Pedro Casablanc: "Hay burdas imitaciones de dictaduras del siglo XX que ya asoman las garras"
Vive un momento especialmente hermoso Pedro Casablanc (nacido Pedro Manuel Ortiz Rodríguez en Casablanca en 1963), ampliamente reconocido por su papel como marido de Nagore Aramburu en la serie Querer, y reiteradamente aplaudido noche tras noche por Arte y muerte, el recital poético y musical donde se combinan textos de Bécquer y Quevedo con música en vivo de Jorge Rivera.
Y como no tiene intención alguna de parar, el próximo 5 de septiembre vuelve a los cines con El talento, película de Polo Menárguez en la que comparte protagonismo con Ester Expósito, mientras sigue presentando por toda la geografía nacional su cortometraje El sacrilegio, en el que adapta la obra del mismo título de Ramón María del Valle-Inclán. Lo dicho, un no parar (y lo que vendrá).
Sí que intenta Casablanc al menos ralentizar un poquito en estos días de agosto en los que pareciera que incluso gira más lento el globo terráqueo. Y lo consigue, principalmente, a través de la literatura, pues aunque lee durante todo el año, "parece que es más gozoso el acto de pasar las páginas en verano al ritmo del canto de las cigarras o el vaivén de las olas".
Tan apasionado de la lectura es el actor que su podcast favorito es ¿Qué estás leyendo?, en el que Berna González Harbour entrevista a escritoras y escritores variopintos. "Leo mucho a la generación del 98: Valle-Inclán, Baroja, Azorín, Machado. Y aunque soy poco lector de poesía, hago un espectáculo de creación propia sobre poemas de Bécquer y Quevedo, para acercarlos a los jóvenes. También adoro a García Lorca", cuenta a infoLibre.
Parece que es más gozoso el acto de pasar las páginas en verano al ritmo del canto de las cigarras o el vaivén de las olas
Y todavía prosigue: "Animado por Muñoz Molina, este verano he vuelto a El Quijote, que con cada relectura se disfruta más. He leído Hasta que empieza a brillar, de Andrés Neuman, que me ha deslumbrado, e inmediatamente fui a comprar el diccionario de María Moliner. Por otro lado, en cine salí impactado de Sirat y he disfrutado mucho de la serie Superestar, sobre todo por el trabajo de Ingrid García-Jonsson que esta a la altura del de Marion Cotillard en La Vie en Rose".
Sus lecturas de la generación del 98 le den a Casablanc una perspectiva sin duda interesante para analizar desde el presente a esta sociedad que parece empeñada en no aprender del pasado y, al mismo tiempo, empecinada en repetir ciertos errores en el futuro cercano. "La memoria es cortísima y me temo que cada vez lo será más", lamenta. "La memoria es cultura de lo pasado y no estamos en condiciones de revisar nada porque nuestra atención está puesta en lo inmediato y nuestra preocupación en el futuro que se adivina muy desolador", apunta.
Es muy triste que la deriva que está teniendo la política nos haga desconectar de ella faltos de esperanza
"Se habla de que todo vuelve y que las sociedades son cíclicas pero no se hasta que punto nos dejamos ganar por la resignación agarrándonos a ese pensamiento", plantea, antes de lanzar una pregunta que está claramente en el aire: "¿Seremos capaces de ponernos manos a la obra, para que el ciclo no nos perjudique?" Cauto, no responde Casablanc, pero advierte: "Burdas imitaciones de las grandes dictaduras del siglo XX están asomando ya las garras por debajo de las puertas del XXI y hay que cortarles las uñas".
Por su posición como presidente de nuevo de Estados Unidos, es Donald Trump, aunque no solo, quien ejemplifica estos temores renovados. "Debemos saber que no es el único", subraya, pues "Putin lleva muchos años ejerciendo una política de devastación" y "Orban en Hungría está cada vez más reforzado", mientras "Milei es un muñeco diabólico que divierte a parte de la población mundial". "Y Netanyahu... Son generadores de odio, y con odio no hay convivencia posible. Pero parece que esto les beneficia. A los de aquí también", apostilla.
La mención al primer ministro israelí le lleva a confesarse "impotente" ante el genocidio que se está perpetrando en Gaza: "No sabemos cómo reaccionar o nos han hecho perder la empatía. La sociedad de consumo nos amordaza y no somos conscientes de que los que se han quedado sin nada que consumir, ni siquiera unos mínimos para garantizar la supervivencia en Gaza, podemos ser nosotros en otras circunstancias".
