Entrevista

Daniel Fernández: “Todo el mundo está de acuerdo en la defensa del libro, pero los Gobiernos han hecho poco”

Daniel Fernández, nuevo presidente de FGEE.

Crear un Plan de Fomento Integral del Libro y de la Lectura, poner en valor el libro de texto, reimpulsar las bibliotecas, controlar las pérdidas del sector, apoyar el tejido de librerías, encontrar un lugar confortable en el universo digital... Daniel Fernández encara un año, el primero de los tres que tiene por delante como recién nombrado presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), cuando menos movido.

Daniel Fernández (Barcelona, 1961), que es presidente de Castalia, Edhasa y de Ediciones Prensa Libre, la empresa editora de infoLibre y tintaLibre, ha sido elegido para el puesto en sustitución de Xavier Mallafré. Charlamos con él sobre algunos de los que serán sus principales ámbitos de actuación para apuntalar una industria que acumula unas pérdidas del 19% en la última década, un 10% en 2013con respecto al año anterior, pero que es, a la vez, el más importante sector cultural en España y líder en América Latina. Al año, factura más de 3.000 millones de euros, lo que supone un 0,7% del PIB, y cuenta con más de 30.000 trabajadores directos o indirectos.

La FGEE, a la que Fernández llega procedente de la presidencia del Gremi d'Editors de Catalunya, agrupa a 850 empresas, que suman un 97% de la facturación nacional. Estas editaron a lo largo de 2013 más de 280 millones de ejemplares y 83.258 títulos, con una tirada media de 3.223 ejemplares.

Pregunta: Empezamos por lo fácil: ¿qué objetivos y retos tienes a tu llegada a la presidencia de la Federación del Gremio de Editores de España?

Respuesta: Que los tiempos son difíciles en general es evidente, y en particular para el mundo del libro. Así que digamos que yo llego a esta responsabilidad con un cierto grado de irresponsabilidad, porque ese tipo de decisiones al final son así. Creo que hay que distinguir entre lo que es más urgente y lo que es lo importante. Entre lo urgente, siendo también muy importante, el primer reto probablemente es ver si se aplica esta reforma parcial, que no nos satisface, de la Ley de Propiedad Intelectual. Ver si conseguimos que la lucha contra la piratería sea efectiva y que este país deje de ser una excepción manifiesta. La verdad es que no nos satisface la reforma de la ley, sigue pendiente un redactado integral de una nueva ley, pero nos parece que sí que empieza a haber instrumentos para cerrar páginas de enlaces.

Creo que es algo que pueden entender los lectores de infoLibre, un medio que cree que hay que poner en valor las informaciones periodísticas y, por lo tanto, también hay que pagar por ellas y hay que poner en valor a los periodistas del medio, y los lectores al final tienen que pagar. Otra cosa es la discusión de cuál es el precio justo, de si estamos en el mundo del low cost, lo que es cierto, eso es cada vez más real y se está produciendo. Pero a mí lo que me importaría es que, en estos tres años que tengo por delante, consiguiéramos con la Administración central del Estado, aunque evidentemente también habrá que hablar con las autonómicas, desarrollar un Plan de Fomento Integral del Libro y la Lectura. Es un plan que en realidad en la federación ya está hecho, ya se ha planteado muchas veces. Hace unos años se presentó incluso un documento sobre ello, que tenía una serie de actuaciones, desde el apoyo a las librerías, la racionalización de la distribución…

Lo que pasa es que en medio hay otra cosa fundamental, que es volver a situar al libro en el centro del sistema educativo español. No por una defensa estúpida o interesada de un sector. Aunque nosotros siempre decimos que somos el sector industrial más importante de la cultura, o el sector cultural más importante de la industria, el tema no es solo la defensa del sector o hacer de lobby, el tema es que hay una relación directa entre los países que leen y que tienen buenos índices de lectura entre su población y aquellos que más prosperan económica y socialmente. A veces da la sensación de que nosotros hemos pasado del analfabetismo funcional al ordenador dejándonos por el camino el libro. Entonces, otra de las cosas que también nos preocupa mucho es el actual momento de desconcierto que hay con la reforma educativa y con los libros de texto. Es decir, nos parece que en el sistema educativo actual se sigue haciendo mucha demagogia con lo de la gratuidad de los libros. Siempre que algo es gratis alguien paga, por lo tanto hay que preguntar quién paga. Es lícito plantear que los libros no los paguen las familias, pero alguien tendrá que pagarlos. Y, desde luego, parece que no se está prestando atención a la llamada biblioteca en casa, la biblioteca particular del alumno, y tampoco a la llamada biblioteca de aula.

