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Andalucía

Cs avanza en su acuerdo con el PP en Andalucía pese a los gestos de incomodidad por Vox

Juan Marín, líder andaluz de Ciudadanos, este lunes antes de la reunión en el Parlamento con el candidato del PP, Juan Manuel Moreno, y los equipos negociadores de ambos partidos.

Cs tensa la cuerda en Andalucía, pero no la rompe. Insiste en que quiere que su acuerdo con el PP se materialice gracias al apoyo del PSOE, no de Vox, pero no sitúa el apoyo de la ultraderecha como línea roja inaceptable. Trata de proteger un perfil centrista, pero no se apea de unas negociaciones que podrían culminar en un gobierno apoyado por Vox. Y no contempla la opción de ningún tipo de acuerdo con el PSOE, que es lo único que podría evitar que realmente Vox sea decisivo durante la legislatura. ¿El resultado? Las negociaciones de PP y Ciudadanos para desalojar al PSOE del poder avanzan, pero el partido naranja persiste en la escenificación de su incomodidad, ante la evidencia de que el apoyo más verosímil a dicho acuerdo proviene de una formación denostada por sus socios del ámbito liberal europeo por sus posiciones ultranacionalistas. Es decir, Cs muestra un rechazo frontal a un partido, Vox, que está dispuesto a apoyar su previsible pacto, e intenta seducir a otro, el PSOE, que se niega en redondo. El líder del PP, Juan Moreno, hizo por primera vez demostración de cierta impaciencia ante la posición de Cs. Si no hay acuerdo antes de la conformación de la mesa del Parlamento, el jueves próximos, 27 de diciembre, será "un fracaso descomunal". En tal caso, dijo, "ya veremos que pasa".

"Difícil y complicado", afirmó Juan Marín, candidato de Cs, tras la reunión de dos horas mantenida este lunes en el Parlamento por una delegación de su partido con otra liderada por Juan Manuel Moreno, líder del PP-A, que tiene la mejor posición para alzarse con la presidencia de la Junta de Andalucía. Era la segunda reunión entre ambas formaciones para definir el Gobierno de coalición PP-Cs que desaloje al PSOE del poder en Andalucía tras casi 37 años. Y el guión de Marín ante la opinión pública estaba claro: el acuerdo no está hecho, hay "discrepancias" sobre medidas de regeneración democrática y –más importante aún– sobre quién dará al bloque derechista los votos necesarios para obtener una mayoría en la mesa del Parlamento y una investidura para un nuevo Gobierno. El enfriamiento era esperado. Ya había advertido por la mañana Juan Carlos Girauta, portavoz de Cs en el Congreso, que las cosas irían despacio. Es el PP el que tiene prisa. Quiere que el gobierno eche a andar en enero.

Ahora se da una situación algo rocambolesca, que se explica sólo a la luz de las distintas estrategias negociadoras de los partidos: Ciudadanos (21 diputados) pretende que sea el PSOE (33) el que apoye el cambio a cambio de nada. Marín anunció que pedirá al grupo socialista su apoyo para la formación de la mesa y del gobierno. El PP (26) quiere que ese apoyo venga de Vox (12), también a cambio de nada, aunque lo tiene más fácil porque el partido de Santiago Abascal tiene como santo y seña sacar a Susana Díaz de San Telmo y además no pide ningún cargo. A pesar de que la disposición de las fichas invita a pensar que la solución más probable es un acuerdo de lo que el PSOE llama "las tres derechas", el partido naranja no quiere que el PP negocie con Vox, bajo amenaza de abandonar la negociación. "El PP puede hablar con quien le dé la gana, si no es de este acuerdo", dijo Marín, que de hecho ya ha aceptado la reunión celebrada entre Moreno y Serrano. Por su parte, el PP prefiere que Cs no negocie con el PSOE, pero tampoco hace casus belli del tema, sólo lo considera una pérdida de tiempo, una forma de marear la perdiz.

¿Entonces? Al igual que tras la primera reunión, la pelota sigue en el tejado de Vox, que –más allá de sus gestos– mantiene que no será "un obstáculo" para el cambio.

