El futuro del PSOE
Pedro Sánchez: balance de cien días de gestión
Pedro Sánchez llega a su primera meta volante este 3 de noviembre. Los cien días desde su ratificación como secretario general en el congreso federal extraordinario del PSOE. A juicio de sus compañeros de partido, el nuevo líder presenta todavía una hoja de servicios en la que se le puntúan más los aciertos –el esfuerzo por la transparencia, la "contundencia" contra la corrupción o la apuesta por el reencauzamiento de las relaciones entre España y Cataluña a través de la reforma constitucional– que los errores –"vaivenes" en el discurso o deslices como la propuesta de supresión del Ministerio de Defensa–. El PSOE mantiene aún la confianza en su jefe de filas, pese a que las expectativas electorales siguen siendo sombrías.
26 de julio de 2014, 18.25 horas. Pedro Sánchez fue proclamado como secretario general. Asumió oficialmente las riendas del partido después de vencer, dos semanas antes, en una consulta a la militancia en la que se impuso de forma clara –64.116 votos, el 48,67%–, a sus dos rivales, Eduardo Madina (36,25%) y José Antonio Pérez Tapias (15,08%). Un proceso inédito en la historia del PSOE que le ha conferido, como convienen diversos dirigentes socialistas, una "enorme legitimidad" para ejercer su liderazgo. Lo tuvo que poner en práctica tras su victoria en la contienda interna, al ordenar a la delegación del PSOE en la Eurocámara votar no a la investidura del luxemburgués Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión. La decisión fue aplaudida por los mandos del partido aunque reprobada por la vieja guardia. No sería su último choque con los patriarcas.
01. LOS ACIERTOS
"Cambiar el PSOE para cambiar España". Fue su eslogan de campaña como candidato y el que hizo suyo ya investido con todos los galones del poder. En lo primero, garantizó "transparencia" y una "honradez intransigente", y un PSOE que cumpliese lo prometido. El "decimos y hacemos", que se ha hartado de proclamar Sánchez y su equipo. Para lo segundo, "cambiar España", ha ido hilando un discurso que bebe de la Conferencia Política y de la Declaración de Granada que, en lo sustantivo, hereda de la etapa anterior.
Un día después de clausurado el congreso federal, el PSOE publicó las cuentas de 2012 y 2013. Las declaraciones de renta y bienes de los miembros de la ejecutiva federal y de las direcciones de los grupos parlamentarios y del gerente, así como los estados contables del partido, los gastos de la campaña de las europeas y las deudas y préstamos concedidos se difundieron en la web en octubre, con más retraso del previsto. Sánchez tuvo que mostrar las condiciones de su hipoteca, al haber recibido un crédito de Caja Madrid-Bankia, la entidad de cuya asamblea general formó parte en los cinco años en que mantuvo su acta de concejal en el Ayuntamiento de Madrid. El secretario general reconoció que se había beneficiado de un descuento de unos 60 euros al mes en el trienio 2005-2008.
Pedro Sánchez también ha tenido que hacer frente al escándalo de las visas blackvisas black. "A todos los que han utilizado la tarjeta negra en Caja Madrid, tarjeta roja directa", les dijo a los 16 usuarios que eran militantes socialistas. Sentencia por adelantado, porque al final la dirección hizo lo que ya había adelantado: expulsó primero cautelarmente a diez afiliados –entre ellos al exministro Virgilio Zapatero– y otros seis se habían dado de baja. Y en tiempo récord, en semana y media. Después, tras resolver las alegaciones, no hubo marcha atrás: de los diez señalados, siete fueron forzados a marcharse y tres habían tramitado por su cuenta su salida.
"El pasado no puede marcarnos"
En paralelo, el PSOE aprobó su código ético, de obligado cumplimiento para todos sus cargos: no podrán recibir regalos de más de 60 euros, tendrán que dar cuenta de sus dietas y gastos de representación o dimitirán si se les abre juicio oral. Hasta ahora, lo han suscrito 10.500 personas, según fuentes oficiales. También denunció al expresident Jordi Pujol ante la Fiscalía, venciendo las resistencias del PSC, que prefería esperar.
