia es importante para la identidad de los Estados Unidos, pero pocos piensan que esté funcionando bien”. El 53% piensa funciona mal, frente al 31% bien. Esta encuesta contiene una proposición, abordada en otras, singularmente significativa en los tiempos que ahora corren: “La mezcla de culturas y valores provenientes de diversas partes del mundo ¿es importante para la identidad norteamericana?. El 78% de los demócratas responde afirmativamente, pero solo lo hace el 37% de los republicanos.
A cuatro meses de las elecciones de noviembre, Informe del Pew Research Center, julio 2024: el 72% dice que la democracia solía ser un buen ejemplo, pero ha dejado de serlo en los últimos años. El 11% dice que nunca ha sido un buen ejemplo.
A solo dos meses de noviembre, el Informe del Center for American Progress, septiembre 2024, resume: los valores de la democracia norteamericana se hallan en estos tiempos sujetos a un activo ataque político a cargo de una minoría política y poderosos y ricos intereses. Simultáneamente, muchos ciudadanos sienten que el Gobierno no está haciendo su trabajo de proporcionar prosperidad y seguridad. La insatisfacción con la democracia crece y un apreciable número de ciudadanos se muestran abiertos a la autocracia. Los jóvenes y las personas de color, a quienes a menudo se les niega poder político pleno en el sistema y que se enfrentan a dificultades económicas desproporcionadas, se muestran especialmente abiertos a líderes autocráticos que quieren destruir el sistema.
La democracia está basada en la convicción de que el candidato que pierde unas elecciones acepta el resultado, se retira y en todo caso trabaja para intentar lograrlo la próxima vez. Evidentemente, esa no es la convicción de Donald Trump
Cabría pensar que aunque los votantes norteamericanos están divididos ante numerosos asuntos, no lo estarían sobre las virtudes de la democracia donde sería posible resolver las diferencias. Sin embargo, prácticamente la mitad de los electores había puesto de manifiesto antes de noviembre su voluntad de votar por Trump, quien ya había acosado a la democracia durante su primer mandato y prometido que continuaría en esa línea si era reelegido. ¿Significa esto que el compromiso de los ciudadanos norteamericanos con la democracia y con sus normas, el imperio de la ley y un sistema judicial imparcial se había debilitado ya antes de la segunda edición Donald Trump? Joe Goldman, el presidente de Democracy Fund, escribió en febrero 2024 que “cuando se vive en tiempos polarizados, es más probable que la gente encuentre excusas para dejar sus principios a un lado porque en esos momentos su identidad política es más importante que casi cualquier otra identidad”.
En enero de 2024, cuando absurdamente Joe Biden aún se mantenía como contrincante electoral de Donald Trump, insistió en un mitin sobre lo que se venía encima. Tras detallar las mentiras trumpianas sobre las elecciones de 2020, su articulada violencia para mantener el poder y sus promesas de venganza contra sus enemigos políticos, advirtió: “El asalto de Trump a la democracia no es solo parte del pasado. Es lo que está prometiendo para el futuro”.
Trump se vanagloria intentando humillar, entre otros, a Zelenski, Trudeau y a la propia Unión Europea, “empeñada en joder a Estados Unidos”
Y ya estamos en el futuro. En una sociedad norteamericana que hasta ahora no ha demostrado ser inmune al autoritarismo (¿lo será ante el totalitarismo?) y con pareceres de respetados expertos y analistas que advierten sobre el golpe de Estado que la victoria de Trump ha supuesto. Así, Paul Krugman, que recuerda que el secretario del Tesoro de la actual administración ha dado a Elon Musk acceso total a los computadores de su departamento, lo que, entre otras cosas, posibilita que el payaso advenedizo pueda descargar los datos privados de millones de ciudadanos y controle el gasto público. Dice Krugman: “Podemos haber sufrido ya un golpe de estado del siglo XXI. Sin tanques en las calles, pero el control efectivo del gobierno puede haberse escapado ya de los representantes democráticamente elegidos” (Krugman blog, “Trump is doing exactly what he said he would”, 3-2-2025). Hay un proverbio turco aplicable al prácticamente incondicional acceso de Elon Musk a la cumbre del poder: Cuando un payaso accede a un palacio, no se convierte en rey. El palacio se transforma en un circo.
