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Los papeles de Panamá

Soria entierra el discurso de Rajoy contra la corrupción

Soria entierra el discurso de Rajoy contra la corrupción

La marcha de José Manuel Soria del Gobierno tras una cascada de versiones contradictorias sobre su relación con empresas ubicadas en el extranjero o paraísos fiscales en el marco del escándalo de los papeles de Panamá no sólo deja a Mariano Rajoy sin uno de sus principales amigos, apoyos y defensores en el Consejo de Ministros. Sin el ya exministro de Industria en su entorno, el líder del Partido Popular ve cómo se cae a pedazos su forma de hacer frente a los escándalos de corrupción. Y, lo que es peor, uno de los principales ejemplos a los que recurría siempre que se le echaba en cara su pereza o tardanza a la hora de apartar a los dirigentes o cargos públicos a los que la Justicia ponía en el punto de mira.

Son incontables las ocasiones que, sobre todo en los últimos meses, Rajoy ha recurrido al ejemplo del político canario cuando se le preguntaba, por ejemplo, por qué Rita Barberá seguía siendo senadora. Llegada la cuestión, el presidente del Gobierno en funciones señalaba eso de que en la vida hay que ser justo porque se pueden cometer errores graves que después no tienen marcha atrás. Y es en ese punto en el que recordada que Soria había sido imputado por cohecho –en el marco del caso Salmón– y que después la causa fue archivada.

El 'ejemplo' se queda sin apoyos

El lunes, cuando la investigación de laSexta y El Confidencial vincularon a Soria en este escándalo, el mito Soria, el hombre que según el relato construido por su partido en los últimos años había vencido a una Justicia que le había perseguido injustamente empezó a tambalearse. A Rajoy le costó en un primer momento empezar a no creer en un mito que él mismo había alimentado. Habló con él. Y le convenció. Hasta el jueves, el ya exministro contó con el apoyo de su amigo y jefe de filas y de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Dio incluso el visto bueno para que compareciera en el Congreso de los Diputados para rendir cuentas.

Pero la mañana del jueves, tras las informaciones de El Mundo que ubicaban su firma en una sociedad en el paraíso fiscal de Jersey cuando ya era alcalde de Las Palmas, el PP enmudeció. Soria se vio solo y no le hicieron falta más mensajes de apoyo. Supo que Rajoy no le iba a poner más veces como ejemplo porque hasta él mismo asumía que sus explicaciones habían sido precipitadas y confusas, algo que reconocería en la carta de renuncia que el viernes por la mañana remitió a los medios de comunicación. 

Rajoy todavía no ha hablado. Pero unas palabras del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, acabaron de sentenciar a Soria: "Nadie que haya operado desde paraísos fiscales puede estar en el Gobierno", dijo mientras Soraya Sáenz de Santamaría asentía a su lado. En esta ocasión, el sector del Gobierno que gira alrededor de la vicepresidenta del Gobierno, que también integra Montoro, golpeaba con dureza a un miembro del denominado G-8, nombre con el que se conoce al grupo de los amigos personales de Rajoy que se sientan en el Consejo de Ministros y del que forman parte, entre otros, José Manuel García-Margallo (Exteriores) y Ana Pastor (Fomento).

Un bálsamo temporal

En el discurso con el que Rajoy dio réplica al de investidura de Pedro Sánchez ironizó con que el pacto entre PSOE y Ciudadanos era el "curalotodo o el bálsamo de Fierabrás", en alusión a la poción mágica que aparece en varios cantares de gesta de la Edad Media y a la que se le atribuía la propiedad de curar todo tipo de heridas. Aplicado al caso de Soria, pese a que su cese ha aliviado algo al PP y al Gobierno y este viernes más de uno en las filas conservadoras respiró tranquilo, las heridas están lejos de cerrarse.