Esta "contundencia" con la corrupción es uno de los avances que más aprueba la dirigencia socialista. "Esta es una de las señas de identidad de la nueva dirección, la exigencia de una conducta intachable, porque hay que ser muy taxativo", opina una responsable regional de mucho peso, quien también hace referencia a las reticencias que se han despertado en la vieja guardia, que cree que Sánchez ha utilizado a los históricos para lavar la cara al partido. "El pasado no puede marcarnos. Pedro recoge la sensibilidad mayoritaria de un partido que quiere limpiarse la caspa. Mala suerte para quien le pille el cuello", continúa esta fuente.
La dirección entiende que un comportamiento drástico es la única herramienta a mano para recuperar la credibilidad perdida y frenar la hemorragia de votos hacia Podemos. Por eso subió el listón con el estallido del caso Púnica, donde primero se suspendió de militancia y luego se expulsó al principal socialista implicado, el alcalde de Parla (Madrid), José María Fraile, al que obligó a renunciar a su acta y dejar el cargo. El secretario de Organización, César Luena, explicó que la mayor rotundidad se explicaba por el salto cualitativo que suponía la detención.
Este sábado, en el programa Un tiempo nuevo de Telecinco, Sánchez defendió a Tomás Gómez, vocal de su ejecutiva y antecesor de Fraile en el Ayuntamiento de Parla: "No podemos imputar a los predecesores por responsabilidades que no son suyas". Contra la corrupción, dijo, hay que actuar con "contundencia" y con "justicia". Mismo argumento para no apartar por ahora a los expresidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán, salpicados por el escándalo de los ERE. No están imputados aún y no hay motivos para dejarlos caer, pero si el Supremo les implica, "se exigirían responsabilidades".
Sánchez ha aumentado el nivel de confrontación con Mariano Rajoy, como se visualizó el pasado miércoles en el pleno del Congreso, cuando le dijo al presidente que no le hallará en el y tú más: "Yo diré: 'Y yo más'. Yo más contundente, yo más implacable y yo más ejemplar cuando existan casos de corrupción en el Partido Socialista".
La distancia con la derecha se ha dejado ver en otras dos decisiones trascendentes: no a Miguel Arias Cañete como comisario de la UE y abstención a todo el Ejecutivo comunitario. Sánchez ha rechazado la gran coalición "en Bruselas y en Madrid".
Cordón umbilical con la etapa anterior
El otro tanto que los socialistas atribuyen a Sánchez es la búsqueda de la "transparencia". A ella aludió la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, la mujer más poderosa del partido, el pasado miércoles en un desayuno informativo en Madrid. Sumada esta medida a la "rapidez de reacción" en los casos de presunta corrupción, se estima que ha permitido al PSOE y a su líder "empezar a conectar con la sociedad" y rescatar "credibilidad", amén de cargarse de autoridad para poder exigir al contrario, al PP, la misma contundencia. "Es empezar la regeneración por nosotros mismos, es el principal valor", completan fuentes del núcleo duro del secretario general. En ese marco se explica igualmente su exigencia de dedicación exclusiva de los parlamentarios: el Grupo Socialista ya presentó la moción en el Congreso y, si no sale aprobada, se la aplicará a sí mismo.