Presiones a Díaz y a Serrano

A efectos prácticos lo que hace Cs es presionar a Susana Díaz –a la que, si no colabora, luego podría culpar de que Vox sea decisivo – y lo que hace el PP es presionar a Francisco Serrano –al que luego podría culpar, si no colabora, de torpedear "el cambio"–. A priori Vox está mucho más dispuesto a apoyar a PP-Cs que el PSOE, por mucho que Albert Rivera y los suyos subrayen sus diferencias con el partido de ultraderecha. El partido naranja no ha dado el que sí sería un paso definitivo: negarse a alcanzar ningún pacto o a formar parte de ningún gobierno apoyado por Vox. "Lo que otras formaciones hagan o dejen de hacer no es cuestión mía", dijo Marín la semana pasada. Ahora Marín alega que necesita los votos del PSOE para aquilatar un bloque "constitucionalista", cuando precisamente Albert Rivera le niega a Pedro Sánchez esa condición. A menudo el líder de Ciudadanos le pide al PSOE que "vuelva al constitucionalismo".

Moreno, más sonriente que Marín al término de la reunión, se mostró confiado en que PP y Cs resolverán las diferencias programáticas "en 48 horas" y reafirmó su postura contraria a valerse de los votos del PSOE: "Es imposible hacer un cambio en el que participe el que queremos cambiar". La fecha del 27 de diciembre es una espada de Damocles. Ese día se conformará el Parlamento, incluida la mesa, el órgano que marca los tiempos políticos, crucial para la legislatura. Moreno y Marín se han puesto como fecha tope el día 26 para tener un acuerdo. Según Moreno, ese acuerdo no puede ser sólo para la mesa, sino que tiene que ser también programático y de gobierno. La gran incógnita ahora es qué pasará si ambos partidos no se ponen de acuerdo antes de formarse la mesa. Moreno lanzó aquí una advertencia: "Será un fracaso descomunal". ¿Cabe la posibilidad de un acuerdo de gobierno sin un acuerdo de la mesa?, se le preguntó. Respondió que no podría haberlo, porque van "íntimamente ligados". A Marín, por su parte, se le preguntó si observaba la posibilidad de llegar a algún tipo de acuerdo con el PSOE para la mesa parlamentaria. Fue claro en su negativa. "Yo no voy a hacer ningún pacto con el PSOE", solemnizó el candidato naranja.

Evidentemente falta una pieza para el puzzle. Cs quiere al mismo tiempo que el PSOE salga del gobierno y que Vox no tenga protagonismo. Eso sólo es posible con la colaboración del PSOE, que no está dispuesto a prestarla. Los números mandan. Los 47 diputados que suman entre PP y Ciudadanos no son suficientes para garantizarse el control y la presidencia de la mesa. Necesitan o la abstención del PSOE o el voto favorable de al menos 4 diputados de Vox. Ahí es donde surgen las chispas entre Moreno y Marín, en algo que no depende de ellos. Marín afirmó que pedirá al PSOE su abstención por "visión de Estado". Moreno, que ya se ha reunido con el candidato de Vox, Francisco Serrano, asegura que buscar un apoyo del PSOE es contrario al "cambio".

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Unas 80 medidas

Marín afirmó que ambos partidos negocian sobre unas 80 medidas y que el acuerdo es posible en la mayoría. Las áreas son economía-fiscalidad, servicios públicos y regeneración democrática. El candidato de Cs afirma que las discrepancias se centran en estas últimas. Y concretó: en los aforamientos, la limitación de mandatos y la ley electoral. Moreno negó que hubiera diferencias en limitación de mandatos, pero sí admitió que en aforamientos las hay. El presidente del PP andaluz considera "lógico" que no haya "asimetrías" en este punto y cree que tienen que desaparecer con una reforma constitucional a nivel estatal.

Sobre este punto continuarán las negociaciones a cargo de los equipos técnicos que lideran el presidente del PP de Málaga, Elías Bendodo, y la parlamentaria electa de Ciudadanos Marta Bosquet. La mesa política, la que se reunió este lunes, la componen: por el PP, el propio Juan Manuel Moreno, los números dos a nivel estatal, Teodoro García Egega, y autonómico, Loles López, y el dirigente estatal Javier Maroto; por Ciudadanos, Juan Marín, el número 2 del partido, José Manuel Villegas, y las parlamentarias electas Marta Bosquet y Ana Llopis.

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