Humor contra la bronca, en TintaLibre de noviembre

Como se suele decir, al mal tiempo buena cara. Siempre nos quedará el humor, queridos lectores. TintaLibre de noviembre prescribe que, contra la bronca, la risa es el mejor antídoto. Así que abrimos nuestras páginas con un trío de intervenciones que dan argumentos sólidos para no desfallecer. 

La pluma ácida y corrosiva de El Gran Wyoming recuerda a un personaje histórico como el músico Frank Zappa para conducir su reflexión a nuestros días y a nuestro quilombo español. Su juicio parece inapelable: “Cuando la mentira se acepta como un elemento más y el fiel de la balanza se sitúa en el centro frente a la verdad, la partida está perdida. Cuando uno de los equipos puede jugar haciendo trampas ante la indiferencia del árbitro, que no es otro que el pueblo, que decide quién es el ganador de la contienda, se hace imprescindible desenmascarar al impostor, al lobo disfrazado de cordero”. Lo dice el incansable agitador de El Intermedio, que acaba de ser reconocido (al menos por una parte de ese pueblo) con el premio Ondas.

Otro grande del humor español, o lo que queda de él, el guionista Miguel Sánchez-Romero, aporta también su receta para el paciente: “Es cierto que el humor podría, como esos antibióticos de amplio espectro capaces de combatir una sorprendente variedad de bacterias, ayudar a mejorar el clima social afectado por las diatribas incendiarias de algunos políticos, o a enfrentar el salvaje radicalismo presente en las redes y tal vez a apaciguar ese ímpetu polarizado que está convirtiendo al cuerpo social de este país en el de dos hermanos siameses que no se soportan”.

Menos doctoral, Isabel Calderón, la codirectora de ese podcast que nos alegra la vida, Deforme Semanal Ideal Total, manda su mensaje: “Si el humor cuestiona y desafía la autoridad, si satiriza la evidencia injusta en el mundo y funciona y la gente se ríe, esa risa colectiva puede desestabilizar jerarquías al hacer visibles las grietas del sistema”.

Tres descargas muy serias en un número que no pierde la memoria de los 50 años de la muerte de Franco. ¿Qué te creías en 1975?, reúne a ocho autores en torno a aquellos días de noviembre, avenida de la democracia española. Son Javier Cercas (Y se murió por fin), Rosa León (La vida era para siempre), Maruja Torres (50 años sin Franco), Luis García Montero (Salir del colegio), Álvaro Pombo (Cuando entonces), Carmen Claudín (Un país adormecido), Victoria Camps (Una ilusión inédita) y Pilar Bonet (Progres o fachas). todas y todos recuerdan y viajan en el tiempo, todas y todos insisten en que algunas cosas de hoy vuelven a recordar aquellos días sombríos de noviembre.

TintaLibre de noviembre sigue escarbando en la memoria por otros derroteros. Marc Campdelacreu nos relata en su crónica el viacrucis informativo y existencial de un corresponsal en Jerusalén (RTVE), y hay dos historias familiares que también hurgan en las heridas del tiempo, dos padres, cada uno a su manera, que han desafiado los horrores ideológicos del siglo XX. 

Ervin Brody, padre de Reed Brody, tras los años de un campo de trabajo en Ucrania llegó a Estados Unidos como a una Tierra Prometida en la que acabó siendo profesor en una Universidad de Nueva Jersey. Su travesía vital es tan cinematográfica como su apellido. Javier Pradera (editor de renombre y uno de los fundadores de El País), nacido en una familia muy vinculada al régimen franquista, se convirtió, en palabras de Máximo Pradera, su hijo, en un converso que luchó (con inteligencia, pero también con humor), contra ese mismo régimen franquista que le había acunado.

Cerramos noviembre (y van ya 140 números) con un testigo de cargo que en el año 1959 todavía no era para nada el mito cinematográfico en el que, a pesar suyo, se convirtió: Robert Redford, el Redford recién casado, recién llegado a Nueva York, cabalgando entre las sombras del alcohol y la prematura muerte de su primer hijo. No todo es un camino de gloria. Lo cuenta Santiago Vicent

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