En la cuenta de haberes se pone también el discurso, la propuesta política para hacer frente a la crisis económica, social y territorial. Los compañeros de Sánchez valoran su actuación en su primer gran examen parlamentario: el debate de los Presupuestos del Estado, donde resistió el embate del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y ofreció medidas alternativas (rescate de familias y autónomos en situación límite, aprobar una prestación para desempleados con hijos a su cargo, impulsar un pacto contra la pobreza infantil, empujar la reindustrialización, luchar contra el fraude fiscal, reducir el IVA cultural del 21% al 5% o subir el salario mínimo). Al tiempo, ha urgido a Mariano Rajoy y a Artur Mas a dialogar y a sentarse a hablar sobre una reforma constitucional, reforma que para los socialistas debería servir para blindar derechos sociales y civiles, así como la sanidad y la educación. No hay, sin embargo, ruptura con la etapa anterior. "Es lógico. La base ideológica está en la Conferencia Política y en la Declaración de Granada", recuerda una dirigente territorial. En la primera, en la que Sánchez trabajó como ponente, se asentó el nuevo proyecto socialista y en la segunda la apuesta por el federalismo.
La reflexión, en ese sentido, es compartida: "El PSOE no puede dejar de ser el PSOE". Fuentes próximas al extremeño Guillermo Fernández Vara, que defendió en el proceso congresual la candidatura del diputado vasco Eduardo Madina, tampoco ponen objeciones: "El PSOE no puede dejar de tener un modelo de convivencia territorial y un modelo de país, sea quien sea el secretario general. Si hubiera ganado Edu o hubiera vencido José Antonio, también serían continuistas. Ideológicamente no es que nos hayamos resituado. La gente necesitaba una cara nueva para posibilitar una nueva escucha. El relevo ha permitido que la gente nos escuche más".
Los "aires nuevos" del secretario general
Una constatación que era moneda corriente durante el mandato de Rubalcaba era precisamente esa: que los ciudadanos no atendían a las propuestas socialistas porque quien estaba al frente del partido venía del pasado, y venía de sufrir un enorme batacazo en las urnas, en las generales. De modo que, según coinciden los dirigentes consultados, Sánchez ha aportado los "aires nuevos" y la "nueva imagen" que el partido necesitaba. Ese ha sido, de hecho, uno de los objetivos de la estrategia de comunicación, pilotada por su asesora personal, Verónica Fumanal. "Teníamos un líder joven que hizo una campaña intensa para darse a conocer entre la militancia, pero ahora tenían que conocerlo los ciudadanos, y ha habido que orquestar una exposición potente, y se ha conseguido", analizan en su equipo.
La fórmula empleada ha sido la multiplicación de entrevistas en distintos formatos y soportes –hasta una llamada en directo a Sálvame, como señal de que "se respetan todas las audiencias"–, exprimiendo así su telegenia, y la celebración de sucesivos actos de partido y asambleas abiertas a militantes y ciudadanos en distintas ciudades de España. En Ferraz ponen en valor que en estos cien días el jefe socialista ha recorrido 13.000 kilómetros por toda España –"cumpliendo" así su promesa de ser un "secretario general en la carretera"–, a lo que se suman sus tres viajes al exterior (Bolonia, Estrasburgo y Berlín). El próximo miércoles protagonizará la décima asamblea abierta, en Madrid, tras haber pasado por Zaragoza, Murcia, Asturias o Toledo.
Distintos dirigentes señalan el "calor" que se percibe en los actos, prueba de la "esperanza" y el "ánimo" que ahora cunden en el partido. Los colaboradores de Sánchez señalan que el líder está consolidándose también "en la calle", y cuentan por centenares las fotos que le piden y los ciudadanos de a pie que se le acercan. A lo que suman la "tranquilidad orgánica". Es decir, el creciente apoyo interno del PSOE, sobre todo en las federaciones, verdadera fuente de poder del partido. "El PSOE está como una piña en torno a mí", enfatizó en Telecinco.
02. LOS FALLOS
2 de octubre. Pedro Sánchez propone que las víctimas de la violencia de género sean dispensadas con funerales de Estado. Horas más tarde, el PSOE lanza un comunicado en el que matiza a su líder. El partido quiere que el terrorismo machista sea abordado como "problema de Estado" y reitera su "compromiso con la prevención".
