La hechicería verbal de Luis de Lión

El tiempo principia de Xibalbá - Luis de Lión

Libros de la Ballena (Madrid. 2025)

Si hay un dios de las pequeñas cosas, anida también en esas editoriales periféricas que cumplen una misión necesaria: la de traernos libros cautivadores que sin embargo no responden a las exigencias de un mercado cada vez más normalizado, que prefiere lo que se ajusta a ciertos clisés de popularidad garantizada. Nada que objetar, desde luego. Pero también es importante ese fulgor de lo que se escapa al canon, y en este sentido hay que agradecer la labor de riesgo realizada por esas editoriales alternativas con su búsqueda o rescate de valores distintos. Es el caso de Libros de la Ballena, que entre sus últimas publicaciones nos ofrece una novela legendaria que fue durante décadas inencontrable.

Originalmente, se trataba de una especie de diamante en bruto, pues durante mucho tiempo circuló en una primera versión sin corregir por su autor, el maya cakchiquel Luis de Lión. Profesor de la Universidad de San Carlos y miembro del Partido Guatemalteco del Trabajo, Lión había nacido en San Juan del Obispo en 1939, se dedicaba al trabajo por la cultura en un país doblegado por el analfabetismo y la violencia, y desapareció la tarde del 15 de mayo de 1984, cuando un grupo de militares lo secuestró para pronto integrarlo en la nutrida lista de torturados y asesinados por la dictadura. Hubo que esperar hasta 2004, veinte años después, para que el Estado de Guatemala reconociera su responsabilidad en ese crimen.

 El tiempo principia en Xibalbá, finalista en 1972 en los Juegos Florales Centroamericanos de Quetzaltenango, fue la única novela que escribió Lión —autor también de cuentos y poemas— y se publicó tras su muerte, en 1985. Con el tiempo su familia encontró el manuscrito definitivo, ya revisado por su autor, y fue publicado con prólogo del novelista Arturo Arias en Guatemala por la editorial Artemis-Edinter en 1997. Sin embargo, se trataba aún de una edición tosca y es la de La Ballena, publicada en Madrid en 2025 y prologada por Eduardo Becerra, la que puede sentirse como definitiva para esta pieza fundamental de la narrativa guatemalteca contemporánea. Su carácter transgresor de tabúes socioculturales y religiosos y la condición de perseguido de su autor, así como la problemática textual y política circundante, habían envuelto con una nube de humo esas páginas que al fin podemos tener entre las manos, libres ya de tantas sombras, en una excelente edición.

La naturaleza enigmática, poética y surrealizante de este libro emerge desde una prosa encantatoria que nos puede recordar a la del también guatemalteco Miguel Ángel Asturias —para quien una novela era un acto de hechicería— y ese impulso común proviene de la raíz maya de ambos. Es además una obra cuya consideración de la sexualidad como poder casi telúrico resulta hondamente subversiva, en una sociedad construida sobre los preceptos de la religión de los conquistadores, que impone la represión de esos instintos considerados pecaminosos —en especial en mujeres y homosexuales— y convertidos además en un tabú sobre el que la sociedad guatemalteca ni siquiera osa hablar.

Su título hace referencia al infierno maya, Xibalbá, y ahí radica el primero de los desafueros de una novela que pone en tela de juicio el poder ladino (mestizo) a través del cuestionamiento del dogma religioso, y básicamente, de la consideración católica de la carne como pecado. Ese infierno está dominado por el viento —que no es otro que Jurakán, dios máximo del panteón maya— con su fuerza genésica. Es un viento sonámbulo que convoca un escalofrío de horror sagrado, un viento de vida y de muerte que impulsa la palabra, su música y su poesía, en una prosa magnética que nos atrapa desde el comienzo para llevarnos a la casa de una extraña pareja, formada por Juan —un hombre bueno y generoso, querido por los del pueblo, y que se ocupa de cuidar la iglesia— y su reciente esposa, una mujer que tiene el poder fatal de arrastrar a los hombres desde su adolescencia, que a todos se entrega —por dinero o porque sí— y cuyos rasgos físicos se parecen a los de la Virgen de la Concepción: ahí comienza la blasfemia.

