Cultura
Se va 2014, siempre nos quedará lo aprendido
Con sus alegrías y sus penas, hoy se marcha otro año más que sumar a los vividos. Aunque no debe darse todo por perdido de él: siempre nos quedará lo aprendido. En este, llamémosle, corrupto 2014, los muchos escándalos y crisis, financieras y de toda índole, también ha habido espacio para la reflexión, para el disfrute y para la imaginación, condensados en obras de todos los formatos, de todas las procedencias, de todos los puntos de vista.
Desde nuestra posición de seres irremediablemente subjetivos, en estos 365 días hemos intentado, con los medios a nuestro alcance, aportar una visión de lo más destacable del panorama cultural, principalmente nacional, pero con ventanas a todo el mundo. En esa misma estela de parcialidad que en 2015 nos seguirá caracterizando, no podemos dejar de ser humanos, les ofrecemos aquí una selección de hechos y obras relevantes. Los habrá mejores, quizá también más reseñables; seguro que reseñados. Por eso les contamos otra vez, de entre lo que ya en su día les contamos, lo que tal vez se les pueda haber quedado en la sombra del olvido pero que, en nuestro recuerdo, sigue brillando.
La escritora estadounidense Siri Hustvedt.
Como de fulgor hablamos, qué mejor que empezar con El mundo deslumbrante de Siri Hustvedt, una novela inteligente, erudita incluso, que no por ello deja de leerse cual vuelapáginas. Las ideas sobre el arte, el feminismo, la labor creadora de la percepción o la noción de éxito se superponen y exponencian en la obra de la escritora, cuyo título, junto a Una singularidad desnuda, de Sergio de la Pava, compone probablemente el relato de ficción llegado de EEUU más interesante que hemos engullido a lo largo de estos meses.
De aquel otro extremo del Atlántico desembarcó igualmente el particular impresionismo americano, protagonista de una pequeña pero exquisita exposición temporal en el Museo Thyssen, también receptáculo de propuestas como los sonados mitos del pop –referente visual estival junto al Richard Hamilton del Reina Sofía, que también nos enseñó el papel de la plaza como histórico epicentro revolucionario- o una selección de obras del maestro Cézanne, en las que se planteaba una revisión del influjo que el artista incomprendido y maldito ha ejercido sobre el arte a partir del siglo XX.
Cézanne pasó por el Thyssen este 2014.
Maldito fue, qué duda cabe, Leopoldo María Panero, excelente y transgresor literato español fallecido en marzo, que dejó para la posteridad su Rosa enferma, una colección de una veintena de poemas truculentos y torrenciales. No fue él el único en legar obra póstuma: emergieron, como los que marcaron la existencia de aquel otro, los Demonios Familiares de Ana María Matute, y desde el extremo del Tajo salió a relucir, por vez última, el espíritu pacifista de José Saramago, así como el fervor republicano del por siempre enigmático Fernando Pessoa. Y allá donde esté y donde estuviera en su día, en otro planeta seguro muy lejos de su natal Argentina, Fogwill volvía a abrir su irreverente boca en Nuestro modo de vida.
Ha habido en este tiempo poetas, como Luis García Montero y Vicente Valero, que han querido dedicarle un esfuerzo a la prosa, y otros poetas, como Benjamín Prado, que han regresado a los brazos de la lírica tras tiempo alejado de ella. Mitos como Joaquín Sabina han dejado ver su lado mortal, por ello humano, y junto con su música hemos bailado al son de la crisis con los versos de Ismael Serrano, la denuncia festiva de The Coup o la polémica locuacidad de Los Chikos del Maíz. Y nunca dejó de zumbar nuestra banda sonora: hemos charlado con Fito, hemos vibrado con Aretha Franklin y nos hemos emocionado con Estrella Morente.
Boots Riley, el cantante de The coup.
Nunca, eso jamás, hemos perdido de vista por ello la actualidad, capaz de dejarnos más perplejos que cualquier ramalazo de fantasía. Así la han contado autores siempre lúcidos y aún más comprometidos, desde Belén Gopegui a Marta Sanz, que han encontrado réplica a sus motivaciones entre las bambalinas del teatro. Dos partes de sendas trilogías republicanas, creadas respectivamente por Laila Ripoll y Susana Hornos y Zaida Rico, nos han dejado con una voraz hambre de más de sus plumas, tanta como la que el Calígula de Camus nos abrió por continuar explorando la obra del pensador. Ruz-Bárcenas, con Pedro Casablanc, ha sabido mostrar como nadie eso que ya subrayábamos: que no hay nada más extraño que la realidad, y con El profeta loco empezamos a percibir lo poco divina que es la religión hoy en día.
Empezamos, insistimos, porque el torrente revisionista de la tradición cristiana, enorbolado, o eso parece, por el mismísimo papa Papa Francisco, ha tenido su buena continuidad en la cultura. Con Meteorallegaba el momento de hablar de la combinación de sexualidad y vida monástica, y en Camino de la Cruz, Dietrich Brüggemann ponía en su sitio a los fundamentalistas, que también los hay católicos. Extasiados, aunque sin misticismos, nos dejaron los filmes españoles Magical Girl y La isla mínima, historias de gravedad como la que narra Boy eating the bird's food, para las que encontramos el contrapunto perfecto en la desternillante y desestresanteRelatos Salvajes.
Muere Aretha Franklin, la reina del soul
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Un fotograma de 'Boy eating the bird's food'.
En este 2014 hemos viajado lo que hemos querido. A otro tiempo y otro espacio de la mano de José Manuel Fajardo y su Trilogía Sefardí, y al aún desconocido continente vecino con Xavier Aldekoa y sus ensayos de Océano África. Sin movernos de allí seguimos la cruda y muy real odisea de un inmigrante en Partir para contar, y ya llegados al norte nos quedamos en la Argelia de Yasmina Khadra para regodearnos con un relato del que viene siendo el género que mejor define estos tiempos, el policiaco.
Entre tanta destrucción hemos visto nacer nuevos proyectos, como el Museo Carlos de Amberes de Maestros Flamencos y Holandeses en Madrid, y renacer otros que ya existían, como el nuevamente abierto Museo Arqueológico Nacional. Esos pedazos de historia recuperados para el público se unen a los que los documentalistas han querido revelar en sus trabajos, en títulos tan interesantes como Los colonos del caudillo, Vencidxs, Edificio España, Las maestras de la república Los colonos del caudilloVencidxsEdificio EspañaLas maestras de la repúblicao El último de los injustosEl último de los injustos. Y como justo es, aquí paramos, no sin antes reconecer que sí, que por supuesto hubo muchos más, que qué decir tiene que pudieron contarse mejor. Pudo haber sido distinto, pero así fue y aquí lo dejamos: se nos acaba el tiempo, se nos termina el año.