4 de octubre. Pedro Sánchez, en una entrevista informal en El Mundo, dice que falta dinero contra la pobreza y la violencia contra las mujeres "y sobra el Ministerio de Defensa". Pocas horas más tarde, el PSOE lanza un nuevo comunicado con el que de nuevo rectifica a su líder: se refería a reducir su presupuesto, no a eliminar el departamento.
Son dos de las fisuras de la andadura del secretario general en estos cien días. Los dos "patinazos" u "ocurrencias" que señalan sus compañeros de partido, que sin embargo no los perciben como errores "irreparables". "Nadie es perfecto. Y de esos fallos también uno aprende. Le puede haber pasado por imprudencia, o porque se hallaba en un contexto coloquial. Eso le hará ser más cauto", analiza un veterano diputado, con mucha experiencia en el aparato. Una dirigente regional cree que los dos traspiés se deben quizá a una falta de reflexión previa, a la voluntad del líder de lanzar medidas "sin haberlas meditado", a la "bisoñez", pero valora su capacidad de "rectificación". Opinión que en líneas generales se comparte en la casa socialista.
Los colaboradores de Sánchez asumen que ambas cuestiones "no se explicaron" todo lo bien que se debía. Que en el caso del terrorismo machista, nadie puede discutirle que haya puesto el acento en la prevención y en su consideración como "problema de Estado". Y respecto a la supresión del Ministerio de Defensa, se quejan de que el tenor literal de la entrevista no se reflejó del todo, porque dijo que "en un mundo ideal", de sobrar algún departamento, sería Defensa. Subrayan el aprecio del secretario general al trabajo de las Fuerzas Armadas, como lo prueba que nada más estrenar el cargo visitó el cuartel general de la Unidad Militar de Emergencias.
Mensaje del PSOE-A: "A veces hay que espolear al caballo"
Sin embargo, otros juicios no son tan benévolos. Y especialmente destacó la salida en escena, tras varias semanas en segundo plano, de la presidenta de la Junta de Andalucía, la mujer más poderosa del PSOE. "Pedro Sánchez tiene una estrategia y yo tengo otra", dijo en una entrevista en El País que sorprendió, por su distanciamiento, al propio secretario general. El pasado miércoles, Susana Díaz volvió a negar la "frialdad" con el líder, como antes no hubo "tutela". Añadió que le tenía "cariño" y que le iba a apoyar. Pero insistió en que hay cuestiones que les separa, especialmente la estrategia de comunicación: "Soy la presidenta de Andalucía y no voy a renunciar nunca a dar mi opinión, y no comparto todas las decisiones, y él lo sabe".
Susana Díaz, durante su intervención en el desayuno informativo de Europa Press, el pasado 29 de octubre en el hotel Villa Magna de Madrid | INMA MESA
Fuentes próximas a la baronesa andaluza reconocen, primero, la disconformidad con la política de comunicación del secretario general –Díaz considera que la llamada a Sálvame podía acarrear la "frivolización" del mensaje socialista, explican–, pero también asumen que algo más de mar de fondo. La presidenta, dicen, cree que Sánchez no tira lo suficiente. "Y de vez en cuando hay que espolear al caballo para que avance", rematan, de forma gráfica. Eso es lo que quiso hacer Díaz con su entrevista y sus declaraciones posteriores. Dar un toque de atención, casi una "colleja". "Está bien el contenido del discurso de Pedro, aunque no han gustado ciertos vaivenes, como lo de las mujeres o lo del Ministerio de Defensa. Pero quizá está falto de alma, de pasión, de corazón. Susana le ha dejado espacio todo este tiempo, y ha observado que él no ha acabado de romper, no ha ocupado la centralidad política. Podría haberla pifiado como Juanma Moreno [presidente del PP andaluz], pero tampoco hay emergido, no ha entrado como una estrella rutilante. Susana, en cambio, deslumbró y generó expectación en muy poco tiempo", indica una de las cabezas del Gobierno autonómico.
