La formación de Gobierno en Andalucía

El pacto andaluz de derechas ya retrata a Ciudadanos junto a Vox

La nueva mesa del Parlamento de Andalucía, durante la sesión del jueves 27 de diciembre.

El PSOE experimentó este jueves, ya de forma incontestable, su pérdida de poder en la política andaluza tras casi 37 años. Después de su retroceso electoral, de su pérdida de iniciativa negociadora, de su desplazamiento del centro de la escena política, ahora se ha materializado su derrota en el Parlamento. Una derrota del PSOE y de la izquierda andaluza en su conjunto, preludio del cambio de Gobierno en próximas fechas, que será conformado previsiblemente por PP y Ciudadanos gracias a Vox, partido de extrema derecha que empezó este mismo jueves a cobrarse recompensas por su apoyo al acuerdo. A pesar de que Cs insiste en negar que Vox tenga nada que aportar al acuerdo, los hechos han hablado.

El acuerdo entre los partidos liderados a nivel estatal por Pablo Casado y Albert Rivera, y a nivel andaluz por Juan Manuel Moreno y Juan Marín, se extendió en la sesión constitutiva del Parlamento de Andalucía a Vox ya con toda claridad, a pesar de los esfuerzos de Cs por evitar ese retrato. Fue imposible. La mayoría de 59 diputados conservadores (26 del PP, 21 de Cs y 12 de Vox) se impuso a la minoría de 50 parlamentarios progresistas (33 del PSOE y 17 de Adelante Andalucía), quedándose con 4 de los 7 miembros de la Mesa de la Cámara y con la Presidencia de esta, en la persona de Marta Bosquet, de Ciudadanos, que se convierte en la primera política del partido naranja que ostenta un puesto de máxima relevancia institucional. No será la última. En breve habrá consejeros también, en un gobierno PP-Cs inevitablemente sostenido por Vox.

Más allá de gestos de incomodidad o de muestras públicas de desdén por parte de Cs, el partido de ultraderecha encabezado en España por Santiago Abascal y en Andalucía por Francisco Serrano recogió el primer fruto de su apoyo a PP y Cs para constituir una mayoría conservadora en la Mesa del Parlamento, clave para controlar los tiempos y la agenda de la legislatura. El apoyo de Vox a PP y Cs, como era obvio desde el principio, no era a cambio de nada, sino de un puesto en la propia Mesa del Parlamento, que obtuvo gracias a un pacto que concierne a los tres partidos conservadores. Era una condición de Abascal. Y se cumplió. Los tuits del líder de Vox no son agua de borrajas. Está por ver qué imposiciones programáticas logran hacer ahora, y si Cs sigue empeñado en negar que Vox esté determinando el contenido de los acuerdos. Los portavoces del partido ultraderechista advierten de que "no serán obstáculo" para el "cambio", pero también insisten en que harán valer sus 12 diputados.

Así queda el mapa del poder en la Mesa del Parlamento, que era lo que se dirimía este jueves, paso previo imprescindible para convocar una sesión de investidura en próximas fechas. La presidenta es de Cs, Marta Bosquet, que ya fue parlamentaria en la legislatura de debut del partido naranja (2015-2018) y se ganó la confianza de Marín por su papel en la comisión de investigación de los cursos de formación. De los tres vicepresidentes, hay una del PP (Esperanza Oña, apoyo de Pablo Casado durante las primarias y experimentada parlamentaria); una del PSOE (Teresa Jiménez) y uno de Cs (Julio Díaz). De los tres secretarios, hay una del PSOE (Verónica Pérez, líder del PSOE en Sevilla); uno del PP (Manuel Andrés González) y uno de Vox (Manuel Gavira). Es decir, en la Mesa hay cinco conservadores (2 de Cs, 2 de PP y 1 de Vox) y dos progresistas (los 2 del PSOE).

Se quedó fuera de la Mesa Adelante Andalucía, a pesar de tener más votos que Vox en las urnas, al no aceptar la posibilidad de que Cs le cediese una Vicepresidencia. Entendían Teresa Rodríguez (Podemos) y Antonio Maíllo (IU) que era un mecanismo para disimular el "blanqueamiento" de Vox, una estratagema para poder decir que el acuerdo consistía sólo en dar representación en la Mesa a todos los partidos. Rodríguez y Maíllo sacrificaron tener voto en la Mesa por hacer (más) visible el pacto de PP y Cs con Vox. No todos en Adelante Andalucía están convencidos de que sea la estrategia más inteligente, como admite en privado un integrante del espacio de confluencia.

De momento Adelante Andalucía se queda fuera de la Mesa de la Cámara, que incumple con ello su propio reglamento, que establece que todos los grupos deben estar representados (vea el artículo 36). Es previsible que se arbitre alguna solución ad hoc que dé a Adelante Andalucía presencia en la Mesa pero sin voto. La solución se encuadraría en la adoptada en la legislatura pasada a raíz de un conflicto de representatividad en la Mesa planteado por el PP y que zanjó el Tribunal Constitucional, luego no debería suponer mayor problema legal.