P. Ese IVA al 21% impuesto sobre las publicaciones digitales (no así las de papel, al 4%) afecta igualmente al resto de productos culturales y, en ese sentido, todo el sector lleva movilizado ya más de dos años sin haber conseguido absolutamente nada. ¿Eres optimista con respecto a esta batalla?sin haber conseguido absolutamente nada

R. Tengo un optimismo prudente. Yo creo que esto al final se va a conseguir. Este 1 de enero ha entrado en vigor una directiva comunitaria que por primera vez hace que los bienes que se compran en un país de la Unión Europea tengan que ser liquidados al IVA de ese país. Por lo tanto, esas operaciones de los llamados big players –Google, Amazon, etc–, aunque tengan la sede en Luxemburgo, el IVA de los libros digitales que se vendan en España lo van a tener que liquidar al 21%. Con lo cual, una cierta armonización fiscal se está produciendo. Lo otro, que es la equiparación definitiva, yo creo que se acabará produciendo también de facto, porque ya hay bastantes países que lo defienden, muy significativamente Francia.

En el caso del IVA cultural, que efectivamente hubo esa subida salvaje en medio de la crisis económica, por parte del Gobierno del PP, al 21%, pues la verdad es que el 23 de abril del año pasado, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría estuvo con los editores, tanto la Federación de Editores como el Gremio de Editores de Cataluña, y una de las cosas que nos dijo fue que efectivamente el Gobierno estaba estudiando cómo reducir el IVA, porque era consciente de los efectos negativos de esa subida desproporcionada al 21%. También es verdad que ocho o casi nueve meses después no se ha producido nada, es decir, que eso de momento se ha quedado en una simple manifestación de intenciones. Pero bueno, las batallas hay que darlas. A veces hay que darlas también por perdidas, pero desde la Federación lo intentaremos.

P. Llegas a la presidencia, efectivamente, en un momento cuando menos especial. Otra de las cuestiones que han marcado los últimos tiempos, sobre todo en este 2014, han sido las fusiones de grandes grupos editoriales. ¿Qué supone para la industria la presencia de estos grandes conglomerados?fusiones de grandes grupos editoriales

R. Esto había pasado también en otros sectores, y en otros sectores del mundo cultural. En su momento pasó en el cine, y las majors existían por un lado, pero también aparecieron muchas independientes. Ahora mismo, en el mundo editorial occidental en general da la sensación de que hay dos movimientos en marcha: uno tendría efectos centrífugos y el otro centrípetos. Es cierto que se están produciendo fusiones, se está estableciendo un modelo un poco al estilo de las majors, de los grandes estudios de Hollywood, pues se está estableciendo un modelo de conglomerado editorial además muy a menudo vinculado a medios de comunicación, y por lo tanto con toda la potencia de fuego mediático de tener prensa, televisión, radio  asociados a una editora de libros o a un grupo editorial con muchas marcas. Lo que pasa es que esto es una tendencia de mercado real. Estos grandes conglomerados pueden realmente pagar grandes anticipos, son los que pueden hacer grandes inversiones en marketing…

Yo no creo en el discurso maniqueo de que todos los grandes grupos no están por la cultura, sino solo por el negocio, y por el contrario todos los independientes son buenos y están solo por la cultura y el negocio es secundario. Es decir, la independencia siempre te la da un razonable resultado económico. Si hablamos de libros, este es un negocio de céntimos siempre, y de céntimos por ejemplar, y es un negocio de máximo riesgo y escaso margen. Lo que pasa es que es un negocio especial porque evidentemente se vende y se negocia con los sueños, con las ideas y, en general, con casi lo mejor y lo más valioso de nuestra sociedad. Entonces, efectivamente es un negocio especial. Pero al mismo tiempo que hay esas fusiones, que hacen que la clase media editorial sea la que esté casi desapareciendo, aparecen muchas microeditoriales, porque la verdad es que ahora el umbral de inversión que se necesita para hacer una editorial con las nuevas tecnologías es muy pequeño. Y estas editoriales pequeñas de una, dos, tres personas trabajando nada más, sin embargo a veces consiguen éxitos de mercado notables y consiguen claramente hacerse un hueco en las librerías.