En el PSOE-A, la federación que más votos puso en la cesta de Sánchez en las primarias internas y la que le lanzó al liderazgo de forma decisiva, no consideran falto de "fuste" el discurso de Sánchez, al que creen que hay que dar "tiempo", pero sí advierten de que el secretario general "no tiene experiencia orgánica ni domina el partido". "Ha conseguido frenar la caída en un tiempo muy complejo. Pero le hace falta algo más, un impulso", señalan estas fuentes.
¿Sobreexposición?
Díaz, además, no se descartó explícitamente de la carrera por la candidatura presidencial a la Moncloa. Así que en el PSOE más de uno cree que la baronesa aún se guarda sus cartas por si en autonómicas y municipales se produce un nuevo descalabro. Ella, el pasado miércoles, despachó esos rumores como pura "ciencia ficción", pero tampoco negó nada. Su equipo defiende que la presidenta "no piensa en el futuro ahora mismo", aunque tampoco "se pueden anticipar debates, porque la política cambia cada día". Añaden sus colaboradores que el compromiso de Díaz con Andalucía sigue plenamente vigente, a la vez que recuerdan que tiene sólo 40 años y no tiene por qué "retirarse" en su tierra.
Ferraz tiene hilo directo con el PSOE-A no sólo por la relación directa de la jefa de la Junta con Sánchez, sino porque en ella se sientan hombres y mujeres de su confianza, empezando por el secretario de Política Federal, Antonio Pradas, siguiendo por la presidenta del partido, Micaela Navarro, y terminando por otros seis dirigentes. En la cúpula federal sostienen que entre Madrid y Andalucía hay "coordinación" y no "desajuste", que puede haber discrepancias puntuales, pero no intenciones del sur de mover la silla al líder. Ambos visualizarán sintonía en un acto en Sevilla el próximo sábado.
Pese a las diferencias con Díaz, Sánchez no tiene previsto cambiar su estrategia de comunicación. "Es más arriesgado someterte a una entrevista en directo, durante una hora, en Un tiempo nuevo que hacer una llamada puntual a Sálvame. No es que se sobreexponga, es que es un político que viene a dar la cara, que no se esconde. Él quiere seguir sorprendiendo, porque ha venido para cambiar", dicen en su gabinete. Niegan asimismo falta de "impulso", porque el partido, antes de su llegada, "era inexistente". "Y ahora es Pedro quien marca la pauta y lidera la agenda", agregan, elogiando la hiperactividad de la nueva dirección.
El frente de las encuestas
En el discurso de la dirección se observó una última flaqueza hace muy pocos días: se pasó de anticipar un entendimiento con el PP en medidas anticorrupción a gritar, tras el estallido de la operación Púnica, que "no ha habido, ni hay, ni habrá" pactos en este asunto con los conservadores. En el PSOE no se habría entendido que con un Gobierno "asediado" de "manzanas podridas", se hubiera firmado un acuerdo con Mariano Rajoy. El Grupo Socialista, para marcar distancias, presentó sus 33 medidas, entre las que se halla el agravamiento de las penas, la revisión del indulto para que no sea aplicable en casos de corrupción, la garantía de que se devuelva lo expoliado, la limitación de mandatos, la extensión de las primarias a todos los partidos o la despolitización de las instituciones.
Los cien días de Sánchez coinciden con una cascada de encuestas que señalan la implosión del PP pero también el nulo o ligero crecimiento del PSOE y la pujanza de Podemos, que podría situarse como primera o segunda fuerza en el panorama español. Falta aún el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), a punto de salir y el que ha despertado más inquietud en socialistas y conservadores, sobre todo por la proximidad del macrotest de los comicios autonómicos y municipales, en mayo de 2015.