Disimulos de Cs

Los de Rivera se esforzaron en desligarse al máximo de la parte del acuerdo que concierne a Vox. ¿Cómo? No solicitaron públicamente el apoyo de Vox a su candidata a presidenta del Parlamento, ni sus parlamentarios votaron a favor del secretario de Vox. Pero ese es el haz de la moneda. En el envés, Vox y Ciudadanos hicieron cada cual su papel dentro de un mismo plan. Para entenderlo hay que ver los resultados de las votaciones. La candidata a presidenta del Parlamento de Ciudadanos, Marta Bosquet, obtuvo 59 votos: 26 del PP, 21 de Cs y 12 de Vox. Sin los 12 de Vox, no habría salido. Porque la candidata alternativa, Inmaculada Nieto, cosechó 50 votos: los 33 del PSOE y los 17 del PSOE. Era una candidata de Adelante Andalucía, no del PSOE, que renunció a presentar su propio aspirante para que se visibilizara claramente que para que saliera Bosquet eran necesarios los votos de un partido de extrema derecha.

Entre las vicepresidentas la más votada fue Esperanza Oña, con 34 votos: 26 del PP y 8 de Vox. Después, Teresa Jiménez, con los 33 del PSOE. Y por último, Julio Díaz, de Ciudadanos, que se llevó los 21 votos de Cs y 4 de la formación de Santiago Abascal.

El mayor disimulo estuvo en la elección de los tres secretarios: Verónica Pérez (PSOE) obtuvo los 33 votos de su partido; Manuel Andrés González (PP), los 21 de Cs y 9 de su propio partido. El PP reservó el resto de sus votos, 17, para Manuel Gavira, de Vox, que junto con los 12 de su propio partido llegó a 29. Así se convirtió en el tercer candidato más votado, por delante Guzmán Ahumada, de Adelante Andalucía, que se llevó 17. Es muy cierto que Gavira, de Vox, no recibió ni un voto de Ciudadanos... pero su elección sólo fue posible porque el PP le dio unos votos que ya no necesitaba para su propio candidato, porque Ciudadanos lo había apoyado. Y porque el partido naranja renunció oportunamente a presentar su propio aspirante a secretario. ¿Se puede decir que Cs haya votado al candidato de Vox? No. ¿Hubiera salido el candidato de Vox sin el acuerdo alcanzado por PP y Cs? Tampoco.

Una nueva fase

Ahora, una vez conformado el Parlamento y elegida su Mesa, la presidenta de la Cámara, Marta Bosquet, debe iniciar una ronda de contactos que culminará con la selección de un candidato a la investidura. Susana Díaz sigue diciendo que lo intentará, pero no tiene opciones verosímiles. El más probable es Juan Manuel Moreno, del PP, que para gobernar necesitará el apoyo de Cs y Vox, toda vez que el PSOE ha anunciado que en ningún caso lo apoyará ni se abstendrá. Se abre ahora una nueva fase negociadora, sobre la base de un acuerdo programático de PP y Ciudadanos. Francisco Serrano, que hace las veces de líder de Vox en Andalucía, ya anunció tras la sesión constitutiva de Parlamento que pretende cambiar dicho documento. El apoyo de Vox, otra vez, no será gratis. No obstante, Serrano insistió en que sería "realista".

"No tenemos ningún pacto con Vox", reiteró tras la sesión constitutiva Juan Marín, de Ciudadanos. Mario Jiménez (PSOE) le dio réplica: "Albert Rivera, que ha estado en Andalucía día sí y día también en campaña, hoy no ha venido. Rivera no viene para tapar lo que ya no se puede tapar. Aquí manda la ultraderecha. Ciudadanos ya no es de centro. Lo ocurrido hoy imposibilita que se presente como un partido de centralidad y moderación". En efecto, Rivera no estuvo. Tampoco Pablo Casado. Delegaron en sus números dos, Teodoro García Egea (PP) y José Manuel Villegas (Cs). El PSOE federal estuvo representado por Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, también subdelegado del Gobierno en Andalucía.

"Juro por España"

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La sesión inaugural hizo vislumbrar una legislatura movida, con fuertes choques. Y de contrastes. Se sentaron juntos entre los invitados Javier Ortega Smith, número dos de Vox, junto a Pilar Távora, histórica andalucista. No parecían tener mucho de lo que hablar. A los resonantes "juro por España" con los que tomaron posesión los parlamentarios de Vox, algunos de los cuales evitaron aludir al Estatuto de autonomía, replicaron los representantes de Adelante Andalucía anticipando una batalla contra el "racismo" y el "machismo".

La expresión de los parlamentarios de Vox de "juro por España" para tomar posesión de sus actas podría suponer un incumplimiento del Reglamento del Parlamento, que establece (artículo 4) que los parlamentarios deberán jurar o prometer "acatar la Constitución y el Estatuto de Autonomía". Así lo interpretan, por ejemplo, los parlamentarios de Adelante Andalucía, que denunciaron la fórmula empleada por Vox.

La jornada fue elocuente en cada detalle. La principal protagonista ya no fue Susana Díaz y eso es novedad. Una anécdota. Cuando todos los periodistas estaban esperando su típica bajada por unas fotogénicas escaleras desde su despacho de presidenta –aún lo es, en funciones–, ritual que ha dado pie a cientos de planos televisivos, Juan Manuel Moreno irrumpió por un lateral y se llevó a buena parte de los redactores y gráficos detrás. Fue muy alegórico. Moreno es el más que probable presidente. Aunque para ello, a pesar de la insistencia de Ciudadanos en negarlo, es necesario que Vox se preste a permitirlo. Al igual que su apoyo a la mayoría conservadora en la Mesa, pondrá un precio.

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