50 AÑOS: EL PRINCIPIO DEL FIN DE LA DICTADURA
Por qué ser de derechas es 'punk' para muchos jóvenes
“Pedro Sánchez, hijo de puta. Pedro Sánchez, hijo de puta”. Risas, cervezas y bailes en discotecas. Pulseras con la bandera. Vídeos de TikTok. Selfies con Santiago Abascal, Isabel Díaz Ayuso y Alvise Pérez. “En España no hay libertad”, “el Gobierno nos controla”. Veneración por los criptobros, cánticos contra las “feminazis”.
Desde hace unos años, una parte de la juventud española ha entrado en un universo político con unos esquemas que hasta ahora no operaban en la política tradicional. Ser de derechas no es algo para muchos ya grisáceo, sino que es casi como un movimiento punk, de “libertad”. Un cóctel explosivo que conlleva el seguimiento de agitadores como Vito Quiles y el encumbramiento de música religiosa con grupos como Hakuna.
Este fenómeno cristaliza en datos como que el 19,6% de los menores de 24 años, según el el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, considera que los años del franquismo fueron muy buenos para el país. Y Vox se erige como la fuerza emergente entre muchos jóvenes, consiguiendo ahora, según el CIS, un 20,8% de los votos en ese sector de la población (sólo le superaría el PSOE con un 22,7%). En el último sondeo de 40dB, los de Santiago Abascal aparecen como primera fuerza con un 30,6% por encima de los socialistas (19,5%) entre los votantes más jóvenes.
En las dos muestras hay un denominador común: la ultraderecha fagocita al PP en este espectro. Por bloques, la de 40dB evidencia que los populares y Vox sumarían un 31,1% del voto joven, por encima del PSOE, Sumar y Podemos, con un 28,6% entre los jóvenes. Aunque también refleja que ahora mismo entre los menores de 24 años es donde hay más indecisos (un 30%). Y consideran como principales problemas, según el CIS, la vivienda, la crisis económica y la inmigración.
"Estética y rebeldía"
“Hoy ser de derechas puede percibirse como punk porque rompe con la narrativa dominante en educación, medios y cultura urbana, que suele enfatizar valores progresistas. Para algunos jóvenes, identificarse con la derecha significa desafiar la corrección política, posicionarse contra los discursos sobre memoria histórica, feminismo o ecologismo, y adoptar un rol de provocación cultural. No es necesariamente un compromiso ideológico profundo; muchas veces es una estética de rebeldía, un gesto de identidad que mezcla humor, ironía y confrontación con lo que se considera el mainstream progresista”, considera Anna López Ortega, politóloga y autora de La extrema derecha en Europa.
¿Se han derechizado los jóvenes en España? La también profesora de la Universidad de Valencia responde: “No podemos decir que toda una generación se haya desplazado hacia la derecha, pero sí que hay tendencias de receptividad a discursos conservadores y autoritarios. Uno de cada cuatro jóvenes afirma que se ha ido demasiado lejos en igualdad. Esto se ve también en la política identitaria con el auge de ciertos discursos sobre orden y seguridad, o en la simpatía por figuras que relativizan el franquismo”.
“Algunos jóvenes se sienten desencantados con la democracia, la política tradicional o los partidos progresistas, y buscan alternativas que prometen soluciones rápidas a problemas económicos o sociales, aunque esto implique abrazar relatos revisionistas o nacionalistas”, continúa López Ortega. Para adentrarse en el dato de que casi el 20% considera buenos los años del franquismo: “Este fenómeno se explica por varios factores, empezando por la distancia histórica. No vivieron bajo una dictadura y no conocen directamente la falta de libertades ni la represión”.
"Ausencia de pedagogía democrática"
Desgrana a continuación: “Hay una ausencia de una pedagogía democrática activa. La educación y la transmisión social de la historia no siempre han sido suficientes para explicar los impactos del franquismo”. Y pone mucho foco en la “influencia de la extrema derecha” ahora mismo en redes sociales y espacios de ocio juvenil: “Se difunden relatos que presentan el franquismo como un periodo de orden y modernización, y como solución a problemas que la democracia no ha resuelto”.
“No se trata necesariamente de que los jóvenes sean franquistas en sentido estricto, sino de que el relato histórico se ha debilitado frente a mensajes simplificados y emocionales”, resume la doctora en Ciencia Política.
Se detiene en este punto en las redes sociales. Según López Ortega, han sido clave en la “normalización y difusión de discursos revisionistas y de extrema derecha” con memes y vídeos cortos que crean contenido viral mezclando “humor, estética y provocación”. “Esto reduce la complejidad histórica y permite que ciertos mensajes calen más fácilmente entre jóvenes que consumen información de manera rápida y fragmentada. Además, estas narrativas no se quedan sólo en Internet: se replican en medios, parlamentos y debates públicos amplificando su impacto. Es una lucha muy desigual, ¿cuántos tik tokers están dando la batalla al meme revisionista? Muy pocos, lamentablemente”, reflexiona.
