Cuando queríamos ser indios Aroa Moreno Durán
La situación de Mazón es insostenible. Se mire por donde se mire. Un año después de la dana, su empecinamiento por continuar al frente de la Generalitat resulta esperpéntico. Y, sobre todo, cuando –sin ningún pudor– ha ido dando versiones diferentes sobre lo que hizo ese día. A cada detalle que se iba conociendo, la situación de Mazón era cada vez más débil y colocaba a su partido en una situación insostenible.
El miércoles, en el funeral de Estado, las 8 versiones que había dado, las mentiras, los silencios, el sacudirse la culpa y la responsabilidad por las 229 muertes en Valencia, se hicieron patentes. Pesaron como una losa, en el ambiente, en los saludos, en los gritos de rabia que se escuchaban en mitad de la ceremonia...
Al día siguiente, tras el bochorno, Mazón dejaba la puerta abierta a una reflexión, así lo llamaba. Anunciaba que “en unos días” comparecerá para explicar a qué reflexión ha llegado tras escuchar, por fin, a las víctimas. Víctimas. Una palabra que se queda corta para recoger todo el dolor y la pérdida de esas personas por decisiones erróneas, por decisiones tardías. Algunos quisieron ver en esas palabras un atisbo de autocrítica, quizás una decisión política de alcance, como su dimisión. Y a los pocos minutos, era el propio Mazón el que salía de nuevo a hablar (este jueves estaba especialmente hablador) para desactivar cualquier especulación sobre su salida. No es lo que tiene en la cabeza. Su cálculo, me temo, nos tememos, van por otro lado. Pero vete a saber.
Qué pasó en El Ventorro, qué hacía, por qué estuvo ausente sin que nadie, ninguno de los dos, ni el president ni la periodista que le acompañaba, fueran conscientes de la magnitud de lo que estaba pasando es una incógnita que va creciendo conforme se van conociendo detalles.
En política hace tiempo que se instauró una máxima no escrita: aguantar a pesar de todo. Y vemos que algunos políticos la practican con auténtica vehemencia
En política hace tiempo que se instauró una máxima no escrita: aguantar a pesar de todo. Y vemos que algunos políticos la practican con auténtica vehemencia, con una fe inquebrantable. Aguanta que todo pasa. Aguanta que la polémica de hoy se desvanece mañana.
A Mazón no le ha funcionado por mucho que la haya practicado con nota. Era impensable que la muerte de 229 personas cayera en el olvido. Pero alguien le convenció de que sí.
No parece que piense en dimitir, no parece que piense en irse. Jugará otras cartas políticas, veremos cuáles. Desde luego, ninguna que case con una mínima coherencia y decencia política. Y mira que ha tenido ejemplos cerca. Que podría haber tomado nota. Convocará elecciones, antes o después. Sin dimitir. La pregunta es si seguirá pensando en presentarse como candidato. Hasta hace no mucho ni siquiera lo descartaba, no veía por qué no. Quizás, sólo quizás, después del funeral del miércoles, después del trago de verse así, de los gritos de las familias, puede que se lo haya replanteado. Vete tú a saber.
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