P. En España se publicaron en 2013 49.000 libros nuevos, lo cual supone un descenso con respecto al año anterior, pero al mismo tiempo parece una cifra bastante elevada. ¿Se publican en España demasiados libros, teniendo en cuenta también los bajos índices de lectura?se publicaron en 2013 49.000 libros nuevosbajos índices de lectura

R. Sí, sí. Hace muchos años que vivimos una cierta burbuja de la edición. Con la crisis económica y la irrupción del formato digital se ha creado una especia de tormenta perfecta en el mundo del libro, pero hasta entonces el número de libros que se publicaba en España tendía a subir, mientras que la tirada promedio tendía a disminuir. España llegó a ser el cuarto país del mundo en número de libros publicados, pero cuando bajas a la realidad resulta que hay mucha edición institucional, que eso formó parte de la burbuja en otros años y hay mucho libro que se edita en cantidades tan pequeñas que prácticamente no está en el mercado. Yo creo que el sector como tal ha hecho un esfuerzo para racionalizar, ha empezado a adelgazar, y esa cura de adelgazamiento era probablemente necesaria, había que desinflar la burbuja de inflación de títulos, que hacía que además fuera casi ingestionable el sistema de distribución y el sistema de venta. Es cierto que ahí también nosotros la ventaja que tenemos es el continente América Latina y el castellano. La industria española es líder en América Latina, y además en todos los sectores, lo que pasa es que a veces también parte de las ediciones fallidas españolas han acabado en América Latina como libro de saldo, para decirlo con claridad. Y eso al final tampoco es una forma sana ni sensata de llevar la industria.

P. En paralelo está la cuestión de la autoedición, de la que no se habla demasiado. ¿Qué papel va a tener de cara al futuro?autoedición

R. La autoedición es un fenómeno muy curioso. Yo creo que, en estos momentos, reivindicar la figura del editor es básico. En otros momentos nos habían dicho que el editor ya no tiene casi futuro, y desde alguna agencia literaria se había llegado a decir que entre los autores y los agentes ya lo harían todo, y que a partir de ahí bastaba la difusión viral, por decirlo con el término de moda, de las obras, y que el editor ya no era necesario. Yo creo que es un poco al revés, creo que el editor literario es más necesario, como figura no solo cultural o económica, sino también me atrevo a decir intelectual. Ese editor, que forma parte del mundo del futuro, evidentemente lo que no sabe muy bien es qué hacer con la autoedición.

Ahora hay un fenómeno muy curioso, sobre todo en el mundo anglosajón, editoriales de prestigio que son como el mundo al revés: no solo no están pagando anticipo, sino que incluso están pidiendo dinero para publicar un libro. Ahí hay fórmulas mixtas, es decir, hay gente que dice: "Yo publico un libro científico cuando se hayan apuntado suficientes suscriptores, o a través de fórmulas de crowdfunding o con una especie de predemanda del libro. De forma que asegure la impresión y no salga a la intemperie. Y luego hay muchos autores que, efectivamente, se sienten capaces y capacitados para decir: oiga, yo difundo mi libro directamente en la red y a ver qué sucede. Al final, normalmente, que ese libro pase a ser un éxito económico significa la intervención real de un editor y de una editorial que se la juega y decide apostar por ello.

Y lo que está apareciendo también mucho es un tipo de taller de imprenta/editorial que está reapareciendo, y que recuerda al mundo renacentista: es la gente que te maqueta el libro y te lo edita por poco dinero, o si tú les llevas el libro autoeditado ellos se encargan de distribuirlo y de venderlo.

P. Estos tiempos nuevos se definen efectivamente por la autoedición, y en el otro extremo de la balanza, por ese gigante que es Amazon, que aquí en España aún no tiene rama editorial como sí la tiene en otros países. ¿Qué va a pasar aquí con ellos?Amazon

R. Amazon es el gran monstruo logístico, que además domina perfectamente la propaganda y los medios de comunicación, y lo que nos hace es decirnos que va a haber un futuro lleno de drones que repartirán los productos Amazon. Y en Amazon en EEUU en estos momentos se puede comprar no solo un libro, un DVD o un CD, sino una nevera, un colchón, y supongo que algún día entrarán, yo que sé, en la distribución de automóviles. En España, como la industria editorial es efectivamente sólida y consolidada y con una existencia muy prolongada en el tiempo, la verdad es que han sido más prudentes que en otros lugares. También es cierto que la regulación legal española no les pone las cosas tan absolutamente fáciles.