La ultraderecha lleva años introduciéndose en las redes sociales, en connivencia con las propias compañías. Se trata de un fenómeno mundial, que en España es copiado por Vox en su estrategia dirigida por el diputado Guillermo Mariscal. La guía es Estados Unidos, donde se produjo la foto representativa de todos los multimillonarios de Silicon Valley arropando a Donald Trump en su toma de posesión, con figuras como Elon Musk y Marck Zuckerberg. A esa batalla en España la izquierda está llegando tarde, aunque el Gobierno trata ahora de combatir con Pedro Sánchez a la cabeza lanzando a Tiktok, haciendo vídeos con recomendaciones culturales durante todas las semanas.
"Antes no había un partido externo al PP"
Ramón Mateo, director de Análisis de beBartlet, pone sobre la mesa, a la hora de abordar este tema, que el PSOE encabeza el voto joven con un 25%, según la última encuesta de Agenda Pública, por delante de Vox y del PP, con un 23% cada uno. Por ello sostiene: “Los datos no avalan la tesis de que sea una moda generacional, transversal y definitoria. Estamos hablando más de bien de lo que es un fenómeno sobre cómo se está socializando fundamentalmente el electorado joven procedente de entornos sociológicos de derechas”.
Dice Mateo que un fenómeno parecido, aunque de menor envergadura, se vivió durante la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno a partir de 2004: “Hubo una eclosión liberal en esos tramos de edad, aparecieron medios como Libertad Digital y perfiles como Esperanza Aguirre. La gran diferencia es que entonces no había un partido externo al PP, sino que eran corrientes dentro de las familias del Partido Popular”.
Por eso, mantiene que hay una “radicalización dentro del espacio joven de la derecha”. Se trata principalmente de trasvase de votos del Partido Popular hacia Vox. Cree que hay poco votante joven de la izquierda que se esté marchando con los de Santiago Abascal. El trasvase progresista puede ir más hacia la abstención, sostiene el analista de beBartlet.
Lo que sí ve, apoyado por las redes, es que se ha creado una “cosmovisión” de ese espacio joven de las derechas con un determinado imaginario, temas de conversación y símbolos enmarcados en el revisionismo en asuntos como el origen de la guerra civil y de la dictadura culpando a la izquierda. Además, cree que se expande en esos círculos aspectos como que el franquismo tuvo un desarrollo económico positivo, además del factor de la falta de vivencia personal de aquella época.
La pandemia como "punto de inflexión"
Guillermo Bezzina, politólogo del colectivo Passes Perdudes, marca “un punto de inflexión” en la pandemia tras décadas en las que los jóvenes se asociaban más a movimientos revolucionarios progresistas: “Ahora muchos se sitúan a la derecha. Hay que ver la situación vital por un mercado laboral precario, algo que pasa en el conjunto de países. Está también la crisis de la vivienda y la imposibilidad de hacer planes. Eso hace a muchos tener una respuesta reaccionaria al sistema supuestamente progresista”.
“Se trata de una falta de respuesta de la política tradicional, tanto de izquierdas como de derechas. Por eso buscan los márgenes”, indica el politólogo. Y opina que esa tendencia hacia valores conservadores extremos se está acelerando especialmente desde hace dos años. Pone sobre la mesa que Vox ya es la primera fuerza en el grupo entre 25 y 35 años y acaricia esa posición, según el CIS, entre los menores de 24 años. Asimismo, advierte de que también el electorado joven femenino es cada vez más proclive a Vox y que la ultraderecha no ha tocado techo.
Analiza también el politólogo esa visión positiva del franquismo del casi 20 por ciento de jóvenes: “No sorprende viendo la intención de voto a la extrema derecha. Un elemento es el desconocimiento histórico. No hay memoria democrática. No se estudia en los colegios qué pasó ni las violaciones de derechos humanos durante la dictadura. No hay políticas de memoria como en Alemania o Chile, aunque allí está subiendo también la extrema derecha”.
Pero agrega que hay un elemento principal que tiene que ver con “insatisfacción con la democracia sobre cómo funciona y su no respuesta a algunas de las principales necesidades vitales como la vivienda”. “Sobre todo, en las grandes ciudades hay jóvenes que incluso ganan buenos sueldos, pero tienen que seguir compartiendo piso. La democracia prometida no acaba de dar los resultados positivos que enseñaron a los niños. Eso lleva a la creencia de que un tiempo pasado fue mejor, aunque ningún dato lo avala. También contribuye bastante la normalización que hace sobre este tema la derecha”, enfatiza.
Para poner el fofo finalmente Bezzina en el trabajo que ha hecho la extrema derecha en las redes en los últimos años: “Ha sabido leer muy bien el lenguaje y cómo llegar a los jóvenes. No ha hablado tanto de política, pero se ha introducido de manera indirecta. Las redes son cámaras de eco y reverberación. Hay una gran crisis de los medios tradicionales. Las grandes fuentes ahora son Instagram y TikTok”.