El reto ya no es técnico, es político: la advertencia ambiental de la ONU

Desde que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) publicó su primera evaluación en 1997, la serie de informes Global Environment Outlook (GEO) ha servido como la columna vertebral científica para la diplomacia ambiental global. A diferencia de los informes especializados que diseccionan el clima o la biodiversidad por separado, el GEO se ha distinguido históricamente por ofrecer una visión holística, conectando los puntos entre la economía, los sistemas sociales y la salud planetaria. Durante casi tres décadas, estos documentos han actuado como un sistema de alerta temprana, advirtiendo a los líderes mundiales sobre tendencias preocupantes que, trágicamente, se han ido confirmando una tras otra. Sin embargo, el reciente lanzamiento de esta séptima edición (GEO-7) marca una ruptura fundamental con el pasado. Bajo el título "Un futuro que elegimos", el informe abandona la cautela diplomática para plantear una realidad binaria y brutal: o transformamos radicalmente nuestros sistemas de energía, alimentación y materiales ahora, o nos enfrentamos a un colapso sistémico que drenará billones de dólares de la economía mundial anualmente.

El diagnóstico científico del GEO-7 es devastador y confirma que el sistema climático ha entrado en lo que los expertos denominan "territorio desconocido". Los datos recopilados indican que, sin una intervención drástica e inmediata, la temperatura media global superará el umbral de seguridad de 1,5 °C a principios de la década de 2030, una fecha que ya está al alcance de la mano. Más alarmante aún es la proyección. Bajo las políticas actuales y las tendencias de mercado existentes, la humanidad se dirige hacia un calentamiento catastrófico de entre 2,4 °C y 3,9 °C para finales de siglo. Este escenario no solo implica un clima más cálido, sino un planeta fundamentalmente diferente y hostil. El informe subraya un riesgo existencial que a menudo se diluye en el debate público: los puntos de inflexión climáticos. Ya no hablamos de cambios lineales y graduales, sino de umbrales críticos que, una vez cruzados, desencadenan reacciones en cadena irreversibles. Estamos al borde de activar eventos como la muerte masiva y funcional de los arrecifes de coral tropicales, el colapso de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida Occidental, y el deshielo abrupto del permafrost, liberando cantidades ingentes de metano que acelerarían aún más el calentamiento fuera de control humano.

Ante esta amenaza existencial, el GEO-7 identifica que los parches superficiales ya no son suficientes; se requiere una reingeniería total de cómo consumimos y producimos, señalando la transición hacia una economía circular global como un imperativo de supervivencia. El modelo lineal actual de "extraer-usar-tirar" se revela no solo como insostenible, sino como suicida a largo plazo. Las proyecciones del informe estiman que, si mantenemos el rumbo actual impulsado por estilos de vida intensivos en recursos y una urbanización desmedida, la demanda global de materiales se disparará hasta las 160.000 millones de toneladas para 2050. Este volumen de extracción es incompatible con la vida en un planeta finito. La solución propuesta implica una transformación profunda hacia la circularidad, extendiendo la vida útil de los productos y maximizando la eficiencia, lo que podría limitar esa demanda a niveles manejables por debajo de las 120.000 millones de toneladas. Esta transición es crucial no solo para frenar la contaminación por plásticos, que actualmente inunda los océanos y cuesta a la economía más de 1,5 billones de dólares anuales en daños a la salud, sino también para asegurar el suministro de minerales críticos necesarios para la propia transición energética, evitando que la solución a la crisis climática genere una nueva crisis de biodiversidad por la minería desenfrenada.

