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El futuro de la izquierda

El enésimo ‘no’ de Podemos a la convergencia con IU

Alberto Garzón y Pablo Iglesias, durante su reunión en la sede de Podemos, este 24 de junio de 2015 en Madrid.

No, no y no. Podemos ha ido dando sucesivos portazos a Izquierda Unida en el último año y le ha dejado ver que no quiere una alianza. El rechazo más evidente, y el último, fue el que se produjo tras la primera reunión de Pablo Iglesias y Alberto Garzón con vistas a las generales. "Podemos no va a llegar a ningún acuerdo electoral con IU". Punto final. Y eso que el candidato de IU a la Moncloa se dijo "esperanzado" y "optimista", y hasta convencido de que la confluencia "está más cerca". 

En realidad, la posición de la cúpula de la formación morada no se ha movido ni un milímetro, al menos públicamente, pese a todos los llamamientos a la unidad lanzados por la federación de Cayo Lara. Rechaza el pacto entre ambas fuerzas y, a las legislativas de finales de año, quiere ir con sus siglas. Incorporando a independientes y miembros de partidos y movimientos sociales en sus listas. Iglesias reconoció que estaría "encantado" con que el propio Garzón se sumara. "No puedo decir lo mismo respecto a IU, desde el respeto", deslizó, enfatizando que considera a la vieja guardia de la formación como un lastre. 

En el último año, IU ha estado buscando una entente con Podemos (y con las demás fuerzas y plataformas sociales), pero a principios de 2014, cuando se intensificaban las negociaciones para montar las listas para las europeas, fue el emergente partido de Pablo Iglesias el que se acercó a IU. Y esta fue la que rechazó la confluencia con las condiciones que le ponía el profesor de Ciencias Políticas y que tiempo atrás había sido asesor de la federación. Podemos estaba dispuesto a concurrir con los de Cayo Lara, pero siempre y cuando fuera elegida por primarias abiertas a la ciudadanía. Un procedimiento que, a comienzos de 2014, era todavía anatema en IU.

La cúpula de la federación se negó y las negociaciones se rompieron. Ambas acudieron por su cuenta a las elecciones. Podemos, con Pablo Iglesias al frente, debutó con cinco eurodiputados –un resultado insólito y que ninguna encuesta había pronosticado– e IU, que repetía con Willy Meyer como número uno, aunque triplicó sus resultados de 2009 (pasó de 2 a 6 escaños), pudo comprobar que ya no estaba sola en el espectro de la izquierda. 

Deberes sin hacer

En IU los críticos con Lara (y con Garzón) suelen recordar que el pecado original estaba algo más atrás. Con vistas a las europeas, la formación impulsó su proceso de convergencia, Suma, que al final fracasó por la cuestión del procedimiento. IU siempre había defendido que ella, como la fuerza más potente de la izquierda alternativa, debía nuclear en torno a sí todo aquello que se movía en su espacio. Ella era, en efecto, la formación hegemónica. El mismo Garzón asumió el error: "Si IU hubiera hecho sus deberes, Podemos hoy no existiría", señaló el pasado diciembre. 

Nada más pasar las europeas, IU hizo un llamamiento "serio" a la confluencia con Podemos. Apelación que fue reproduciendo documento tras documento, avalados todos por los órganos de dirección por amplísima mayoría. La competencia con Iglesias y la necesidad de reforzar su política de acercamiento a otras fuerzas forzó un cambio en la ejecutiva federal, con el fin de conferir un mayor protagonismo a Garzón en una cartera clave, la Secretaría de Proceso Constituyente y Convergencia

Pasado el verano, IU lanzó su proceso de confluencia, con la idea de que pudieran forjarse listas de unidad popular tanto en municipales como en autonómicas. Y puso por delante la fórmula jurídica a través de la que tendría que canalizarse el pacto: la coalición electoral. Además, se encargó de reiterar que la política de alianzas no era algo ajeno a su cultura, era consustancial a su historia y a la del PCE, estaba en su ADN. "Los únicos que temen la construcción de la unidad popular son las élites políticas y económicas", advertía Garzón. 

Directrices marcadas en Vistalegre

La asamblea fundacional de Podemos, celebrada en el Palacio Vistalegre de Madrid, bendijo las líneas estratégicas maestras propuestas por Iglesias y su núcleo duro –Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y Luis Alegre–. A saber: en las municipales no habría papeleta de Podemos y sólo apostarían por listas de unidad popular, configuradas preferentemente bajo el formato de la agrupación de electores, y en las autonómicas y generales la formación morada se presentaría con sus siglas. Podemos respondió a IU que no habría ni "acuerdos de despacho" ni simples sumas de siglas, porque no era eso lo que, a su juicio, demandaba la ciudadanía. 

