Auge extrema derecha
¿De dos escaños a 19 en un año? La importancia del dominio del relato en el ascenso de Aliança Catalana
La extrema derecha avanza y Cataluña no es la excepción. Aliança Catalana (AC), el partido fundado y liderado por la alcaldesa de Ripoll (Girona), Sílvia Orriols, podría llegar a ser tercera o, incluso, segunda fuerza, en el caso de que se celebraran elecciones autonómicas según una reciente encuesta publicada en La Vanguardia, que le da 19 diputados a la formación de Orriols frente a los 21 representantes de Junts y Esquerra Republicana. La primera fuerza seguiría siendo el PSC con 36 escaños.
El partido de Carles Puigdemont aparece como el principal damnificado ya que buena parte de los escaños que conseguiría AC vendrían, precisamente, de la formación posconvergente, que perdería 14 diputados respecto a los comicios de 2024. Aunque el grueso de votantes vendría de Junts, según el sondeo realizado por Ipsos con 2.000 entrevistas entre el 11 y 17 de septiembre, la formación ultraderechista conseguiría penetrar también en el electorado del Partido Popular. Vox, por su parte, crecería hasta los 16 escaños y adelantaría al partido de Alejandro Fernández.
La encuesta ofrece la radiografía de una Cataluña ingobernable por, precisamente, el ascenso de las extremas derechas, que dejarían un Parlament sin mayorías más allá de un improbable pacto entre el PSC, Junts y ERC. En el caso de Aliança Catalana, que irrumpió en el Parlament el pasado año con dos escaños y menos del 4% de los votos, se trataría de un crecimiento exponencial: obtendría el 11,9% del total de votos y pasaría a ser primera fuerza en Lleida y Girona, según la citada encuesta de Ipsos, dos de los feudos históricos de Junts.
Si bien todo apunta a que el auge de la formación ultraderechista es un fenómeno consolidado que también se está produciendo en otras latitudes europeas y americanas, cabe destacar que otros barómetros como el Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) aprecian una subida más contenida al situar AC en el entorno de los 10 escaños, según el estudio publicado en julio. Se trata de la misma tendencia que dibujaba la encuesta de Sigma Dos para El Mundo la pasada semana, que le confería entre 11 y 14 diputados, lo que situaría al partido de Orriols en sexta posición.
Un castigo a los partidos tradicionales (y a la causa independentista)
Es precisamente en esto en lo que se detiene Jordi Muñoz, director del CEO hasta hace un año. Muñoz, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Pompeu Fabra y docente en la Universidad de Barcelona señala, en conversación con infoLibre, que hay que ser "prudentes" con la encuesta de La Vanguardia porque, a su juicio, "exagera" la subida del partido de Orriols. A la espera de obtener los datos desgranados, Muñoz sí que considera que hay una "tendencia" que apunta al crecimiento de la extrema derecha que bebe, especialmente, de los partidos de centro derecha tradicionales. "Eso lo estamos viendo en otros países de nuestro entorno. Ni Cataluña ni el conjunto del Estado son una excepción".
Las razones detrás de esta subida son múltiples, pero Muñoz las sintetiza en dos. Por un lado, el contexto de desafección e insatisfacción con los políticos, que se traduce en una "baja confianza" con las instituciones. "Los países del sur de Europa son mucho más desconfiados que los del norte y ese sentimiento se agudizó en la crisis económica de 2009 y todavía no se ha recuperado. Eso lo utiliza la derecha radical, como en su día hiciera la izquierda, situándose fuera del establishment político y económico", analiza el exdirector del CEO. La diferencia, a su juicio, es que entrar a gobernar a las instituciones ha provocado que la izquierda "ya no sea creíble como alternativa". A ello se le suma que la ultraderecha "controla" la conversación sobre la inmigración. "Cuanto más se habla de ello, mejor les va. Ahí siempre tienen las de ganar", analiza.