El diagnóstico científico del GEO-7 es devastador y confirma que el sistema climático ha entrado en lo que los expertos denominan "territorio desconocido"

Sin embargo, la viabilidad de estas soluciones técnicas y económicas choca frontalmente con una barrera formidable que el informe identifica con inusual franqueza: la resistencia política y los intereses creados. El GEO-7 advierte explícitamente sobre la naturaleza política de las transformaciones necesarias, reconociendo que el cambio generará ganadores y perdedores y que habrá una feroz oposición por parte de aquellos que se benefician del status quo. Es en este contexto donde el auge global de movimientos políticos de extrema derecha representa, quizás, la amenaza más inmediata y peligrosa para la seguridad planetaria. En un momento histórico que exige una cooperación multilateral sin precedentes para gestionar sistemas atmosféricos y ecológicos que están intrínsecamente interconectados, las agendas nacionalistas, aislacionistas y proteccionistas actúan como un acelerador del desastre. Al rechazar los acuerdos internacionales, despreciar la evidencia científica y promover una soberanía mal entendida, estos movimientos desmantelan la gobernanza ambiental necesaria para resolver problemas que, por definición, no respetan fronteras nacionales.

Esta dinámica política no es simplemente una diferencia de opinión ideológica, sino un obstáculo activo que busca blindar industrias obsoletas a costa del futuro colectivo. En lugar de facilitar la transición económica que propone el GEO-7, la cual generaría beneficios netos de decenas de billones de dólares anuales hacia la segunda mitad del siglo, estas ideologías tienden a subsidiar y proteger artificialmente a los sectores de combustibles fósiles y al extractivismo tradicional. Lo hacen a menudo bajo la falsa promesa de salvar empleos que, en realidad, están condenados por la propia dinámica del mercado y el agotamiento de los recursos, atrapando a sus economías en tecnologías del pasado mientras el resto del mundo avanza. Además, la erosión de la cohesión social es una táctica común de estos movimientos, que frecuentemente marginan a las poblaciones vulnerables y atacan los derechos de las comunidades indígenas. El informe destaca, irónicamente, que son precisamente estos pueblos indígenas quienes, a través de sus conocimientos tradicionales y custodia del territorio, ofrecen algunas de las soluciones más efectivas para la conservación de la biodiversidad. Atacar sus derechos no es solo una injusticia social, sino un error estratégico ambiental.

Las consecuencias de permitir que este obstruccionismo político dicte la agenda global serán severas y se medirán tanto en vidas humanas como en pérdidas económicas. El GEO-7 desmonta el mito de que la acción climática es "demasiado cara", demostrando contablemente que lo impagable es la inacción. Si continuamos bajo las tendencias actuales, nos enfrentamos a una reducción del PIB mundial de hasta un 22% para finales de siglo, una cifra que eclipsa cualquier recesión conocida. Esta pérdida vendrá acompañada de una inseguridad global crónica, donde la degradación ambiental actuará como un multiplicador de amenazas, exacerbando conflictos por el agua y la tierra, provocando migraciones forzadas masivas y profundizando la pobreza y la desigualdad. Las políticas de muros y fronteras cerradas que propone la extrema derecha se revelarán inútiles ante crisis sistémicas como las pandemias zoonóticas, las nubes de contaminación transfronteriza o el colapso de las cadenas de suministro alimentario.

En conclusión, el mensaje del GEO-7 es un recordatorio urgente de que la ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente. Tenemos la tecnología, el capital financiero y el conocimiento científico para construir un futuro próspero, saludable y seguro. Los beneficios de la transformación, estimados en más de 100 billones de dólares anuales para 2100, superan con creces los costes de inversión inicial. Pero el informe deja claro que la principal barrera ya no es técnica, sino política. Frenar el avance de las agendas que niegan la realidad científica y priorizan el beneficio inmediato de unos pocos sobre la supervivencia de la mayoría no es solo una batalla cultural o ideológica, es un imperativo de supervivencia biológica y económica. La humanidad se encuentra en una encrucijada definitiva, y la elección que hagamos en esta década marcará nuestro futuro.

________________________________________

José Luis de la Cruz es director de Sostenibilidad de la Fundación Alternativas.

Más sobre este tema
stats