Pero bueno, Amazon es un actor que está aquí para quedarse. Y lo que sí que vamos a tener que hacer es convivir y, como siempre, ser vigilantes en que cumplan las normas. Que no rompan el precio fijo, que es un valor a mantener en el mundo del libro, que no hagan dumping… que jueguen limpio y que se sometan a las mismas reglas de competencia que los demás. De todas formas, hemos empezado el año con una buena noticia, que es que, después de hacerse multimillonario con Facebook, el amigo Zuckerberg ha dicho esto de que lo importante para que la gente prospere es leer, y ha puesto en marcha esta iniciativa de leer al menos dos libros al mes. Así que yo estoy casi por felicitarme y felicitarlo, aunque sea casi un poco paradójico.

P. Cambiando de tercio, quería volver al tema de las bibliotecas, que están en una situación muy precaria, pero que a la vez han comenzado este 2014 con el préstamo digital. ¿Qué consecuencias va a tener este proyecto de cara al futuro?préstamo digital.

R. Esto es un camino en la lógica nueva dirección inevitable. El préstamo de libros digitales en bibliotecas era una de las necesidades obvias y había que reglamentarlo. Una de las sorpresas, según sabemos a través de la International Publishers Association, es que el préstamo de libros digitales no solo no disminuye el préstamo de libros físicos, sino que en el caso del Reino Unido se comprobó que aumentaba la presencia de usuarios en la biblioteca y aumentaba el préstamo de libros en papel. Entonces, hay ahí muchos temas a meditar. Si el periodo de préstamo debe ser de 21 días, como es casi tradicional en el mundo sajón, de una semana, de dos… Pero es evidente que las bibliotecas, igual que los ordenadores, para incorporar contenidos educativos de verdad tienen que acudir a los libros de texto, y los editores de libros de texto son probablemente la gente mejor posicionada para editar de forma digital esos nuevos contenidos, de la misma forma que el préstamo digital debe incorporarse a la actividad normal de las bibliotecas.

P. ¿Qué otros pasos va a dar el sector para adaptarse más y mejor al mundo digital?

R. Para decirlo muy claramente, incluso a riesgo de ser políticamente incorrecto: yo creo que ha habido una parte del sector que durante mucho tiempo lo que ha hecho es casi resistirse al mundo digital. En este momento todavía es pronto para saber cómo sobrevivirá el mundo del libro y cómo se adaptará. Una parte de los cambios ya los está haciendo, porque se están produciendo fusiones, adquisiciones de empresas, también desapariciones, y por lo tanto se está reajustando el mecanismo oferta-demanda a los nuevos tiempos, y eso al fin y al cabo es la esencia de nuestro mundo económico, es esencia básica de todo el capitalismo comercial. Ahora que nadie niega las leyes del mercado, lo que sí hay que plantear es hasta qué punto se deben defender zonas y sectores como el del libro, que son consustanciales al crecimiento y al desarrollo de una sociedad. Entonces, es cierto que ni la gente de Podemos negaría las leyes del mercado, pero también es cierto que ellos serían los primeros en decir que hay cuestiones que son básicas, y el acceso a un hospital y el derecho al mantenimiento de la salud sin duda es básico, pero el derecho a la educación no digamos, y tener por ejemplo una red de bibliotecas bien abastecida, y que esté al alcance de toda la ciudadanía también debería ser fundamental.

P. Y ahora que acabamos de entrar en un año de elecciones, ¿cómo piensas que pueden afectar los cambios de Gobierno?

R. Habrá que ver. A mí, lo que me gustaría es que, antes del periodo electoral puro, en este 2015 consiguiésemos llegar a acuerdos con el actual Gobierno lo suficientemente claros como para tener un plan de actuación. Desde la Federación siempre se ha hablado con los distintos partidos políticos, con todo el mundo. Y todo el mundo está de acuerdo en que la defensa teórica del libro es necesaria, pero luego, desde los distintos Gobiernos, desde los distintos partidos políticos, la verdad es que lo que se ha hecho hasta ahora es muy poco. Y ha habido planes y ayudas especiales para muchos sectores, todas dignísimas, sin duda estimables y a lo mejor algunas necesarias. Nadie discute los planes Renove, Pive, etc, poner dinero público para fomentar y sostener la industria del automóvil. Eso sin embargo no se plantea en el mundo del libro ni en las industrias culturales, en general, porque algunas están muy subvencionadas. Nosotros somos un sector claramente exportador, que claramente genera dinero para las arcas del Estado y somos un sector que en estos momentos necesitaría una atención especial como industria. Una atención especial son muchas cosas, entre ellas la lucha contra la piratería. Y en la lucha contra la piratería sí que nos parece que los partidos políticos son generalmente perezosos porque evidentemente piensan que son medidas impopulares y que les roban votos, y por lo tanto se resisten mucho a poner vallas a ese campo. Aquí evidentemente también habría que entender, porque es muy fácil hacer demagogia. Todos los que leímos La isla del Tesoro sabemos que es más fácil simpatizar con John Silver, el pirata, que con el caballero Trelowney, el squire que acompaña a Jim, porque es más fácil cuando eres adolescente y tienes una visión romántica de la vida simpatizar con el pirata que con el comerciante. Pero al final, quien te ayudará a construir tu posada será el comerciante y no el pirata.