Coincide en ese planteamiento Ana Sofía Cardenal, profesora de Ciencia Política en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que considera que la extrema derecha "sale reforzada" con el debate migratorio y apunta a que hay una "frustración" hacia los partidos tradicionales que tienen que ver con las condiciones materiales pero también con las políticas. En ese sentido, cita a los partidos independentistas por "no haber cumplido con su objetivo": "No han dado nada a cambio a sus votantes y eso produce una frustración evidente", señala. Sin embargo, también cree que ese sentimiento de hartazgo opera hacia los partidos tradicionales porque cala la sensación de que el "ascensor social está averiado", aparte de tener muy presente "el sentimiento antiinmigración" como forma de culpar a los migrantes de determinados problemas estructurales.
Para Joan Font, doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universitat Autònoma de Barcelona y director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados del CSIC (IESA), que también es cauto con los datos que arroja La Vanguardia, no hay "una respuesta convincente que sirva para todos los casos" del auge de las extremas derechas aunque cree que en el caso catalán sí hay "un efecto de voto de protesta" ya sea en clave política o material. "Sospecho que a algunos votantes de Aliança Catalana no les va nada mal económicamente", señala, si bien sí que cree que hay un segmento de población más joven, especialmente masculina, que sí ve que sus expectativas "están frustradas" y "culpan a los migrantes" de ello.
¿Cómo se combate a la extrema derecha?
Frente a eso, los partidos tradicionales tratan de revertir esa tendencia, pero las voces consultadas consideran que no lo tendrán fácil. La politóloga Bonnie Meguid teorizó hace años las tres principales estrategias para combatir los partidos de nicho, que se han planteado habitualmente como una lucha contra las formaciones ultra: ignorarlos y perimetrar cordones sanitarios; confrontar sus políticas; o acomodarlas y plantear alternativas desde una posición más central o mayoritaria. Pero todas estas estrategias tienen pros y contras. "Cuando un partido presumiblemente moderado les da la razón, el mensaje de estos partidos se hace mas creíble, aceptable, y los votantes pasan a normalizarlo", apunta Font. Por otro lado, cree que el cordón sanitario "no está claro qué recorrido tiene" porque entonces estas formaciones tienen muy a mano presentarse como "las víctimas".
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A juicio de Muñoz, el partido que "consigue que su tema sea el central tiene mucho ganado", porque "eso pone a los otros en el dilema de sacar otras cuestiones pero arriesgarse a quedar desdibujados o entrar al trapo sabiendo que quien lo ha propuesto tiene una ventaja estructural". El experto lo ilustra con el tema de la vivienda, que según la citada encuesta publicada el domingo, "aparece como uno de los problemas más importantes" para los entrevistados. "Eso sí refleja un cierto éxito de la izquierda y los movimientos sociales, porque es un tema que afecta mucho a la ciudadanía. Hay una disputa por la conversación, cuanto más se hable de vivienda, de redistribución y servicios públicos, mejor le irá a la izquierda", reflexiona.
Cardenal es más pesimista y cree que los partidos de izquierdas "no están sabiendo" dar la batalla y que sus votantes están "hoy desanimados y desmovilizados, casi con cierto fatalismo". La profesora de la UOC opina que es inevitable que las extremas derechas gobiernen, pero considera que será entonces cuando apreciarán un "desgaste", como le está sucediendo a Donald Trump en EEUU o a Javier Milei en Argentina. "Los políticos no controlan todo, pero el problema es que la extrema derecha no respete las reglas democráticas que rigen con otros partidos", subraya. También apunta a que la estrategia de los partidos como el PP y Junts no funciona porque están "radicalizando sus posiciones" y adoptando su "narrativa" a la de Vox o AC.
El exdirector del CEO considera que en el caso de Orriols le ha beneficiado de manera clara gobernar en Ripoll y cree que "no hubiera sido lo mismo" si la actual líder de Aliança Catalana fuera "jefa de la oposición", una opción que estuvo sobre la mesa al plantear una moción de censura contra ella que no prosperó por la negativa de Junts. En ese sentido cree que a la extrema derecha le penaliza gobernar si lo hace en minoría, como ya pasó en varios gobiernos autonómicos del PP de los que se salió el pasado verano. "Si gobiernan ellos directamente, especialmente si se trata de alcaldías, les beneficia", concluye.