La formación de Iglesias flexibilizó en algunos casos su postura de cara a las locales. Así, se abrió a que las listas unitarias no se formulasen sólo mediante agrupaciones de electores. Admitió también la vía de la coalición –como en Barcelona en Comú o Zaragoza en Común– y la del partido instrumental –la alternativa pactada con Ganemos en la capital para alumbrar Ahora Madrid–. Los procesos de confluencia acabaron dibujando un panorama desigual. IU y Podemos sí lograron compartir candidatura en Barcelona, Zaragoza o en las mareas gallegas. Y en Madrid, los críticos con la dirección regional de IU, sí recalaron en la plancha encabezada por Manuela Carmena. 

Los tiras y aflojas recrudecieron el debate en IU sobre cómo formalizar la convergencia. Lara insistía en que no debía sacrificarse la identidad de IU, que no debía perder sus siglas. Garzón lideraba una posición más aperturista y, ya investido como candidato a la Moncloa, logró que la dirección admitiese en casos puntuales otras fórmulas de confluencia (partido instrumental y agrupación), también con la intención de salvar a su candidato en Madrid, Mauricio Valiente, vencedor con Tania Sánchez de las primarias. No hubo forma. Sánchez acabó yéndose de IU (y los suyos integrándose en las listas autonómicas de Podemos) y Valiente se dio de baja como militante para poder concurrir en las elecciones de Ahora Madrid. De camino, Izquierda Unida-Comunidad de Madrid (IU-CM) estalló en mil pedazos, tanto por la cuestión de la convergencia como por la depuración de responsabilidades políticas por el caso Caja Madrid-Bankia

El "único camino"

Las relaciones entre las dos fuerzas no ha sido, desde luego, sencilla en estos meses. Cayo Lara llegó a acusar a Podemos de lanzar una "opa hostil" contra IU para intentar fagocitarla y arremetió contra su secretario general por tener "los principios de Groucho Marx". Garzón, más tibio en las formas, sí lamentó el "error" de los de Iglesias al renunciar a la unidad popular. A su vez, la formación morada atizaba a la federación por no saber "entender" el momento histórico en España, en el que una mayoría pide un cambio político. 

Nuevo Rubicón electoral, 24-M. IU reconoció sus "malos resultados" en las autonómicas –perdió la representación en cuatro de los ocho parlamentos donde tenía escaño–, pero se apoyó en los buenos datos de las listas de unidad popular –Madrid, Barcelona, Zaragoza o las mareas gallegas– para señalar que ese era "el único camino", en palabras de Garzón. Es decir, que el 24-M había mostrado que en aquellas ciudades donde había cuajado la confluencia el triunfo había sido incontestable y había logrado superar al bipartidismo. Y recordó a Podemos que en las autonómicas, en las que acudió en solitario, había obtenido de media un 14% de los votos, siempre por debajo de PP y PSOE. El sorpasso no se había producido. 

El candidato a la Moncloa, avalado por los órganos de la federación –y ya con el apoyo expreso de Lara, que se resituó rápidamente–, decidió abrir una ronda de contactos con otras fuerzas políticas y sociales, con el fin de emular la experiencia de las listas de unidad popular para las generales. También logró vencer las resistencias internas y logró que el Consejo Político apoyara la ruptura con IU-CM. El objetivo era zanjar la guerra interna que había paralizado IU durante meses y también allanar el camino hacia la confluencia, dada la rebeldía de la cúpula regional, que entretanto no dejó de disparar contra el diputado por Málaga

Los gestos no ablandaron a Podemos. En las ruedas de prensa posteriores al 24-M, la pregunta sobre la unidad con IU ha ido apareciendo recurrentemente. Con idéntica respuesta: no, pronunciada tanto por el propio Iglesias como por sus lugartenientes Sergio Pascual –secretario de Organización– o Rafa Mayoral –responsable de Relaciones con la Sociedad Civil–. La formación no se iba a convertir "en una balsa de salvamento" para IU, llegó a expresar el líder. "Para que quede claro y con total rotundidad: los ciudadanos españoles podrán encontrar la papeleta de Podemos con su logo y su nombre en las elecciones generales de noviembre", comentó explícitamente Pascual, para insistir en que la postura oficial era "unánime". 