Pese a los malos augurios, el PSOE prefiere mantener la calma, a juzgar por la expresión de todos los dirigentes consultados por infoLibre, tanto de Ferraz como de las federaciones más importantes –Andalucía, Valencia, Madrid, Extremadura y Castilla-La Mancha–. La opinión más compartida es que Sánchez "lo está haciendo bien en un momento muy complejo" y que debe seguir por ese mismo camino, ofreciendo propuestas, mostrando una reacción rápida contra la corrupción y desenmascarando las "contradicciones" del partido de Pablo Iglesias, cuyo éxito se atribuye a que "no tiene pasado". Los primeros espadas socialistas creen que en una coyuntura tan volátil no hay que dejarse aprisionar por la angustia de las encuestas. No todavía. "Claro que hay miedo a que un mal trago en los sondeos nos sumerja en una depresión, claro que hay temor. Pero por eso mismo hay que ser valiente. Venimos de un coma profundo, y estamos en tiempo de recuperación. No podemos caer en la resignación ni en los brazos caídos", indica una dirigente regional de primera línea. El partido aún no se pone en la piel del peor escenario: que el PSOE se quede por detrás de Podemos, que pierda el liderazgo de la izquierda.
La posición de Sánchez como secretario general no parece estar en cuestión. Porque, tal y como convergen varios responsables, se concibe que la coyuntura tan adversa se habría dado de igual modo con él o sin él en Ferraz, y porque no se le puede exigir un rápido subidón en tres meses. El lamento es que las elecciones quedan muy cercanas, y que se ha perdido "tal vez mucho tiempo", según opinan quienes más empujaron por la salida de Rubalcaba y la convocatoria de primarias antes de las europeas. "La sangría ha parado y se empieza a subir poco a poco. Quien piense que por cambiar a un líder se iba a revertir la tendencia rápidamente es que desconoce cómo funciona la democracia", rubrican en su entorno.
Liderazgo, "la capacidad de cambiar el ánimo de la gente"
Conocido es que el PSOE es un partido ciclotímico, muy dado a la euforia cuando las cosas van bien y al retraimiento cuando recibe una estocada. La frustración, dice un veterano, puede cuajar, "pero eso es el liderazgo, la capacidad de cambiar el ánimo de la gente", de la militancia. Una tarea que recae directamente en Sánchez. Él mismo, este sábado en Telecinco, intentó relativizar la contundencia de la encuesta de El País, que sitúa a Podemos como primera fuerza en intención de voto. Ese dato refleja la "indignación y convulsión" de la sociedad española por los casos de corrupción. Remarcó que el barómetro de Metroscopia también muestra la "caída en picado" del PP y que el PSOE "ha frenado su deterioro y está empezando a crecer en votos", aunque "de manera menos intensa" de lo que a él le gustaría. "Seguir creciendo" es su objetivo y cree que será posible ganar las generales de dentro de un año. "A mí a ganas de cambiar la política no me gana nadie, y menos Podemos", enfatizó, recalcando que, a diferencia de Iglesias, él sí cree en la vigencia de los marcos ideológicos: "Yo me considero un tío de izquierdas".
También en la aproximación a Podemos se ha producido un cierto viraje en estos cien días. De la agresividad que demostró en las primeras semanas de septiembre, motejando a la formación de Iglesias como "populista" y jurando y perjurando que el PSOE no pactaría nunca con ella, pasó a suavizar el cuerpo a cuerpo. Una rectificación que se debía, en buena medida, a la presión ejercida por dirigentes de peso, que le aconsejaron bajar el pistón de las críticas, para respetar el electorado de Podemos –exvoto PSOE, en algunos casos– y por lo que pudiera pasar en el futuro. En las últimas semanas, el secretario general ha venido subrayando que comparte el diagnóstico de la crisis que hace Iglesias, y le aplaude que haya sabido canalizar el descontento, aunque les distancian las recetas. Pero ya no reniega de los acuerdos. "La política es pacto", reflexionaba ayer mismo en La Vanguardia.