Con Soria fuera del Gobierno, el foco está sobre Rajoy. Lo dejaron cristalino los partidos que, uno a uno, fueron reaccionando a la noticia. El presidente del Gobierno en funciones es el responsable político del nombramiento del ya exministro y, a ojos de las formaciones de la oposición, es él ahora el que debe arrojar algo de luz a tanta versión contradictoria y comparecer en la Cámara baja. Si el Gobierno no cambia de opinión esta cita no se va producir, lo que no evitará que los partidos hagan bandera de ello. Sobre todo porque el propio Rajoy se lo puso en bandeja hace pocas semanas en la entrevista que concedió a Jordi Évole en el programa Salvados(laSexta).

En un momento del programa, Évole preguntó a Rajoy qué tenía que pasar para que él asumiera responsabilidades políticas. "Que un miembro del Gobierno nombrado por mí cometiese un acto de corrupción", respondió. En el Ejecutivo subrayan que no se puede prejuzgar y que a Soria no se le acusa de nada. Pero a Rajoy le va a costar desprenderse de la sombra del hombre que él tanto defendió.

También chirría que un miembro del Gobierno que presume de haber tomado las medidas más contundentes contra la corrupción y la regeneración se vea salpicado por este escándalo de los papeles de Panamá. Hace unas semanas, Santamaría marcaba distancias entre Ejecutivo y PP cuando se le preguntaba si había malestar en Moncloa por el discurso en esta materia, más claro, de los jóvenes del partido. "Uno de los objetivos que hemos tenido en la legislatura pasada es, aparte de que declarativamente hay que mostrar contundencia, nosotros, este Gobierno, el presidente del Gobierno en persona y el equipo que colabora conmigo, hemos llevado medidas muy contundentes de lucha contra la corrupción. Yo creo que, al final, los hechos son muy importantes; las palabras, desde luego, pero los hechos, también", respondió.

¿Beneficia o perjudica?

En el PP y en el Gobierno atribuyen en parte al contexto político el hecho de que Soria haya renunciado a seguir siendo ministro de Industria en funciones cuando habían pasado cuatro días desde el estallido del escándalo de los papeles de Panamá. Dos son los factores que citan las fuentes consultadas por este diario. Uno: que los partidos están en plenas negociaciones para intentar formar Gobierno. Un plazo que culminará el 2 de mayo, cuando se disolverán las Cámaras si el Congreso de los Diputados no ha logrado investir a un presidente del Gobierno. Y dos: la posible repetición de elecciones, un escenario que, según el PP, es "el último" de todos los que prefieren, pero que "salvo un giro inesperado", es el más posible.

En cuestión de pactos, pocos en el PP se atreven a sostener que el caso Soria no les vaya a pasar factura. Cualquier partido que quisiera ir del brazo con ellos tendría muy difícil explicarlo porque el resto de formaciones se lo echarían en cara. Este mismo viernes, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, fue muy claro. A su juicio, "Rajoy debe dar explicaciones para conocer qué personas se han beneficiado de la amnistía fiscal y cuántas coinciden con los papeles de Panamá".

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Precisamente, una de las claves de los próximos días va a estar en que Soria aclare si en 2013, o desde 2013, ha tenido cuentas en el extranjero y, si en caso afirmativo, había presentado el modelo 720, la declaración de los bienes depositados en el extranjero.

Los dirigentes consultados por infoLibre sostienen que el caso que afecta a Soria tiene un doble filo. De un lado, les permite, aseguran, vender contundencia y rápida respuesta. "Da igual que sea un ministro o el último militante, pero hay cuestiones que no tienen cabida en el PP. Ese es el mensaje", resume un dirigente regional. La misma fuente considera que, si este mensaje cala en los votantes, sería positivo para el partido porque supone un giro importante para una formación a la que siempre se le ha acusado de respuesta tardía y poco contundente ante los escándalos que han salpicado a sus dirigentes.

De otro lado, el más perjudicial, el golpe que supone para Rajoy que uno de sus ministros tenga que apartarse después de que su firma apareciera vinculada con empresas ubicadas en paraísos fiscales es muy grave. Y sería, sin duda, uno de los elementos clave que los partidos de la oposición incluirían en su argumentario de campaña electoral.

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