O Heather Cox Richardson: “Los republicanos están permitiendo que Elon Musk, un billonario no elegido, cuya inversión de 290 millones de dólares en Trump y otros candidatos republicanos durante la campaña electoral, se tome la libertad de llevar el gobierno, sobrepasar al Congreso para implementar sus propias políticas y cancelar aquellos programas que le disgustan. La sustitución de nuestro sistema constitucional de gobierno por los caprichos de un ciudadano particular no elegido es un golpe de estado” (citada por Joyce Vance: “Is it really a coup?”, 5-2-2025). Por su parte The Guardian editorializaba: “La toma del poder por Donald Trump es un golpe de estado encubierto por el caos”, 3-5-2025.
La democracia está basada en la convicción de que el candidato que pierde unas elecciones acepta el resultado, se retira y en todo caso trabaja para intentar lograrlo la próxima vez. Evidentemente, esa no es la convicción de Donald Trump, quien, tras perder los comicios en 2020, apoyó y fomentó el intento de golpe de estado que supuso el asalto al Capitolio de enero de 2021.
El historiador de Yale Timothy Snyder publicó en 2017 un libro preclaro y precursor: Sobre la tiranía. Aparecido durante el primer mandato de Trump, donde las libertades ya estaban amenazadas, advertía de que “las sociedades pueden quebrarse, las democracias pueden caer, la ética puede venirse abajo y la gente corriente puede encontrarse en situaciones inimaginables. No somos más sabios que los europeos, que vieron cómo la democracia se rendía ante el autoritarismo durante el siglo XX. Pero cuando el orden político parece amenazado, nuestra ventaja es que podemos aprender de su experiencia para impedir el avance de la tiranía. Ahora es un buen momento para hacerlo”.
En las encuestas que he facilitado al inicio de este artículo queda de manifiesto que muchos ciudadanos norteamericanos (por supuesto no la mayoría, pero…) están de una u otra manera insatisfechos con el actual sistema: el 77% afirma que el país va en la dirección equivocada y el 38% manifiesta que “necesitamos un líder que quiera romper algunas normas, si ello consigue que las cosas vuelvan a su sitio”. Ya lo tienen en la Casa Blanca, está rompiendo más que algunas normas y además quebrantando el sistema, a nivel nacional e internacional. Estados Unidos se halla en situación de emergencia democrática que podría llegar al colapso de las instituciones y facilitar una situación de tiranía.
Sinclair Lewis, primer norteamericano en recibir el premio Nobel de literatura, publicó en 1935 una novela titulada Eso no puede pasar aquí. Una sátira política distópica, cuya trama es el acceso al poder de un presidente que, ante la dramática situación económica y social tras el crac de 1929, persigue crear un Estado totalitario. Diversos personajes expresan opiniones perfectamente trasladables a varios miembros del equipo del actual presidente Trump. Un general que hace un discurso claramente fascista exclama: “Lo que realmente me gustaría que hiciéramos es salir y decirle a todo el mundo: ya no importa el aspecto moral del asunto. ¡Tenemos poder y el poder no necesita excusas!”.
Se trata de una reunión social de un club de adinerados miembros donde las opiniones van casi unánimemente en parecida dirección. Un banquero le dice a un influyente comunicador, propietario de un diario: “¿Por qué te asusta tanto la palabra fascismo? Quizá no sea algo tan malo, con la cantidad de vagos que tenemos hoy mendigando ayudas estatales y viviendo de mis impuestos y los tuyos. Al menos no es peor que tener un hombre fuerte de verdad, como Hitler o Mussolini, que dirija el país de verdad , para que sea eficiente y próspero de nuevo”. (¿Make America Great Again?). Otro contertulio: “Es una tontería seguir hablando sobre el tema. Quizá nos venga bien tener un hombre fuerte al mando, pero eso no puede ocurrir aquí, en Estados Unidos”.
En los días que redacto este texto, Donald Trump se vanagloria intentando humillar, entre otros, a Zelenski, Trudeau y a la propia Unión Europea, “empeñada en joder a Estados Unidos”. A Trump probablemente le encantaría leer esta proclama a cargo de uno de los miembros más excitados del club: “La única relación auténtica que tenemos con Europa es la ardua tarea de tener que educar a las masas groseras e ignorantes que Europa exporta e intentar darles algo parecido a la cultura americana y las buenas maneras. Pero tenemos que estar preparados para defender nuestras costas de todas las bandas extranjeras de mafiosos internacionales que se definen a sí mismas como ‘gobiernos’ “. Por supuesto, confieso ser admirador de Sinclair Lewis.
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Emilio Menéndez del Valle es embajador de España.
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