Ambos sobreviven en una aldea que se resiste a cumplir con los mandamientos y donde todo se mezcla: al modo maya de la narración circular, pasado y futuro comparten plano en el mismo tapiz. El infierno, es decir, el pecado, está entre las piernas de esa mujer que trae la perdición a los hombres porque “tiene sombra”. La heterodoxia es absoluta: todos quieren gozar de esa virgen prohibida y del “rito lacrimoso con que ella recibía a los hombres, los hacía soñar como si de verdad estuvieran sobre la auténtica Virgen de la Concepción”. Tras casarse con Juan, que la acoge sin querer gozar de ella, los aldeanos siguen suspirando por poseerla en ese espacio de barbarie y resentimiento dominado por las pulsiones más primitivas. Lo que tenemos de fondo es un mundo de miseria, humillación y tedio, y en la trama aparece un tercer agente, el siniestro y cruento Pascual, con su machete y su “diablo de la guarda”, un emigrante que regresa al terruño para sembrar más miedo. Aunque el humor también está presente, como en las escenas donde se encuentran dos sugestivos naguales, gallina y coyote, para traducir una oscura relación de heterodoxia sexual.

La cosmovisión mágico-poética de esta novela no busca complacernos con fantasías lejanas. Nos muestra un espacio triste y áspero, donde el indígena sufre una dolorosa discriminación y es considerado como alguien despreciable: “Aunque te odien, el calor de tu rancho no lo vas a encontrar en ningún lado, sobre todo si sos indio. Sí, te abren las puertas pero en cuanto miran tu color, tu cara, tu pelo piensan que no sos hombre sino su remedo, que más te parecés a un animal, que tu condición es ser menos que ellos y te cierran la puerta y te abren la otra, la de la calle, la de la cárcel. Entonces, vagás, te volvés mañoso para no morir de hambre, te volvés ladrón, andás de arriba para abajo como judío errante. No, aunque te odien aquí, este odio parece amor porque si te morís te entierran, no te dejan para comida de los zopes, te lloran, te recuerdan, te ponen tu cruz”.

Samanta Schweblin y la insoportable levedad del ser

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Llega un día extraño en el que el sol sale por el oeste, y en medio de visiones alucinatorias nos encontramos a los habitantes del pueblo intentando recordar su propia muerte, y lo que ocurrió después, en un estremecedor recorrido por el trasmundo, empujados por una enloquecida rueda del tiempo. Sabremos que alguien robó la virgen de madera y se empeñó febrilmente en poseer esa mujer blanca que significaba todo lo vetado. El marco es un paisaje que no ha cambiado mucho desde la gestación de este libro. Un país maltratado por la historia, donde el indígena aún vive en las condiciones más inhumanas, explotado y relegado, hundido en la pobreza y el atraso, y donde la mujer está reducida a su condición más ínfima. Y donde estos temas son un enorme tabú religioso y cultural.

Un país donde los niños trabajan y raramente van al colegio, y la población se desplaza a pie (la mujer, un metro atrás) por no contar con medios para abonar un billete de autobús. Un país donde el analfabetismo impera, sobre todo en ellas. Y donde la tierra está en manos de unas pocas familias y del capital extranjero. Un país que tuvo su revolución —en la prodigiosa década del 1944 al 1954—, tumbada por un golpe de Estado. Y que después fue vapuleado por una larguísima guerra civil que duró décadas. Un país donde la identidad maya supone una poderosísima fuerza generatriz y cuyos chamanes sigue practicando sus ritos ancestrales en los templos católicos, construidos sobre el graderío de los templos de los pueblos originarios, y que incluyen el culto a figuras sincréticas como el pintoresco Maximón, milagrero, erotómano y aficionado a la chicha de maíz. Y más allá de todo ese maelstrom, la palabra alzada en remolinos de música, por los senderos del sueño o la pesadilla en esta novela-poema imprescindible.

* Selena Millares es escritora, sus últimos libros son Lámpara de madrugada y Matrioska. De próxima aparición, la novela ‘Al calor de tu nombre’ (Penguin).

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