En Ucrania hay una guerra de invasión donde civiles se han tenido que armar. La invasión de Gaza sin guerra, es exterminio, genocidio y nuevo holocausto
"En Ucrania hay una guerra de invasión donde civiles se han tenido que armar. La invasión de Gaza, sin guerra, es exterminio, genocidio y nuevo holocausto", aclara tajante. "Lo terrible es que todos hemos vivido, o están en nuestra memoria anteriores genocidios como los gulag, los campos de exterminio, La Desbandá malagueña o Gernika de nuestra guerra civil", recuerda, para acto seguido lanzar una propuesta que es ya directamente un claro: "Hemos de educar a las nuevas generaciones en el rechazo a todo eso. No en la exaltación de lo violento". "Ha saltado por los aires el orden mundial. Unos pocos intentan contener el desastre. Pero el tsunami es devastador. Todo por adquirir más extensión de terreno", lamenta.
El auge de los autoritarismos que hace tambalearse a las democracias coincide con un momento en el que de nuevo resurge con fuerza la corrupción política como una preocupación que lleva a la ciudadanía al hastío y a la confrontación. Y aunque la corrupción y la política hayan "ido siempre de la mano", advierte Casablanc, "el problema será que sin democracia no podremos denunciar a nuestros corruptos".
La desafección total hacia la democracia vendrá del individualismo, de quienes no necesiten democracia, los propietarios de grandes fortunas
A su juicio, por eso, la "desafección total hacia la democracia vendrá del individualismo, de quienes no necesiten democracia, los propietarios de grandes fortunas", pues ellos tienen "cubiertas sus necesidades materiales y morales", e incluso garantizada "su inmunidad frente a la justicia". "Para ellos y gran parte de su descendencia. No les importa", advierte, argumentando a su vez que hay "corruptos más entrenados" que otros: "Como dice Gabriel Rufián, unos han heredado la corrupción endémica de España, la forma de robar de sus mayores en el poder, y los otros son torpes aprendices que desean los mismos privilegios que los primeros".
Confiesa por todo esto el actor que para mantenerse convenientemente informado no ve la televisión "jamás", sino que elige "las noticias de uno y otro bando" que le pueden interesar. "La mentira institucionalizada despierta en mi unos sentimientos que rechazo. No tengo prejuicios literarios, leo a Valle-Inclán y a Machado, pero también a Agustín de Foxá. A Pemán no se me ocurre, porque no tiene calidad literaria", detalla, poniendo valor que su generación y algunas posteriores tienen la sana costumbre de intentar estar bien informadas, algo que no ocurre con los más jóvenes por culpa de los teléfonos móviles y unas redes sociales a través de las que les llega una "desinformación preocupante".
Tengo esperanza en los jóvenes bien formados, aunque la mentira como arma política los tiene muy desorientados. No tienen referentes que les ayuden a tomar partido
"Los portavoces o los influencers son mayoritariamente individuos con ganas de llamar la atención, y para ello cualquier postura es válida. A lo que voy es que estos nuevos usuarios de la pseudoprensa no tienen ningún interés por la política como bien social, sino que la utilizan como arma de provocación sin ningún objetivo más allá del autoensalzamiento. Una forma de nueva propaganda zafia nos impone sus criterios. Los Goebbels de ahora están agazapados tras las redes en busca de voceros que les hacen el trabajo gratis y, probablemente, sin ser conscientes de lo que hacen", reflexiona.
Maribel Verdú: "Palestina es la gran vergüenza de nuestro tiempo, como lo fue la guerra de Sarajevo"
Ver más
El periodismo libre se revela así más indispensable que nunca, pues es necesaria "una luz objetiva que se oponga a esta nueva forma de perversa manipulación", remarca Casablanc, para quien es "muy triste que la deriva que está teniendo la política nos haga desconectar de ella faltos de esperanza". Se rebela contra este sentimiento, en cualquier caso, conectando con la realidad a través de la cultura, al tiempo que se define a sí mismo como "un optimista que intenta reflexionar".
"Creo que el panorama es chungo, pero no quiero perder las esperanzas", señala, evadiéndose de tanta hostilidad polarizada a través del dibujo y el contacto con la tierra y la jardinería. "Por supuesto, no dejo de leer ni un solo día, y tengo el privilegio de que mi trabajo sea una gran forma de evasión. Trabajo para que la sociedad se evada, aunque sería bueno hacerlo más a menudo con fines sociales", destaca, sin perder la fe en las nuevas generaciones: "Tengo esperanza en los jóvenes bien formados, aunque la mentira como arma política los tiene muy desorientados. No tienen referentes que les ayuden a tomar partido ante nada".
Practica también Casablanc la evasión física, alejándose de las multitudes en las gracias ciudades "vacías en verano" que tanto le gustan. "Por supuesto, sin turistas, y refugiándome del calor en los cines", añade. Y comparte con nosotros su retiro ideal para terminar: "Lo imagino en Torre Posillipo, en Nápoles, frente a la bahía y con vistas al Vesubio. Es un lugar fascinante con jardines abandonados dignos de un decorado de Luchino Visconti. Mi condición mediterránea me lleva a empaparme de sol y de mar. El mar es para mí la expansión completa".