Las excepciones autonómicas

Lo mismo dijo Iglesias tras reunirse con Garzón, que el consenso en su partido era "enorme". En este último mes, sólo se oyó la voz de los que suscribieron el manifiesto Abriendo Podemos, que pedían una confluencia más amplia. Pero representaba a un sector minoritario, que además después fue matizando su postura. Entre ellos, el principal firmante, el líder aragonés, Pablo Echenique, que coincidió con que Podemos acuda con su nombre a las generales. Este mismo miércoles, el diputado autonómico aseguraba que no veía "motivos" para construir una nueva "herramienta" de confluencia cuando Podemos "ya es en sí una candidatura de unidad popular". La misma tesis defendida por la cúpula, que sostiene que su sistema de confección de las candidaturas, por el que todos sus puestos son elegidos por primarias y que permite que se inscriba cualquier ciudadano, pertenezca o no al partido, garantiza la inclusión de todos aquellos que deseen participar del "cambio". 

El no de Podemos a la convergencia contiene, no obstante, excepciones. En Cataluña (con ICV-EUiA), en Valencia (con Compromís) o en Galicia (con las mareas, de las que participan IU y Anova) sí está dispuesto a buscar fórmulas de unidad. Pero en esas tres comunidades Podemos está más débil y no tiene la fuerza suficiente como para imponer sus tesis. Lo contrario ocurre, por ejemplo, en Madrid o en Andalucía. 

IU cuenta con poder atraer a su lado a todas las fuerzas que están de acuerdo con la unidad popular y que son reticentes a integrarse en las listas de Podemos. Ello aumentaría la presión. Es el caso de Equo, como así se lo manifestó su coportavoz federal, Juantxo López de Uralde, postura en la que coinciden los otros dos candidatos de la formación verde a las primarias, Rosa Martínez y Ramón Claver. Y es el el caso de los líderes de las mareas y de las formaciones que han ayudado a construir las candidaturas unitarias en Galicia, con los que Garzón se reunió el pasado fin de semana. 

"El 'no' antecede al 'sí' en política"

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Los dirigentes próximos a Garzón, consultados por infoLibre tras su reunión con Iglesias, no se sentían desanimados por el portazo de este. Subrayaban que aún es pronto para saber cómo se configurará el panorama para las generales, para las que aún no hay fecha, y que hasta entonces todo puede dar muchas vueltas. Recordaban, por ejemplo, que también en enero se daba por hecho que Podemos no entraría en Ganemos Madrid, y al final sí lo hizo y fue uno de los motores básicos.

"¿Qué va a decir Pablo cuando vea que no sólo IU, sino también el resto de fuerzas de la izquierda le dicen que no se quieren disolver? El no es el antecedente del sí en políticano. Queda mucho por escribir de aquí a las generales", opinaba uno de los miembros de la cúpula de Lara más entusiastas con el proceso, que señalaba que el proceso de diálogo no está encapsulado, sino que está sujeto a lo que ocurra en el entorno. Y citaba el caso de Cataluña. Fuentes muy próximas al candidato apreciaban el tono de menor "agresividad" de Iglesias y consideraban que ese hecho, más la propia reunión, podría ayudar a limar las diferencias. "Ellos solos no van a poder. Con un 15% no ganas las elecciones. Alberto ha podido ver que las bases de Podemos lo piden, que quieren la confluencia. Y él va a tener la mano tendida hasta el minuto 91". O sea, que no cejará en su empeño hasta que haya que registrar las candidaturas ante la Junta Electoral. 

"La realidad manda. Si Pablo se empeña en su método, irá contra la historia. Va a cometer los mismos errores que cometimos nosotros", señala una responsable de la ejecutiva que conoce bien las tripas de IU. Y continúa: "Que vaya a decirle a la gente que no. La pelota va a estar en su tejado. La propuesta de Alberto es ambiciosa, pero es que si no aceptan corren el riesgo de ser un PSOE bis, de ser la muleta del PSOE. Tiene que tener en cuenta que el PSOE va remontando, y en ese escenario o nos unimos o no habrá nada que hacer". En las alturas de IU también atribuyen la cerrazón de Podemos al "sectarismo" del núcleo de colaboradores más estrecho del secretario general: Rafa Mayoral e Irene Montero Irene Montero(titular de Movimientos Sociales), exdirigentes juveniles del PCE, y ahora "muy contrarios" a todo entendimiento.

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