Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
La noche en Madrid amaneció habitada de pavesas que el viento había deslizado desde Tres Cantos, como si el horizonte se hubiese inclinado en dirección hacia la Gran Vía. El fuego también trae obscenos pájaros de noche, en un verano recalentado y febril, desde El Bierzo y Zamora. Arde media España como si la naturaleza ofreciera una réplica implacable al ardor político que se vive cada día en el Congreso. El fuego es la respuesta dura y cruel de todo lo que nos pasa, la metáfora veterotestamentaria que va dejando sus surcos en la memoria.
La elocuencia del fuego va destruyendo presidentes autonómicos, alcaldes y concejales. El fuego va despejando el cielo de impostura. El revés de la dana en Valencia es la llama de hoy en Cáceres, el incendio en Orense y los cuerpos muertos de varios hombres que osaron, valientes, apagar el fuego. La verdad del fuego está en un verso de Cesar Vallejo, heraldo negro de todas las cosas: "El ojo del crepúsculo desiste / de ver quemado el caserío”. El entrañable recuerdo de las cosas ya va siendo, desde hace unas semanas, la ceniza sembrada de las cosas.
El fuego es elocuente y acusador. La llama interpela a Rueda, a Guardiola, a Mañueco, a Moreno Bonilla y, sobre todo, a Isabel Díaz Ayuso, cuyo regreso a Madrid está previsto este viernes. Ayuso es el fogonazo político que se le aparece a la Virgen de la Paloma cada verano por estas fechas, donde se celebran las fiestas del Barrio de La Latina, entre serpentinas verdes, rojas y amarillas. De pronto, todo arde, arden, incluso, los cubos de hielo en el whisky sempiterno de Miguel Ángel Rodríguez. Arde el PP, ya digo, y con él arde también Alberto Núñez Feijóo, que va rascando el fuego de su bolsillo mientras alerta de la existencia de un terrorismo incendiario.
Antes de que ardieran los olmos de Castilla, antes de que ardieran las mezquitas y las catedrales, vienen ardiendo hogueras desde el 2023 en los pedestales de todas las instituciones. Y no parece, de momento, que el fuego se pueda apagar con agua bendita
Media España es un tejado en llamas. El terrorismo del fuego reside en los acuerdos de la infamia. El fuego nos va iluminando sobre la situación política del país. La llave de fuego que abre gobiernos de PP y Vox en tres cuartas partes del Estado. Entre Abascal y Feijóo vuela un ave de fuego que persigue inmigrantes, incendia mezquitas y va dejando un memorial de odio y sangre, que es el memorial del fuego. Hace dos años, el exvicepresidente Juan García-Gallardo se reía de la “ecoansiedad” con azadas y conciertos. Hoy, con los montes ardiendo, los de Abascal culpan a las eólicas y al bipartidismo, aunque sus votos laminaron el presupuesto destinado a emergencias.
Ha empezado la tormenta de fuego y las nubes del fuego, rojas como leopardos, llegan a Madrid con su zarpazo, rasgando el cielo. Arden los detectives y arden también los fiscales, porque se ha levantado una pira funeraria a las puertas del Supremo. La ola de calor ha convertido a los ancianos de las residencias en pura yesca y los perros de fuego y los gatos de fuego buscan la sombra, en cualquier banco de Madrid, mientras observan como arde la Puerta del Sol.
Del ardor político no es ajena, siquiera, la Conferencia Episcopal ni tampoco el arzobispo de Oviedo, Sanz Montes, el etarra del idioma de Dios. No habíamos vuelto a ver tanta beligerancia política en la jerarquía de la iglesia desde el año 2013, cuando el Papa Francisco advirtió a sus episcopados que no se inmiscuyeran en la batalla política coyuntural de España, que no fueran actores políticos en el combate político, que no se apartaran de los manantiales del silencio. Tras su muerte, con León XIV, la influencia de la Iglesia vuelve a estar presente en el interior de una grave crisis institucional. Conviene recordar algo importante: antes de que ardieran los olmos de Castilla, antes de que ardieran las mezquitas y las catedrales, vienen ardiendo hogueras desde el 2023 en los pedestales de todas las instituciones. Y no parece, de momento, que el fuego se pueda apagar con agua bendita.
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