Del brazo en alto al meme: la ultraderecha maquilla el franquismo en redes para atraer a los jóvenes

Imágenes de memes y vídeos sobre Francisco Franco en redes sociales.

"Somos el único país del mundo en el que los perdedores [la izquierda] han escrito la historia", "Con Franco sería ministro" o "Volvamos al 36". No hace falta remontarse al siglo XX ni regresar al franquismo para escuchar alabanzas a la dictadura. Las encontramos a diario en Internet en forma de vídeos, memes, podcasts o directos. Creadores de contenido e influencers de extrema derecha, con cientos de miles de seguidores, tratan de reivindicar la dictadura ocultando la violencia, las muertes y el dolor que provocó.

Ya no se exhibe la camisa azul con orgullo ni se ondean abiertamente las banderas rojigualdas con el águila de San Juan. En su lugar, los nostálgicos del régimen han adoptado una estética más neutra y un discurso en el que aluden a la "libertad" y a "voces silenciadas". Los agitadores ultras apelan a una falsa neutralidad, se presentan como "periodistas libres" y se autoproclaman defensores de la nación. Agitadores como Vito Quiles, Isaac Parejo (InfoVlogger) o Bertrand Ndongo son un claro ejemplo de estas estrategias discursivas.

En paralelo, la asociación Núcleo Nacional —un grupo que une falangistas, franquistas y neonazis bajo estética paramilitar— ha logrado trasladar sus actividades al entorno digital, captando jóvenes y multiplicando su presencia online. También ellos han entendido que la argumentación explícita tiene menos recorrido y recurren al ideario ultranacionalista, la exaltación de la "familia tradicional" o la demonización de la inmigración, traducidos al lenguaje de las redes.

La amplificación digital

"Gracias a las redes sociales, muchos jóvenes están descubriendo que la etapa posterior a la Guerra Civil no fue oscura, como nos vende este Gobierno, sino una etapa de reconstrucción, progreso y reconciliación para lograr la unidad nacional". La frase del diputado de Vox Manuel Mariscal, pronunciada el pasado 26 de noviembre, resume cómo la extrema derecha ha encontrado en Internet su terreno más fértil.

Miquel Ramos, periodista especializado en neofascismos y extrema derecha, define ese espacio como "un vehículo fundamental" para difundir relatos negacionistas y discursos de odio. "El sitio que no encuentran muchas veces en la mayoría de medios convencionales lo tienen en las redes sociales, ya que no hay filtro y encima están en manos de empresarios que apoyan esos discursos", detalla.

Los algoritmos, además, actúan como amplificadores. Anna López, doctora en Ciencia Política y autora de La extrema derecha en Europa (Tirant, 2025), explica que estas plataformas "premian lo que provoca, lo que indigna y lo que genera interacción, porque su negocio es el clic, no la verdad". En ese entorno, los mensajes ultras —simples, emocionales y agresivos— encajan a la perfección. "Alcanzan una visibilidad que ningún discurso racional podría lograr", resume López. Ramos añade que las redes han sido "un punto de inflexión" porque permiten lanzar mensajes de odio de forma banalizada y sin apenas consecuencias para los usuarios.

El franquismo convertido en meme

El universo digital del franquismo ha dejado de ser marginal y hoy funciona como un ecosistema propio y reconocible. En TikTok y YouTube circulan vídeos donde artistas como Aitana, Quevedo o David Guetta "interpretan" el Cara al sol mediante montajes creados con inteligencia artificial. La simbología franquista se disfraza de contenido ligero, irónico o humorístico. "No hablan de consignas políticas, sino de estética emocional. Usan los códigos del entretenimiento —memes, canciones, filtros, ironía— y logran que símbolos de odio circulen como un chiste compartible", señala López.

También se han consolidado tendencias semanales que funcionan como pequeñas celebraciones digitales. El más conocido es el Franco Friday ("Viernes de Franco"), que consiste en publicar cada viernes imágenes del dictador, fragmentos de discursos, himnos o memes nostálgicos. Lo mismo sucede con los Führer Friday (en torno a Hitler) o los "sábados fascistas" inspirados en Mussolini.

Aparece así Franco con filtros luminosos o música de moda, audios de Primo de Rivera o Blas Piñar editados para sonar casi motivacionales, imágenes del Valle de Cuelgamuros incrustadas en vídeos humorísticos o banderas franquistas presentadas como decoración pop. "Han estetizado la ultraderecha", resume López. "Ya no exhiben símbolos agresivos; adoptan una imagen limpia, patriótica y cool. Parece que hablan de 'libertad' u 'orgullo nacional', pero debajo está el mismo mensaje de siempre".

A esta estética pop se suma una avalancha constante de bulos y cifras manipuladas para reforzar la idea de que "con Franco se vivía mejor". Vídeos y canales de YouTube, Telegram o TikTok repiten que la vivienda era asequible, que había más seguridad, que los pantanos de Franco salvaron a Valencia de inundaciones recientes o que la dictadura creó la Seguridad Social.

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"Utilizan desinformaciones, comparaciones tramposas y cifras descontextualizadas para presentar la dictadura como una época de bienestar y estabilidad", explica la experta en ultraderecha. Ramos añade que los influencers se han convertido en un "artefacto central de la batalla cultural de la extrema derecha". "Buscan infectar el sentido común, normalizar discursos de odio y, además, sacar beneficio económico", detalla.

La juventud como público objetivo

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El fenómeno franquista en redes encuentra su público más vulnerable entre jóvenes que no vivieron la dictadura y carecen de referentes directos sobre su represión. Esta simplificación funciona especialmente bien en una generación que se informa casi exclusivamente a través de vídeos breves, memes y mensajes emocionales. "Así, los discursos de odio o revisionistas se disfrazan de 'opinión alternativa' y encuentran espacios donde no se les cuestiona", señala López.

Pero, como subrayan ambos expertos, para entender su impacto hay que mirar el contexto político y generacional. "Muchos jóvenes que hoy tienen 18 años han llegado a la edad adulta bajo dos legislaturas de gobiernos progresistas, y para ellos el 'sistema' es el progresismo. La extrema derecha ha sabido vender un disfraz de rebeldía contra todo eso que tanto ha costado conseguir", detalla Ramos. Añade que las "cenizas del ciclo post-15M" pesan todavía y que existe una fuerte desafección hacia la izquierda institucional por no resolver los problemas materiales de la juventud.

El fenómeno ya se refleja en los datos. Según el CIS, el grupo de edad más proclive a aceptar un régimen autoritario es el de 18 a 24 años. Y el último barómetro de 40dB muestra que Vox es el partido con mayor intención de voto entre los jóvenes de 18 a 44 años, alcanzando un 30,6% entre los menores de 25. No obstante, Ramos matiza que esto no significa que "los jóvenes sean de derechas". "Hay miles de jóvenes con ideas progresistas, militando y organizándose, pero no reciben la misma atención mediática. Llama mucho más la atención cuatro niñatos haciendo el saludo nazi que chavales parando un desahucio", aclara. Aun así, advierte de una ofensiva reaccionaria que tiene a la juventud como objetivo prioritario.

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