P. Lo cierto es que juventud hay en todos los países, pero parece que aquí en España siempre copamos los primeros puestos de las listas de descargas ilegales. ¿No podemos copiar lo que hacen otros?

R. Nosotros, que ahora seguimos los dictados de Frau Merkel absolutamente en todo, si copiáramos el sistema alemán, castigaríamos directamente al usuario. En Alemania, bajarse una película o una serie de televisión puede conllevar fácilmente 2.000, 3.000 o 5.000 euros de multa. Y la gente lo paga porque se enfrenta a consecuencias jurídicas graves. Entonces, bueno, nosotros en eso no somos alemanes, el Gobierno no ha optado por castigar al usuario de ninguna forma, ni por castigar al consumidor, eso por supuesto está fuera de registro y fuera de cuestión. Pero, para nuestro bochorno, somos uno de los países con mayor piratería. No se ha producido la concienciación social de decir: oiga, no se puede estar robando contenidos protegidos por derechos de autor y de propiedad intelectual permanentemente. Además, hay argumentos que se ven en los foros de internautas que son terribles, argumentos del estilo 'yo ya pago por mi ADSL'. Dices, sí claro, pero ¿y eso qué quiere decir? Paga usted a la compañía telefónica que le suministra la red, y los contenidos le parecen que no tienen ningún valor. Luego hay argumentos más sensatos, como los que dicen que los libros son muy caros. Bueno, eso es relativo siempre, porque evidentemente los libros tienen muy poco margen, pero yo personalmente, no tanto como presidente de la federación sino a título personal, sí creo que una de las pocas formas de sostener todo esto va a ser que los libros digitales por ejemplo se abaraten considerablemente. Eso va a tener que suceder. La música, que sufrió una crisis mucho más dura, reencontró al fin y al cabo su camino con Apple en un principio, en un entorno cerrado, y luego Spotify, ese modelo de suscripción.

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Probablemente los libros seguiremos un modelo de suscripción similar en algún momento. Pero el número de actores, editores y autores es muy amplio, es más difícil que la gente se ponga de acuerdo. Y luego sucede otra cosa, y es que los músicos al final todos han vuelto a la carretera para seguir manteniendo su tren de vida, pero claro, en el caso de los autores eso está más complicado. Son muy pocos los autores que podrían vivir de hacer lecturas públicas de sus libros, aunque en EEUU sí es cierto que se paga por ir a escuchar a un autor de su obra. En última instancia también es un problema de mentalidad del país: en Francia prácticamente no hay piratería, es despreciable en comparación con España; en Alemania u Holanda está muy perseguida, y en los países sajones, ni Reino Unido ni EEUU son países donde la piratería sea un fenómeno absoluto, como lo es en España, probablemente porque están muy acostumbrados a pagar por lo que consumen.

P. Al otro lado está América Latina, que en cierta medida es la que salva los números a España. ¿Qué va a haber de nuevo con respecto a aquel continente?

Desde la Federación lo que hacemos es trabajar juntos en la mayoría de proyectos de relaciones con sus respectivas asociaciones nacionales y con sus respectivos gobiernos. Hay proyectos importantes que involucran a América Latina en general y a algunos países en particular. Nosotros estamos ahora mismo en un proceso de integración, que probablemente todavía durará años, de una base única de datos del mundo del libro en castellano, que sería la integración del ISBN con una herramienta que se llama Dilve, y que en estos momentos está además en una versión mejorada a la que se le llama Dilve Plus. Entonces ahí una de las cosas a trabajar es que la base común de libros publicados en nuestra lengua efectivamente pueda ser común. Esto parece un tema a lo mejor no trascendental; lo que desde luego es, es poco glamuroso, no es fácil explicarlo ni venderlo, pero es un tema fundamental, y a nosotros en estos momentos, la industria editorial española, si no hubiera tenido esa posición, conseguida a base de muchos años de trabajo y de presencia y de inversión allí, en América Latina y en los países que también utilizan el castellano, probablemente hubiera sufrido muchísimo más esta crisis que ahora estamos viviendo.

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